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Jacques Audiard: "El cine tiene que tener una dimensión erótica"

El director francés se adentra en las vicisitudes del amor moderno en 'París, Distrito 13', un drama en blanco y negro que captura el desencanto y la volatilidad de una generación marcada por la precariedad

Jacques Audiard durante la presentación e 'París Distrito 13' en el Festival de Cannes / CHRISTOPHE SIMON/AFP via Getty Images / CHRISTOPHE SIMON

Jacques Audiard durante la presentación e 'París Distrito 13' en el Festival de Cannes / CHRISTOPHE SIMON/AFP via Getty Images

Madrid

Cuando el filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman acuñó el término de ‘modernidad líquida’, aún no se hablaba de millennials ni de los efectos de la precariedad en una generación. La crisis de 2008 amplificó la idea del pensador polaco y contaminó también todos los ámbitos de la esfera pública y privada de muchos jóvenes. El trabajo, el tiempo, la emancipación y hasta el amor están hoy atravesados por esa concepción fluida e inestable, por la fragilidad de los vínculos humanos y por un estado de ánimo de cierta desesperanza. Jacques Audiard (París, 1952) captura toda esa atmósfera y a la vez se afana en rebatirla en ‘París, Distrito 13’, un drama en blanco y negro en el que disecciona el amor y el vacío existencial de cuatro treintañeros.

El director francés, uno de los grandes narradores contemporáneos, parte de las novelas gráficas del americano Adrian Tomine para mostrar los debates internos sobre la identidad -dos de ellos son migrantes de segunda generación-, sobre el amor en tiempos de Tinder y el vértigo al compromiso, sobre la falta de oportunidades y sobre el sexo como el modo de exorcizarlo todo. El guion lo firma el propio Audiard junto a Céline Sciamma -directora de Retrato de una mujer en llamas y Petite Maman- y la guionista Léa Mysius. La cinta sigue las relaciones cruzadas entre cuatro jóvenes en el Distrito 13, un barrio de clase obrera y multicultural, de grandes edificios alienantes y pisos antiguos alejado del glamur parisino y de la marginalidad de las banlieu.

Un París pocas veces reflejado en el cine que retrata a una falsa clase media. Diplomados y licenciados de una generación empobrecida por la crisis, con trabajos precarios y exasperantes, que pagan alquileres altos y viven en una búsqueda de sí mismos tras cumplir todo lo que se les dijo. Lucie Zhang -ganadora del premio a mejor actriz en el Festival de Sevilla-, Makita Samba, Noémie Merlant y Jehnny Beth son los protagonistas de esta incursión desenfrenada y amarga en el amor moderno, la soledad y la orfandad emocional. Audiard compone un retrato fresco, diferente en forma y fondo de su estilo, donde logra que las imágenes transpiren. Como en buena parte de su filmografía, desde la ganadora de la Palma de Oro 'Dheepan' al neowestern 'Los hermanos Sister', su cine huele. Y 'París Distrito 13' huele a sexo, a sábanas sudadas, a amores erráticos e impulsivos, a precariedad y desencanto.

¿Por qué le interesaba mirar en este momento a la juventud? ¿Qué buscaba?

No sé si realmente es un retrato de la juventud, es un grupo de gente donde no importa la edad, tampoco sé si son socialmente representativos de la juventud. También habría que definir hoy qué es la juventud, en este caso es un grupo de 30 a 35 años, no son ni adolescentes ni pos-adolescentes. El punto de partida de esta historia son las tres novelas gráficas de Adrian Tomine, que me gustaron e interesaron mucho. Tenía ganas de hablar del amor, del discurso amoroso en tiempos de aplicaciones como Tinder o las redes sociales.

Viendo la película pensaba todo el rato en el filósofo Zygmunt Bauman y la modernidad líquida

No lo he leído

Él habla de un mundo fluido y volátil, sin soportes fijos, y eso afecta desde lo laboral a las relaciones sentimentales

Sí, de alguna manera la comparación es exacta aunque no haya leído el libro. De forma más prosaica quiero describir a una clase media de jóvenes cultivados, cultos y diplomados a los que la sociedad no corresponde con los objetivos que se habían fijado. Hay una precariedad que se ha extendido a todo. Tú hablabas de un mundo líquido, yo lo veo más como un mundo flotante y la pregunta es hasta cuándo esta gente va a flotar. Es una época muy compleja en este sentido, no hay un compromiso social que responda a esos jóvenes. Comparado con mi propia experiencia y con mi generación, yo a esa edad de los 30 ya llevaba 10 años trabajando, en pareja, con una vida estable… Eso ha cambiado totalmente.

Habla de una precariedad que es transversal a muchos de estos jóvenes y personajes de la película, ¿son una falsa clase media? Creo recordar que en Cannes decía que eran una generación desclasada

Son gente que no se identificada con una clase social. Y si les preguntas, les costaría mucho identificarse con una. Ellos hablarían más en términos de formación y estudios, tengo un máster, bachillerato… pero es cierto que ya no tienen esa conciencia de clase. En el film cada personaje respondería de una forma distinta. Por ejemplo, Lucie, la joven de origen chino, está más pendiente de escapar de sus problemas familiares. Los tres personajes se equivocan sobre sí mismos, no son lo que ellos piensan, y la historia demuestra cómo se acaban encontrando, cómo alcanzan su propia verdad. Él único personaje que se conoce es Amber, la chica detrás de la cámara que de alguna manera mueve las fichas de los demás.

¿Qué papel juega en toda esta ecuación el sexo? ¿Es como un exorcismo?

Una de mis influencia es ‘Mi noche con Maud’, de Éric Rohmer, que es una película de crecimiento también. Cuando la vi como espectador, sentí que era un libro de imágenes sobre cómo un hombre y una mujer pueden seducir. Y eso hoy en día es lo que me pregunto, cómo sería el discurso amoroso con las aplicaciones de citas. Tienes sexo la primera noche pero después qué, qué viene después, qué tipo de palabra aparece, qué sienten y piensan…

¿Se ha mercantilizado también el sexo y el amor como bien de consumo rápido?

Depende, no es lo mismo. Está el amor, el sexo y hay un tercer elemento, la intimidad. La intimidad va más allá de lo físico. Antes acababas desnudo y abrazado, ahí había una intimidad que habitualmente era el objetivo final. Ahora todo se disocia, la clave es cómo se conjugan, cómo se cierra el círculo de amor, sexo e intimidad.

Ha elegido un barrio que tiene un significado especial para usted. Un barrio alejado de la visión de París de pisos enormes y cenas con vino, y también de la mirada marginal al extrarradio ¿Qué le permitía narrativamente esta localización?

Es un barrio de París pero parece como si no fuese París. Yo viví ahí 10 años y lo conozco bien, de hecho me fui y hay veces que me arrepiento. Es un barrio muy distinto al resto de París, en el cual da la sensación de que se ha roto lo que había antes y se ha vuelto a construir. Es una mezcla entre el sentimiento de una vida de pueblo y una gran modernidad de ciudad. Por eso también utilizo el blanco y negro, quería mostrar París sin que pareciese París, necesitaba alejarme de las imágenes más tópicas de la ciudad.

Hay también un contraste, una tensión, entre esos edificios enormes de pisos iguales, unas estructuras alienantes y el mundo cambiante, inestable y contradictorio de los protagonistas

Efectivamente, también porque es de los pocos barrios donde puedes ver una población tan mezclada a nivel cultural, étnico, social y universitario. Es una zona donde hay varias facultades cerca y es una mezcla casi única en París. Es el barrio donde hay que vivir ahora.

Desde su último western a este relato poliamoroso, hay una cosa que me fascina de su cine. Sus imágenes huelen -Risas- Aquí podemos oler las sábanas después del sexo ¿Eso cómo se crea?

Sí, eso tiene que ver con mi propia relación con el cine. El cine tiene que tener una dimensión erótica, tiene que erotizar de alguna manera las situaciones, los rostros… Es algo que intento obtener en todas mis películas, no siempre lo consigo ni sé muy bien cómo lo hago, pero es una meta que no quiero peder de vista. Por ejemplo, hay que amar mucho a los actores, y yo los amo mucho para conseguir eso. Me molestaría no lograrlo. Por ejemplo, con el personaje que interpreta Lucie Zhang era difícil, es una actriz que no había hecho nada antes y es complicado llegar a ese nivel. Hay que llevar su personaje a esta joven seductora y chispeante pero está a años luz de lo que es ella como persona. Todo ese juego con los intérpretes es difícil.

Y en toda esta historia de amor, sexo y precariedad, también late cierto desencanto, ¿eso es transversal a toda la sociedad contemporánea?

Estoy de acuerdo en parte, ellos son unos personajes desencantados con todo lo que les rodea. Pero la cuestión es cómo se vuelven a encantar, si el amor puede vencer eso. De forma muy paradójica, los dos personajes que se encuentran gracias al amor, incluso de la manera más romántica, lo hacen a través de una pantalla. Es curioso y contradictorio.

Habla mucho y vuelve siempre el amor, ¿por qué en este momento de su carrera lo mira con tanta pasión?

Hace mucho tiempo que quería hablar de esto y justo ha coincidido también en un momento histórico, con la pandemia, con el miedo al otro. No hay que dejarse llevar por eso. Es curioso también que en el momento de rodaje, en pleno confinamiento, con toque de queda, gel en las manos y distancia social, los actores empezaran a desnudarse, besarse y tener sexo -Risas- Estamos viviendo una época un poco triste para el amor, cada uno está en su casa, sale con mascarilla, y quería retratar justamente otro tipo de energía.

¿Cómo ve la situación del cine? Francia es casi una excepción, pero qué futuro le ve al cine de autor, a su cine, en salas

Muy, muy, muy difícil. Sé que en España es peor, por eso he venido para apoyar la película. En Francia el mercado ha bajado un 30%, en el caso del cine de autor llega hasta el 50%. Es terrible. Yo creo en las salas de cine, hemos ido viniendo pequeñas fisuras en los últimos años y ahora el Covid ha abierto una grieta enorme. Aunque nos esperábamos esto, es como el cambio climático, nos vemos en medio sin tener respuestas ni soluciones. No sé cuál es la salida, no tengo muy claro que sean las plataformas, dependerá de cada película y de cada autor.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 

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