Mejor los buenos modales que los malos

Barcelona

Así como lo bueno es mejor que lo malo, son mejores los buenos modales que los malos. Esta es la síntesis rápida del encuentro entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el nuevo jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. Cualquier ciudadano normal dirá, ¡pero si esto es obvio! Claro que tiene razón. Pero en estos tiempos estamos, en los que lo obvio, los modales, las maneras, la corrección de las formas, constituyen una noticia de primera. Y además, conviene subrayarlo, porque una manera adecuada de relacionarse es requisito y símbolo del respeto. Y sin respeto no hay institución que funcione. Y las instituciones son básicas para todos, porque nos organizamos la vida colectiva precisamente a través de ellas.

Ha habido algo más entre los dos líderes. Una cierta sintonía en que debe desbloquearse la renovación del poder judicial, cuyos gestores llevan ya tres años con el mandato caducado. Pero nada de nada en el capítulo económico. Normal. Antes de que se puedan considerar unas posturas, estas deben ser sólidas. Y la idea conservadora de una rebaja generalizada de impuestos es una fantasía peligrosa. ¿Cómo van a financiarse las nuevas necesidades derivadas del impacto de la guerra? ¿La inversión en armamento y en apoyo armado a los ucranianos; la inversión en energía, en suministro energético y en rebajar el precio de la electricidad; la inversión en acoger refugiados? ¿Con menos dinero? Al revés. Todo eso cuesta más dinero, mucho más dinero de lo que todavía pensamos. ¿En qué mundo viven los populares? ¿O no saben que, nos guste o no, estamos en guerra? ¿O piensan que su coste solo debe recaer en las espaldas de los gobernantes Aterricen cuanto antes, por favor.

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