Qué son las bombas de fósforo blanco sobre las que habla Zelenski y cuáles son sus críticas consecuencias para el cuerpo humano
Ucrania denuncia que Rusia ha utilizado este tipo de bombas durante la invasión
Madrid
Hace apenas unas horas, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski denunciaba en la cumbre de la OTAN celebrada el pasado jueves el uso por parte de Rusia de bombas de fósforo en la región de Lugansk. Unas armas prohibidas desde la Convención de Ginebra de 1980, en la que se estipuló que el fósforo blanco no puede ser utilizado como arma de guerra en zonas civiles. A pesar de que el Derecho Internacional no prohíbe específicamente su uso para crear cortinas de humo o para iluminar a las tropas, Zelenski ha asegurado que las tropas rusas han utilizado estas bombas con el objetivo de acabar con la vida de mujeres y niños: "Esta mañana, Rusia ha utilizado bombas de fósforo. Han matado a adultos, han matado a niños de nuevo".
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Un ataque que, según recoge el Tribunal Penal Internacional (TPI), puede ser considerado un delito punible. Pero, ¿Qué son las bombas de fósforo blanco y, sobre todo, cómo funcionan? Aunque no sean consideradas como armas incendiarias según del Protocolo III de la Convención sobre Ciertas Armas Convencionales (CCW) , las bombas de fósforo blanco producen quemaduras mucho más letales que las quemaduras mortales. Según recoge Human Rights Watch en su página web, las quemaduras del fósforo blanco pueden provocar la muerte súbita de una persona si han cubierto entre un 10 y un 15% de su cuerpo.
¿Cómo es una bomba de fósforo blanco?
La bomba de fósforo blanco es un artefacto explosivo que está compuesto de una aleación de tungsteno y partículas tanto de níquel como de cobalto. De esta manera, y cuando la bomba estalla, los componentes que permanecen en el interior se desintegran y diseminan una nube de polvo que actúa como metralla. Cuando esta se expone al oxígeno atmosférico a temperaturas superiores a 30 grados centígrados, comienza a arder hasta alcanzar temperaturas superiores a 800 grados. Pero no solo eso. También provoca un espeso humo químico que permite crear las anteriormente citadas cortinas de humo. Dado que el humo del fósforo blanco se forma a partir de una combustión a altas temperaturas, los gases de la nube suelen ser calientes y tienden a elevarse. De esta manera, consigue levantarse sobre el terreno y formar las cortinas.
De hecho, y con el objetivo de aprovechar la capacidad del fósforo blanco para crear estas cortinas de humo, algunos países han comenzado a trabajar con fósforo rojo para conseguir lo propio a una temperatura menor. De esta manera, ofrece la misma eficacia a una temperatura menor. Tal y como recoge la organización no gubernamental dedicada a la investigación, defensa y promoción de los derechos humanos, las heridas provocadas por las quemaduras de esta bomba son mucho más profundas que las convencionales, llegando incluso hasta el hueso. Por esa misma razón, tienden a tardar mucho más tiempo en sanar que otro tipo de quemaduras.
Los efectos del fósforo blanco en el cuerpo
Por otro lado, el fósforo blanco puede adherirse a la cara o incluso arder sin llama dentro del cuerpo, agravando así otras posibles quemaduras creadas como consecuencia del fósforo blanco. De hecho, y si no se eliminan por completo, los restos de fósforo blanco pueden volver a encenderse después del tratamiento que la sustancia se quema tras exponerse con el oxígeno.
Pero los peligros del fósforo blanco se extienden más allá de su capacidad de combustión. El elemento puede filtrarse por el torrente sanguíneo a través de la piel hasta el punto de envenenar distintos órganos. Desde los riñones hasta el hígado o el corazón. De esta manera, puede provocar fallos orgánicos múltiples que acaben con la vida de quienes sufran un ataque de estas características. Por otro lado, la exposición al fósforo puede provocar parálisis facial, convulsiones e incluso irregularidades en los latidos del corazón que pueden provocar la muerte.
David Justo
(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en...