El primer ministro de Hungría, el ultranacionalista Viktor Orbán, se declaró vencedor de las elecciones legislativas celebradas este domingo, en las que logró su cuarto mandato consecutivo por una amplia ventaja. «Hemos conseguido una enorme victoria», declaró Orbán ante sus simpatizantes, tras el 71% de los votos escrutados. La formación del primer ministro, el Fidesz, lidera con claridad, con un 54% de los votos, el recuento de las elecciones legislativas de este domingo. Estos comicios son los más reñidos desde que Orbán llegó al poder en 2010 debido a que los seis principales partidos de la oposición dejaron de lado sus diferencias ideológicas para formar un frente unido contra Fidesz. Orbán, de 58 años, gobernó Hungría los últimos 12 con una amplia mayoría absoluta que le ha permitido aprobar en solitario una nueva Carta Magna y enmiendas constitucionales con las que ha socavado la separación de poderes, según las críticas de la oposición y la Unión Europea (UE). El primer ministro, un crítico feroz de la inmigración, los derechos LGBT y los «burócratas de la UE», se ha ganado la admiración de los nacionalistas y la ultraderecha de Europa. El jefe de Gobierno se ha presentado como garante de la estabilidad del país y ha acusado a la oposición de querer involucrar a Hungría en la guerra por solidarizarse con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, cuyo país está siendo invadido por Rusia. Orbán, que tiene sintonía con el presidente ruso, Vladímir Putin, con quien comparte políticas conservadoras, secunda las sanciones de la UE contra Moscú pero se niega a entregar armas a Ucrania, prohibiendo incluso que material bélico con destino a Kiev transite por territorio magiar. Hungría ha acogido a casi 400.000 ucranianos que huyeron del conflicto bélico y la guerra se ha convertido en un tema de campaña, con la oposición calificando a Orbán de ser un «mini-Putin» por su tendencias autocráticas y subrayando su creciente aislamiento en la UE. Los partidos de la oposición y los observadores electorales de la OSCE han puesto el acento en las dificultades para derrotar a Orbán debido a su control de la mayoría de los medios del país y a contar con más medios financieros que sus contrincantes. Cada votante podrá emitir hoy tres papeletas: la primera corresponde a una de las 106 circunscripciones del país, la segunda a la lista cerrada de los partidos -con lo que se eligen otros 63 diputados del Parlamento unicameral- y la tercera es por el referéndum. Las últimas encuestas pronostican un empate del 47 % entre el partido del ultranacionalista Viktor Orbán, el Fidesz, y la coalición «Unidos por Hungría», que reúne a seis partidos de la oposición, desde la izquierda a la derecha radical. Ese empate no recoge el voto de los húngaros residentes en el extranjero, que suele beneficiar a Orbán. Es posible que las elecciones las decidan los indecisos, que en un entorno de incertidumbre por la guerra en la vecina Ucrania pueden apostar por la continuidad. Las encuestas predicen que ningún otro partido superará el umbral del 5 % para entrar en el Parlamento. El número de ciudadanos con derecho a votar es de poco más de 8,2 millones, de los que 7,7 millones votan en Hungría, mientras que 450.000 lo harán en el extranjero. Además de decidir si ponen fin o alargan los 12 años de Gobierno de Orbán, los húngaros han votado este domingo en un referendo sobre una ley que el Gobierno impulsó como de defensa de los menores pero que acabó vinculando la homosexualidad con la pederastia. La consulta vinculante se refiere a una ley que fue planteada inicialmente para luchar contra los abusos a menores pero a la que el Fidesz, el partido de Orbán, añadió a última hora cláusulas sin relación con la pederastia y que prohíben hablar de homosexualidad o cambio de género a los menores. La aprobación de la ley provocó que la Unión Europea abriera un procedimiento de infracción contra Hungría, al considerarla homófoba, discriminatoria y contraria a los valores comunitarios. El referendo consta de cuatro preguntas redactadas de forma que hace difícil que buena parte de los húngaros se opongan a la ley. ¿Apoya usted que en los centros de educación pública se realicen charlas sobre orientaciones sexuales sin el consentimiento de los padres?« y »¿apoya usted la promoción de terapias de cambio de sexo en menores de edad?«, son dos de las preguntas. A ellas se suman otra sobre permitir la difusión »sin control« de contenidos sexuales que »puedan influir en el desarrollo de los menores y una cuarta sobre informar en los medios de comunicación a los niños sobre el cambio de sexo. El Gobierno, que ha pedido a los húngaros que contesten no a todo, asegura que sólo quiere defender a los menores de edad de lo que considera un intento de la UE de divulgar ideas sobre cambio de sexo o sexualidad en los colegios. Para que el referéndum sea válido se exige una participación mínima del 50 %, aunque su invalidez no significa que la ley -ya en vigor- se deje de aplicar.