El desabastecimiento

Madrid

Los camioneros están pasándolo mal. El sector del transporte se ha precarizado, los ingresos no han dejado de disminuir en lo que va de siglo, el trabajo es muy duro y ahora, con el encarecimiento de los combustibles, dicen que no vale la pena salir a la carretera porque pierden dinero.

Es comprensible que protesten.

Quizá no sea tan comprensible que en lugar de quedarse en su casa saquen los camiones a la carretera para quemar ese combustible tan caro en marchas lentas. Pero en fin, cada uno hace lo que quiere con su gasóleo.

De algo pueden estar orgullosos los camioneros que llevan días parando y tratando de lograr un desabastecimiento general: pueden estar orgullosos de la solidaridad de sus compatriotas.

Quienes protagonizan la protesta no son la mayoría. Hay muchos que trabajan. Pero no hay problema: basta con que se hable de huelga de transporte para que los españoles corramos a desabastecernos nosotros mismos. ¿Han visto lo que la gente se lleva del supermercado? Cajas y cajas, carros rebosantes, provisiones para una vida entera. Por la mañana, las estanterías están repletas. Y en unas horas acabamos con todo.

Ojo, lo hacemos para apoyar a los camioneros y porque nos gusta. Si hay pandemia vaciamos el supermercado. Si hay guerra en Ucrania vaciamos el supermercado. Si hay huelga de transportes vaciamos el supermercado. A Dios ponemos por testigo de que nunca nos faltará el aceite de girasol o el papel higiénico.

Será que tenemos memoria del hambre de siglos pasados.

Dentro de diez años, o de veinte, aún encontraremos en el altillo unos cuantos tetrabriks de leche de la gran crisis de 2022. Y nos pondremos nostálgicos.