Halyna Yavorska: "Quiero volver a casa lo antes posible aunque para muchos no habrá a dónde regresar"

Vitoria

Halyna Yavorska vivía hasta antes de la invasión rusa junto a su familia en la zona de Leópolis, al oeste de Ucrania. Ella trabajaba como secretaria en una notaría, en una localidad pequeña; su hija mayor, como arquitecta en Lviv. Tras el inicio de la guerra se resistía a dejar el país pero el peligro crecía y su marido insistió. La angustia de las alarmas, los búnkeres era algo muy duro de soportar, cuenta Halyna. Ella y sus dos hijas han llegado a Vitoria por casualidad.

Halyna desea que todo acabe pronto. Que Ucrania gane la guerra. Quiere volver, pero le asusta la situación que puede deparar la posguerra - en su caso imagina a 3 personas en casa sin trabajo- y es consciente de que muchos no tendrán un lugar al que regresar. Está muy agradecida por la acogida en Vitoria y confiesa que pedir ayuda es algo muy duro de asimilar. Querría trabajar cuanto antes pero es consciente de que el idioma limita las oportunidades. Ya está estudiando español, pero necesita unas gafas -que no puede costearse- para ver bien la pizarra y moverse con soltura por la ciudad.

Espera que el oeste del país, la zona de donde procede, quede libre de ataques porque es donde se concentra la población desplazada y la ayuda humanitaria y asegura que cuando regrese, tras la guerra, invitará a todo el mundo a que vaya y mandará muchas fotos de su ciudad, porque es muy bonita. Ríe al formular esta promesa y desea que una risa como esa sea de nuevo, algún día, un signo de felicidad.

María Dobryanska e Iryna Babii, dos de las voluntarias de la asociación Ucrania Euskadi, que acompaña a Halyna, explican que el colectivo ha fijado su sede en el edificio de Iparralde 2 y que en esta oficina atenderán tanto a las personas refugiadas como al voluntariado que necesite información.

No repartirán en esta ubicación ni comida ni productos de higiene. Entienden que las organizaciones locales tienen capacidad para ir asumiendo esa labor. En uno de los dos almacenes que gestionan han ubicado un ropero y en el otro siguen recogiendo y paletizando los materiales que envían a Ucrania. Hasta hace unas semanas solo podían garantizar con toda seguridad la llegada de esta ayuda hasta Polonia, pero ahora -cuentan- ya han conseguido generar vías fiables de logística para penetrar en el país.

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Las donaciones que en un inicio fueron muy voluminosas empiezan a ralentizarse e Iryna espera que no decaiga y que el de Ucrania no derive en un conflicto olvidado. Semanalmente actualizan en su página web los elementos más necesarios en la zona.

De momento -dicen- la red de ayuda de las organizaciones locales no está al 100%; falta recorrido para engrasar la maquinaria pero confían en que en poco tiempo quienes llegan puedan recibir una atención integral. Dicen que en Álava ya son unas 200 personas acogidas y no paran de venir.