La paguita
Jerez de la Frontera
Los partidos son como empresas. Reparten beneficios indebidos o emplean a amigos de dudosa solvencia, pero además ahora buscan nichos de mercado. O sea votos.
Alguien, no sé quién, ha descubierto arte, existen dos bolsas de votos interesantes; los intelectuales, el rayo de luz que ilumina la ignorancia; y los jóvenes que se aprestan a votar por primera vez.
Y propone lo siguiente: “si damos una paguita a los dieciochoañeros recién llegados a la democracia a condición de que la gasten en beneficio de esa intelectualidad cómoda y agradecida… dos al precio de uno”.
Y así lo hacen. Un bono de cuatrocientos euracos a los juveniles que gastarán forzosamente en arte y cultura, o mejor, en cultureta oficial. El negocio sería redondo si no fuera porque hay asuntos más urgentes que resolver y porque ese dinero saldrá del bolsillo de todos: del suyo y del mío.




