La coronación de Feijóo

Barcelona

Hoy empieza en Sevilla el congreso extraordinario del PP que coronará a Alberto Núñez Feijóo. Y digo “coronará” porque al ser una convocatoria extraordinaria, los estatutos no prevén una ponencia política que marque el camino tras debatir abiertamente los posibles que puede haber para seguir la ruta y llegar al destino. Por esta razón, Núñez Feijóo tendrá las manos libres para encauzar la situación compleja y difícil de los populares que le aclamarán como el ungido por el destino y el deseado por las circunstancias.

Las bases le reverencian, los cuadros le aplauden y la cúpula le acepta. Tenían poco margen. Y el poco que había, él lo supo jugar con la destreza del buen gestor más que la habilidad del buen táctico. Y así, sin rival posible, desde el momento en que fueron a buscarle a Santiago, como los peregrinos persiguen la indulgencia con el camino, él se dejó querer, le insistieron, se hizo rogar, le imploraron y cedió. Y ahora que sabe que no había otro, ahora sabe que es la suya.

Pero, ¿cómo será y se reflejará esta, su gran oportunidad? Esta sigue siendo en este momento la duda razonable. Porque el pasado del que hoy los populares intentarán girar página deja muchas piedras en el camino. Alguna grande y muy reciente. El poder en Castilla y León negociado, pactado y cedido a VOX, el gran rival. Aquel a quien se cree que teniéndolo cerca y controlado se podrá someter hasta asfixiarlo electoralmente. Pero lo mismo creen, esperan y desean los tramontanos. Y de esa pugna sin tregua que se librará en la vieja España del trigo, deberá alimentarse también la histórica España del vino.

La duda razonable es si el espíritu de Pablo Casado que hoy se despide oficialmente de ustedes tras caer doblegado por las manos que le acuchillaron de noche y que eran las mismas que le aplaudían de día, seguirá planeando en el horizonte que no supo, no pudo o no quiso advertir adverso. Porque Madrid no es Santiago, ni siquiera Galicia. Madrid es España advirtió Díaz Ayuso. La aliada provisional que seguirá mirando de soslayo a Núñez Feijóo y a quien se tercie que pueda interferirse en su camino de presidenta sin límites.