Oportunidades, dignidad y reconocimiento

Estuvieron cuando las calles estaban vacías, cuando el mundo se paró. Estuvieron para ayudarnos y para darle la mano al que luchaba en soledad por su vida. Estuvieron también cuando los picos más fuertes de la pandemia obligaron a los hospitales a triplicar, como poco, su capacidad. Estuvieron ahí, y en realidad siempre están. Los llamamos héroes, fijamos a las 20 de la tarde el ritual de agradecimiento, colgamos pancartas en nuestros balcones para darles nuestro apoyo. ¿Y ahora qué? Estuvieron y están. Siguen aquí, no se han ido.

Sin embargo, todos estos contratos han llegado a su fin. Como si de una herramienta de usar y tirar se tratara. Han sido herramientas muy valiosas, sí. Hemos tenido la suerte de poder aprovechar su utilidad, también. Pero no se tiran, no. Son miles de personas capacitadas que han puesto en juego su vida para salvar a tantas otras, y cuando no ha podido ser, lo han intentado hasta el final.

Sanitarios de todo el país se encuentran ahora en una situación no solo de desempleo, sino de injusticia. Se van al paro, mientras la Atención Primaria sigue colapsada, mientras las listas de espera quirúrgicas vuelven a los niveles pre pandemia. Desde el perfil de una persona de 21 años que acaba la carrera en dos meses, no sabría decir muy bien si esto va a tener solución, aunque así lo espero.

Pero sí que sé una cosa. No volvamos a decir que en España faltan profesionales. Los hay. Los hay y muy capacitados. Démosles oportunidades, dignidad y reconocimiento. Eso sí que falta.