Richard Linklater y la infancia de un niño en la carrera espacial: así es su alegre y entrañable vuelta a la animación

Madrid

Cuando Neil Armstrong pisó la Luna, Richard Linklater tenía nueve años. El director de 'Boyhood' y la trilogía 'Antes del…' era un niño que vivía en una familia numerosa en una zona residencial a las afueras de Houston y fantaseaba con misiones interestelares. De ahí el título de su nueva película que estrena Netflix, 'Apollo 10 ½: Una infancia espacial', una preciosa cinta de animación en la que mezcla sus recuerdos, su imaginación y el contexto sociopolítico de la época.

Al igual que han hecho otros directores en los últimos años, como Cuarón en Roma, Almodóvar en Dolor y Gloria o Kenneth Branagh en Belfast, el realizador narra cómo se abría un mundo ante sus ojos y, en este caso, la fascinación por la carrera espacial en plena Guerra Fría. Linklater Lo hace de forma mucho más ligera y cómica que sus compañeros pero sin dejar de trazar una panorámica total de un tiempo.

"Nuestro país estaba en guerra, las ciudades ardían y el caos se desataba por todas partes, pero para los niños de esa zona residencial eso solo pasaba en la tele", pone voz el narrador a los pensamientos de Linklater como niño que creció en una burbuja. El desarrollo de Houston como ciudad de la tecnología y del futuro propició su crecimiento y la construcción de barrios 'prefabricados' que se inundaban fácilmente. En esas calles los niños jugaban mientras veían pasar aviones a baja altura, escuchaban teorías sobre las misiones de la NASA y en la tele Kennedy defendía que ir a la Luna era el reto más difícil y apasionante para su país.

La tele ya era el centro del hogar en los 60. Bien para informar sobre la guerra de Vietnam, las protestas de afroamericanos o el movimiento hippie, como para entretener a la familia con un sinfín de programas y series. Linklater recorre su educación a partir de la cultura popular y la influencia de la pequeña pantalla con títulos como 'Sombras en la oscuridad', la serie que le obsesionaba y por la que salía pitando del cole, 'Los nuevos ricos', 'La familia Monster' o 'Bonanza'. El control de qué poner era una batalla en la familia cada tarde, otras las pasaba en la bolera y los recreativos, y de vez en cuando también iba al cine, especialmente con su abuela. "Cada seis meses nos llevaba a ver 'Sonrisas y lágrimas".

En una familia numerosa, las hermanas eran la influencia musical poniendo en el tocadiscos una y otra vez las mismas canciones. 'Sugar, sugar' de The Archies, los Beatles y el doble sentido de sus temas, Andy Williams... La playlist de la película es todo un recorrido por la historia musical de los 60, también por la aparición de los primeros mitos eróticos para un niño. Un póster de Raquel Welch presidía la habitación de los hermanos.

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Con todos estos elementos y referencias, el director compone una cápsula nostálgica y encantadora de un tiempo convulso y de cambios desde el punto de vista inocente de ese niño. Zachary Levy, Jack Black o Glen Powell son algunos de los actores que ponen voz a esta aventura en la que, por ponerle una pega, abusa de la narración en primera persona con una voz en off. Linklater no es nuevo en la animación, de hecho regresa a la técnica que ya utilizó en 'Walking life' y 'Una mirada a la oscuridad', la rotoscopia, un método artesanal que permite dibujar a partir de imágenes ya filmadas y luego generar la animación.

Con 'Apollo 10 ½: Una infancia espacial', ofrece una visión entusiasta y esperanzadora de América, la América antes del Watergate y las crisis de los 70. Hay una mirada cálida, alegre y divertida a su infancia, la de un niño que descubría el poder de la imaginación para narrar un tiempo. Eso es el cine.