Primates

Asturias

Primero somos primates que aprendemos a hablar por repetición. Si uno tiene suerte, también empieza a pensar con las palabras que nos van enseñando o que nos enseñan a aprender las palabras de las cosas, las acciones, sus tiempos, su desarrollo.

Luego nos van enseñando las instituciones, Marx diría la superestructura. Bueno, aquello que rige por encima de las palabras, las cosas y las acciones.

Pero alrededor está la meteorología, el pasisaje, que también son palabras y pensamiento. Nos condiciona, eso es otra, si llueve o hace sol. Hoy que es miércoles en el Cantábrico y en la capital, hay un sol de Madrid, en Cantabria, en Asturias: un azul incontestable para la tranquilidad y el enfoque de los grandes pintores y cineastas. Pero los periódicos, sus titulares, cada vez son más amarillos. No me detendré a explicarlo. Solo diré que cada vez somos más simios.

Igual es un insulto para el mono que, algo, supongo, que piensa quizá sin palabras o que, sin palabras o gritos de advertencia inarticulados, llama a algo.

Y entonces nos iremos quitando las mascarillas, el embozo para ver qué decimos además de lo que pronunicamos. A Guardiola, el entrenador del Mánchester menor, cada vez me recuerda más a Gorbachov, le vi tirando el agua de una botella que no necesitaba para seguir el partdido cuando su mejor jugador estableció el 1-0. Es parecido el gesto de una semana antes de Luis Enrique, el seleccionador, pero sin derramar el agua cuando uno de su futbolistas contradijo sus órdenes de que no somos primates. Pierde Guardioa. Y mira que le tenía cariño. Y además, al menos las cámaras no lo destacaron, no saludó al final al entrenador rival. Simeone gana. Y con él, hasta Guardiola, todos.