Vivir cuesta más
Una inflación tan alta es perversa. Acarrea efectos fatales: reduce la capacidad adquisitiva de los salarios, tritura parte de los ahorros, obstaculiza el crecimiento de la economía

Barcelona
Los precios se disparan. Como nunca desde hace cuatro décadas. Pasa en todas partes. Por una perversa conjunción astral: la crisis de oferta de suministros cuando la recuperación tras la pandemia; su agravación con la invasión de Ucrania, que multiplica los precios de la energía; su traslado capilar a muchos sectores, porque la energía supone para la economía lo mismo que la sangre para el cuerpo humano.
Una inflación tan alta es perversa. Acarrea efectos fatales: reduce la capacidad adquisitiva de los salarios, tritura parte de los ahorros, obstaculiza el crecimiento de la economía. O sea. Vivir cuesta más. Y todo lo que valía, vale menos.
¿Qué podemos hacer contra ese tsunami? Desde los gobiernos y las instituciones europeas, activar rápidamente, y si acaso mejorar, los planes nacionales de respuesta, como el aprobado ayer por el Gobierno. Y prepararnos para exigir más, si las cosas empeoran. Desde la sociedad, combinar el estado de alerta reivindicativo para mitigar el impacto excesivo de los precios, y procurar reaccionar con contención, para no agravarlos más. El pacto de rentas, de salarios y beneficios, era ya muy necesario. Ahora es urgente. Inexcusable.

Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...




