Soledades y precariedades: el First Dates para compartir piso entre mayores y jóvenes
Uno de cada cinco mayores en España vive solo y cada vez más jóvenes y estudiantes no pueden hacer frente a los gastos derivados de la vivienda.
Un remedio contra la precariedad y la soledad
Madrid
Paola es de Guadalajara y estudia Música y Filosofía en Madrid. Antes de mudarse a la capital hizo cuentas del dinero que podía necesitar para pasar, al menos, el primer año y claro, las cuentas no salían. Algo similar le ocurrió a Karin, una peruana de 33 años que vino a España a estudiar un programa de Inteligencia Artificial.
Edelvina tiene 86 años y es viuda desde hace 18. No tiene hijos pero sí sobrinos que se preocupen por ella a diario. Luisa, un poquito más mayor, con 93 años, estuvo 51 años casada pero también lleva 17 viuda.
Hace un tiempo se enteraron de la existencia del programa Convive de Solidarios y ahora Edelvina y Paula por un lado, y Luisa y Karin, por otro, son compañeras de piso. Las dos parejas se ayudan mutuamente. Las mayores amortiguan su soledad mientras que las jóvenes sortean la precariedad y los altos precios de la vivienda compartiendo piso a cambio de pasar tiempo con Edelvina y Paola y pagar la mitad de los gastos.
En España, la población de personas mayores de 65 años se ha multiplicado por siete desde principios de siglo hasta superar los siete millones. Uno de cada cinco mayores viven solos, de ellos, el 40% supera los 80 años. Para acceder a este programa hay que cumplir una serie de requisitos: Los mayores tienen que ser independientes, no tener enfermedades o discapacidades graves y una habitación libre en su casa. Los jóvenes, de entre 20 y 30 años, tienen que ser estudiantes matriculados en las universidades con las que tienen convenio.
El programa lleva más de dos décadas funcionando pero claro, al final, los acuerdos de convivencia son siempre muy personales. A Edelvina le habló del servicio una amiga y probó porque empezaba a sentirse mal estando sola. Durante estos años de pandemia ha echado mucho de menos los viajes a balnearios que cada año hacía con el IMSERSO y eso agravó su sensación de soledad. Con esto de compartir casa está encantada porque dice que todas las chicas que le han tocado han sido muy majas. La primera era de Santo Domingo y estaba aquí haciendo un máster. La segunda de Jaca, no encontraba trabajo y se volvió a su pueblo. Una francesa estuvo solo dos meses porque encontró trabajo en Francia.Y Paola es la última que ha repetido este año. Cada una se hace su comida, su habitación, mantienen limpio el baño. Para Luisa y Edelvina solo hay una línea roja: No fumar y nada de hombres.
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