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Atlético Sanluqueño

Ser o no ser

Convocatoria Asamblea de socios Sanluqueño / Radio Jerez Cadena SER

Ser o no ser Sociedad Anónima Deportiva, esa es la cuestión. Es esa la pregunta que han de responder este sábado los socios del Atlético Sanluqueño en una Asamblea Extraordinaria en la que podría cambiar la historia del club, dejando de funcionar como una asociación para pasar a gestionarse como una empresa futbolística. Los abonados decidirán sí o no y en ambos supuestos el tiempo dirá si se tomó la decisión correcta.

Lo que parece evidente es que el fútbol actual, independientemente de que guste más o menos, tiende al modelo de las SAD porque es la vía que están siguiendo la mayoría de clubes. La cuestión lógica de esa dinámica extendida es si se hace por mera supervivencia y viabilidad en términos de solvencia o si se plantea esa opción por el empuje de los futuros inversores. Sea como sea, lo cierto es que para llegar a ese extremo ha debido existir una aprobación previa de los socios. Y en esas estamos en Sanlúcar, esperando a saber si se aprueba la propuesta o no. Todo apunta a que así será, habida cuenta de la opinión de buena parte de la afición que ha podido escuchar la exposición del proyecto en boca de Juan Cala, cabeza visible junto a Coke Andújar del nuevo proyecto en ciernes. De hecho, al futbolista lebrijano, también socio de la entidad, muchos abonados le han delegado su voto para la Asamblea, por lo ya tiene gran parte del camino hecho.

Vistas las dificultades económicas que ha atravesado el Atlético Sanluqueño esta temporada, que no pudo presentar el aval necesario para competir por sus propios medios, es notorio que, en caso de querer seguir compitiendo a este nivel, va a necesitar de inyecciones económicas privadas. Para eso no hay otra vía que la SAD. Otro hecho a tener en cuenta es la invitación indirecta de la RFEF a que clubes que son propiedad de los socios se conviertan forzosamente en SAD, ya que tras las ideas grandilocuentes de vender la Primera RFEF como una pequeña Segunda División, luego llegó la realidad: las exigencias económicas y de instalaciones se equiparan al profesionalismo; los ingresos, no. Y va en el ADN del espíritu deportivo intentar estar en la categoría más alta posible.

Pongámonos en el escenario de que el Atlético Sanluqueño pasa a ser una empresa futbolística. Aunque los socios que lo deseen, y no hayan renunciado a ello por escrito en la delegación de voto, puedan suscribir una acción, el club dejará de ser de todos ellos (tal vez sería más empático sacar 10 acciones por cada socio en lugar de una, de tal forma que la acción tuviera un precio alrededor de 60 euros en lugar de los 600 que se estima que costarán).

Por supuesto, eso tiene sus riesgos y a algunos aficionados les puede generar dudas desde el punto de vista de que el proyecto deportivo no sea fructífero en el futuro. Confiemos en que no, pero eso ya trasciende al mundo empresarial. Alguien pone el dinero y se arriesga a perderlo si las cosas no van bien o ganará más del que puso si los activos se hacen rentables en un futuro. Esta operación puede salir mal y hacer que dentro de unos años el club sea vendido a un inversor desconocido. O puede ser que la entidad encuentre una senda de estabilidad y en el futuro alcance el fútbol profesional, generando patrimonio para las próximas generaciones. Ejemplos hay de ambos casos y no hay por qué poner los malos por encima de los buenos ni viceversa. Entre las dos opciones posibles, cada cual elegirá la vía que estime más conveniente a la hora de votar.

Ahora bien, si pasamos al plano práctico y sentimental, no creo que haya diferencias palpables. En ninguno de los dos casos.

Que un club sea de sus socios no implica que puedan tomar decisiones. Pueden tener una limitada capacidad de veto y aprueban las cuentas que se presentan. Pero no deciden a quién se ficha, a qué precio se pone una entrada o de qué color se pinta una pared. En el día a día mandan los dirigentes. Es una realidad.

Y el sentir es inmaterial, nadie se podrá apoderar de ello nunca, sea el club, una SAD o no. El Sanluqueño es un intangible en el imaginario colectivo que será siempre de sus aficionados, tengan mando en plaza o no. Y no por esa razón dolerán menos las derrotas ni se disfrutarán de forma descafeinada los triunfos. Si no, pregúntenle a los aficionados del Sevilla, del Betis, del Cádiz o de cualquier otro club que funcione como una empresa.

Lo importante es que la decisión será tomada libremente por los socios del club. Suerte y acierto en cualquier caso. Por el bien de una entidad como el Atlético Sanluqueño que el año que viene cumplirá 75 años de historia.

 
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