Canogar: “Es de miopes pensar que la pintura es una forma obsoleta de creación”
El artista toledano acaba de inaugura una sala propia con su obra en la Fundación Antonio Pérez de Cuenca
Cuenca
El Centro de Arte Contemporáneo-Fundación Antonio Pérez de Cuenca inauguraba el 29 de marzo una sala propia para la obra del pintor, escultor y grabador Rafael Canogar (Toledo, 1935). Once de sus últimos cuadros cuelgan ya de estas pareces muy cerca de los de Saura, Millares o Feito, artistas con los que fundó el Grupo El Paso en 1957, impulsor del arte abstracto español. En Hoy por Hoy Cuenca hemos conversado con Rafael Canogar para conocer sus impresiones sobre este museo conquense y sobre la obra que ha cedido para su muestra.
Canogar: “Es de miopes pensar que la pintura es una forma obsoleta de creación”
Pintor, escultor y grabador, Rafael Canogar es uno de los grandes representantes del arte abstracto español. Su trayectoria se ha caracterizado por la investigación continúa y por experimentar con materiales, formas y conceptos. A esto se suma su interés por los retratos, disciplina que ha mantenido a lo largo de su carrera. Su obra, prolífica donde las haya, se extiende por museos y galerías de todo el mundo.
¿Qué supone para usted exponer de forma permanente en Cuenca?
Para mí Cuenca forma parte de mi biografía. Fui la primera vez en la Semana Santa del 57, una visita enormemente interesante porque Carlos Saura estaba filmando su primer documental sobre Cuenca. Fue muy interesante conocer de una forma diferente esa maravillosa Semana Santa, con las turbas, de una enorme fuerza. Siempre he dicho que me recordaba a los cuadros de Gutiérrez Solana, por la fuerza y la tragedia que representa la Semana Santa en Cuenca con sus calles y sus luces. A partir de entonces ha formado parte de su paisaje.
¿Es especial exponer en el museo de Antonio Pérez y junto a los otros componentes del Grupo El Paso?
Ha sido una continuidad de compañerismo con los que siempre me he sentido hermanado y que las obras estén juntas de nuevo en esa sala de la fundación, a mí realmente me emociona. A partir de aquella primera visita a Cuenca, auspiciada por Antonio Saura, muchos otros artistas fueron a la ciudad, compraron casas. Gustavo Torner, que es de Cuenca, fue uno de los artífices del Museo de Arte Abstracto Español junto a otros como José Guerrero, Millares, Sempere, tantos artistas que llegaban a Cuenca y se creó un dinamismo en apoyo al arte abstracto que impregnó la ciudad. Es formidable. Único.
En aquella armonía artística estaba también Antonio Pérez. ¿Sigue manteniendo la amistad?
Enorme, pero desgraciadamente en estos momentos él no está todo lo saludable que a todos nos gustaría. Tengo una obra bellísima de él, unos tarros de cristal con unas páginas de papel, con cabezas de mujer impresas, dentro de ellos. La magia del arte hace que esas páginas de prensa se vuelvan esculturas, que tengan otra dimensión. Es formidable, a veces, como puede trasformar el arte ciertas materias. Creo que Antonio Pérez ha sido un gran artista y nos ha dado una lección de cómo mirar. Su enorme cultura plástica ha hecho que sus objetos encontrados nos den referencias a otros artistas como esa lata aplastada que recuerda a la obra de Saura. Es formidable la imaginación de Antonio.
Con la trayectoria tan dilatada que lleva, exponiendo desde hace 70 años, ¿cuál ha sido el criterio a la hora de seleccionar las obras de su última época para traerlas a Cuenca?
Eso siempre es una dificultad. Tenía que adaptarme al espacio y son obras, más o menos actuales, y creo que he quedado muy contento al ver cómo se incorporan al espacio de la Fundación Antonio Pérez. Indudablemente en otro tiempo podremos cambiar esas piezas por otras. En el texto que se ha dejado en la sala hablo de mis periodos que son como las cuentas de un collar, pero con un hilo conductor que las une. El final, al que podríamos pensar que estoy en estos momentos, llega un poco a acercarse a los inicios, a mi obra informalista donde el gesto y la impronta del hombre, en nuestra realidad, es casi como el surco que hace trabajando la tierra. A mí me ha interesado siempre, como castellano, que quedase esa impronta castellana en mi obra.
Las obras llegan a la fundación Antonio Pérez ¿en cesión o en donación?
De momento es un préstamo permanente que se irá revisando e, incluso, en algún momento, se podrá cambiar alguna de las obras.
En estos cuadros vemos como si usted hubiera vuelto a la esencia de la pintura. En estos tiempos que corren, con tanta tecnología, sin ir más lejos su hijo Daniel es famoso por su arte más moderno. Sus cuadros son como una defensa de lo que es pintar, diríamos. ¿Cómo afronta usted el trabajo creativo en este momento?
Me parece una pregunta muy correcta, muy puntual. Pertenezco a una generación que quiso hacer una revolución clásica desde la pintura, lo que defenderé siempre. Pero el tiempo va poniendo en las manos del artista nuevas herramientas que amplían la forma de crear, pero no anular otras formas de pintar. Creo que es una miopía pensar que la pintura puede ser una forma obsoleta de creación. Yo diría que lo contrario. Ese individualismo, esa forma subjetiva de expresarse, como decía Van Gogh, de hacer de la escritura una forma de expresión radicalmente personal. Esto a mí me importa mucho y lo veo como una forma de expresión permanente. Como tengo muchos años y he visto muchos cambios, he visto muchos ciclos en los que la pintura va perdiendo fuerza por nuevas formas de expresión y a los pocos años ocurre lo contrario. Cuando leemos algunos comentarios en ferias como Arco, se dice que parece ser que este año hay más pintura o que hay más instalaciones. Casi siempre se habla de la vuelta a la pintura.
Al Grupo El Paso se le intuía con ganas de vigorizar el arte contemporáneo en España. Esa unión y convivencia que había de artistas en esa época, ¿la ve usted hoy en día? ¿O tal vez ha existido en otros momentos posteriores?
Creo que ahora no es fácil. En aquellos momentos fue muy coherente porque todos, a pesar de que pudiéramos tener diferencias estéticas, todos teníamos un horizonte utópico que nos unía, creer en una España libre, creer en la libertad, que nuestro mundo, nuestro espacio fuese democrático. Nosotros creíamos que nuestras obras eran libres y que estaban expresando esa lucha por la libertad, por la unión con el resto de países de nuestro entorno. Eso nos dio fuerza y coherencia, y creo que así lo entendió el mundo entero que abrió las puertas de sus espacios museísticos, de la crítica y el coleccionismo a nuestras obras. Creo que esto hoy no es tan fácil y eso sería muy complejo analizarlo.
Paco Auñón
Director y presentador del programa Hoy por Hoy...