¿Los tiempos políticos pueden acercarse un poco más y mejor a los tiempos sociales?

Barcelona

Las delegaciones rusa y ucraniana recuperan hoy en Turquía sus conversaciones de paz. Sobre la mesa, el anuncio de Zelenski de hablar del futuro de la región de Dombás directamente con Putin, quien, por su parte, admite que su ejército se va a concentrar en aquella zona que fue la del largo litigio que oficialmente ha justificado la invasión por parte de Moscú. Pero los hechos difieren una vez más de las palabras del Kremlin, que sigue bombardeando cualquier zona de Ucrania previamente atacada mientras admite la muerte de 1.351 militares a quienes Putin rinde homenaje, reconociendo su valor y las dificultades a las que están sometidos.

Los Estados Unidos creen que son muchos más, unos 16.000, pero la preocupación de Washington son las palabras desbocadas que salen por boca de su presidente, a quien ha tenido que matizar públicamente después de que Biden dejara entender que lo que hacía falta era derrocar a Putin. No quiso decir lo que dijo, han matizado desde la Casa Blanca mientras Emmanuel Macron pide a los dos grandes líderes mundiales enfrentados que no exciten más los ánimos. Tan excitados están, que el presidente alemán ha advertido a sus compatriotas que los tiempos difíciles no han hecho más que empezar. Se lo ha dicho mientras instaba a la solidaridad con Ucrania y su país, Alemania, sigue consumiendo porque sigue dependiendo del gas y el petróleo rusos.

La paradoja se mantiene. Y esta paradoja es la que ha marcado la cumbre europea del pasado viernes, de la que Pedro Sánchez salió airoso llevándose de Bruselas a Madrid la excepción ibérica, junto a Portugal, para que el sur de Europa se desvincule del método de subasta que marca el precio de la luz separando el gas del resto de energías. Una posibilidad que tendrá que esperar un mes para que pueda aplicarse y notarse en los recibos, según la ministra Ribera. Un mes que la Plataforma de transportistas que mantiene la protesta no está dispuesta a esperar porque cada día que pasa, si lo trabajan, pierden. Y a la vista que ya han sido recibidos en el ministerio y se han convertido en los interlocutores que les negaban ser, no solo quieren más, sino que lo quieren ya. La duda razonable es si los tiempos políticos pueden acercarse un poco más y mejor a los tiempos sociales. Porque cuando esto no sucede en medio de un ambiente alterado y conflictivo porque repercute en los bolsillos de los ciudadanos, a la desafección política interna se le puede sumar el aumento del euroescepticismo. Y ambas cosas son las que persigue la ultraderecha.