Refugiados de Ucrania, Siria y Afganistán: las historias detrás de los números
En La Ventana hablamos con tres personas que tuvieron que huir de tres países en guerra, nos cuentan cómo es adaptarse a una vida en España cuando las cámaras cambian de objetivo
La Ventana a las 16h | Tres refugiados residentes en España nos cuentan cómo es su vida tras dejar atra´s el horror de la guerra
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Madrid
Se habla de guerras, se habla de la devastación que causan en los países en los que se desarrollan. También se habla de los desplazados, los refugiados que huyen y tienen que vivir en otras zonas del país o incluso otros países, u otros continentes. Estas personas llegan a un nuevo lugar, normalmente con un nuevo idioma, y son noticia durante dos, quizás tres meses.
Después, sin embargo, llega el silencio mediático. La situación en su país de origen se calma, o el volumen de personas que huyen de allí se reduce, se deja de hablar de ellos. Pero estas personas siguen aquí, en los países a los que han tenido que huir a la fuerza, adaptándose, aprendiendo el idioma, trabajando, estudiando.
En La Ventana hemos querido hablar con tres personas que han huido de tres países en guerra, que llevan unos años en España, y conocer sus historias, su perspectiva, cómo les acoge un país como España cuando las pantallas se apagan y las cámaras apuntan a otro rincón del mundo.
Alona Konarieva, Ucrania
Alona Konarieva lleva en España desde 2014, tuvo que huir de Ucrania cuando comenzó el conflicto en la península de Crimea, ya que, aunque ella vivía al oeste del país, recibió amenazas por su labor de voluntaria.
El estatus de refugiada, explica, no se lo dieron: “Tengo documentos de la residencia permanente, pero estuvo en proceso de refugiada y no me dieron refugio, porque yo estaba empadronada en casa de mis padres y ellos viven bastante lejos de donde estaba la guerra. Pero conozco a personas que estaban viviendo y tuvieron que salir de Donetsk y Lugansk y tampoco se lo dieron”.
Ella ha rehecho su vida aquí, en España, pero a pesar de su formación como arquitecta y diseñadora de interiores le resulta muy difícil encontrar trabajo en un estudio: “Trabajar en esto es muy complicado aquí por el idioma, algunos estudios no quieren cogerme, pero trabajo por mi cuenta y tengo algunos proyectos”.
Ahora ayuda como voluntaria con ACCEM y la Cruz Roja a los ucranianos que llegan desplazados a España. Parte de su familia también ha podido salir del país en este último mes, y aunque con dificultades, han llegado a Polonia: “Mi cuñada, familia de mi hermano, vivía en Kiev, han podido salir, suerte que ellos tenían coche, pero muchos amigos que viven en Kiev y en otras ciudades… Estoy muy triste y muy nerviosa, y también enfadada por las personas que entran en tu país, en tu casa, sin permiso”.
Okba Mohamed, Siria
Okba Mohamed conoce de primera mano lo que supone que un país como Rusia intervenga en tu país. Él comenzó su carrera de periodista siendo apenas un adolescente, cuando en su ciudad natal, Daraa, comenzó la guerra de Siria.
Como periodista corría peligro allí, y en 2018 logró llegar a Turquía con otros compañeros de profesión: “Rusia llegó a un acuerdo con la oposición, que quien no se quisiera quedar bajo el control del régimen sirio y de Rusia se fuera al norte, desplazarse, como están haciendo ahora mismo en Ucrania, que te dicen ‘si no te quieres quedar aquí tienes que salir’, pero en realidad te están echando”.
En 2019, el Comité para la Protección de los Periodistas le ofreció la posibilidad de ir a España, donde ahora reside y forma parte, junto con otros periodistas árabes en este país, de la revista Baynana, donde trabaja actualmente.
Su estatus, al igual que Alona, no es de refugiado: “Tengo protección internacional o subsidiaria, me lo han dado después de estudiar mi caso durante dos años y seis meses”.
Okba lamenta que existan diferencias según el país del que procedan las personas que, al fin y al cabo, huyen de una guerra por necesidad. Explica que personas árabes sobre todo reciben constantemente insultos y amenazas por redes sociales: “Cuando nosotros criticamos que tardan en dar papeles a sirio so afganos, dicen que es porque la integración de los musulmanes es complicada”.
“En mi caso personal llevo casi tres años en España, soy árabe, no tengo casi ningún amigo árabe, llevo todo este tiempo con españoles trabajando y haciendo planes, todos mis amigos son españoles, antes de llegar a España no sabía ni decir ni ‘hola’. No sé qué integración más quieren para darnos los papeles”, reclama.
Shabnam Rahimi, Afganistán
Shabnam Rahimi también lleva varios años en España, desde 2016, cuando ella y su hermana llegaron al país para presentar un documental en el que aparecían, ‘Boxing for freedom’, y aprovecharon para pedir aquí refugio. En su Afganistán natal recibían constantes amenazas por su condición de mujeres y porque ambas practicaban boxeo, un deporte que Shabnam explica “no existe en Afganistán, sólo lo hacíamos nosotras”.
Al llegar a España con su hermana, cuenta, empezaron una nueva vida desde cero: “No sabíamos español, casi no conocíamos gente, no teníamos familia. Mi padre me dijo ‘si volvéis a Afganistán os van a matar’, porque nosotras siempre dijimos que no queríamos la ley de los talibanes”.
Su familia tuvo que permanecer en Afganistán hasta que este verano llegar a España en el último avión que el Gobierno fletó desde Kabul. Shabnam sí que tiene estatus de refugiada, y tanto ella como su hermana han comenzado los trámites para solicitar la nacionalidad: “Ya he hecho el examen, que es muy importante porque mi idioma y el idioma español son muy distintos. Hay dificultades, hay problemas, pero se pasan”.
Ella no planea volver a Afganistán, su vida entera ahora está aquí, pero no olvida a aquellos que continúan en un Afganistán de nuevo bajo el mando de los talibanes: “Tengo que apoyar a las niñas y niños que quedan en mi país, abandonados, se olvidan de todos. No tienen madre, no tienen padre, y están en la calle. ¿Qué van a hacer con ellos?”.
Tres historias, tres personas, tres guerras y tres países distintos a los que mirar y recordar cuando el conflicto pasa, porque las guerras acaban, pero las consecuencias, sobre todo para los desplazados, duran para siempre.
Paula García
Redactora en prácticas en La Ventana desde 2021. Previamente en la Agencia Efe en Madrid y Berlín, Alemania....