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Eneko Sagardoy: "Tengo muy poco miedo a meter la pata"

El actor se convierte en un Joker de Malasaña que habla con tres ovejas en el original y arriesgado debut de Jose Corral Llorente

Eneko Sagardoy, durante la presentación de 'Contando Ovejas' / Pablo Cuadra/Getty Images / Pablo Cuadra

Eneko Sagardoy, durante la presentación de 'Contando Ovejas' / Pablo Cuadra/Getty Images

Madrid

Ha interpretado a un gigante, a un demonio, a un periodista que vive el daño colateral de ETA, a un novio paciente y comprensivo, a un policía local… La carrera de Eneko Sagardoy (1994, Durango) muestra su versatilidad y riesgo. Lleva 10 años trabajando y ya dice, bromeando, que se siente un señor. El actor, con un pie en el cine y las series y otro en el teatro, estrena ahora ‘Contando ovejas’, una comedia negra loquísima rodada tras salir del confinamiento que esconde muchas temas detrás de la mezcla de géneros y la aparición -esto es real- de tres ovejas que hablan. La original propuesta del debutante Jose Corral Llorente muestra a un personaje huraño, con problemas de insomnio e invisible para los demás que se se encarga de la limpieza y los arreglos de un viejo edificio. En ese lugar solo viven una anciana, su cuidadora y un camello, al que da vida Juan Grandinetti, que organiza fiestas y surte de drogas a lo modernos. Entre ellos, su novia, una reconocida actriz interpretada por Natalia de Molina.

La idea de José Corral Llorente viene de su su anterior trabajo, ‘Down by love’, un corto a partir de maquetas y animaciones en stop motion. Ese es el hobby del protagonista, que en su precaria habitación tiene una maqueta con un prado y unas ovejas que no saltan la valla. Una metáfora de su mente, sus problemas y el tira y afloja interno personificado en las voces de tres ovejas que representan la lucha entre el ego, el intelecto y el miedo. Eneko Sagardoy se convierte en un Joker de Malasaña en esta inmersión bizarra, desconcertante y violenta en la psique de un hombre desvalido, abandonado pero también manipulador y misógino. Sobre este personaje extremo, salud mental y soledad, sus papeles en el teatro y una carrera cocinada con tranquilidad charlamos con el actor.

¿Eras de lo que contabas ovejas de pequeño para dormirte?

Yo era de los que intentaba contar pero me dormía muy rápido. Hay una frase que mi padre me repetía mucho cuando era pequeño y me iba con mi hermano a la cama. Nos gritaba desde el pasillo: ¡pesadillas fuera! Y esto era mano de santo. Hoy en día cuando me empiezo a rayar por la noche, me digo, ahora no vas a pensar bien, mañana todo se va a ver mucho mejor. Y me funciona. Duermo profundamente.

¿Cómo llegas a esta locura de proyecto?

Ya, ya, ya, ya - risas - Pues imaginad cuando aún no había hecho la película y me preguntaban qué iba a rodar. Y yo tenía que decir que iba a rodar una cosa en la que se me va la pinza y hablo con tres ovejas que salen de las maquetas que hago yo en mi habitación. Es de estos guiones que cuando los lees, te da pánico. Puede ser una absoluta locura y una cosa ridícula o puede estar bien y ser una cosa inolvidable. Luego con el tiempo decir, te acuerdas de esta peli de las ovejas que hablaban… Si me daba ese miedo, era buena señal al menos, así que decidí hacerlo a tope. Y sí, Manolo Solo es una oveja.

¿Leíste primero el guion o te llamo antes el director y te puso sobre aviso?

Me llamó Pedro Hernández, el productor de Aquí y Allí Films, y me dijo, Eneko, tengo una locura para ti, yo quiero que la hagas tú, míratelo. Luego hablé con el director pero yo estaba pensando en qué momento me dirían que el proyecto finalmente se caía. O que las ovejas no hablaban, pero si las quitas, no tendría sentido. Pero de hacerlo, pues hagámoslo así de punki, de loco. En rodaje fue como cuando hice de gigante, me preguntaba, ¿de verdad esto se lo va a creer alguien, va a funcionar? Creo que hemos construido un mundo muy particular y a mí me da mucha risa.

Ahí está también tu trabajo para que nos creamos a ese personaje con insomnio, con inseguridades, con miedo… No sé explica realmente todo lo que le pasa, pero se intuyen problemas mentales ¿Es esto importante, mostrar esta realidad con esta propuesta tan loca?

Totalmente. La maravilla del cine o de contar historias es que por un lado está el envoltorio, en este caso puede ser una comedia negra con thriller muy bizarra, pero en el fondo hay muchas temas. Yo era la primera vez que hacía comedia, pero como pasa muchas veces con la comedia, tenía que no hacer comedia para hacer comedia. Uno de los temas que intenté tratar muy seriamente fue preguntarme qué le pasaba realmente al personaje de Ernesto. Aparte del insomnio, vive en una soledad tremenda, muy aislado, creando un mundo muy ficticio mientras hace maquetas en su habitación minúscula, precaria, fría, sucia… Muestra también el viaje de estas personas que están con problemas de salud mental, que no tienen a quién pedir ayuda, que su entorno no las protege de ninguna manera y explotan. Y lo más triste es que cuando explotan, tampoco ve nadie esa explosión. Es tristísimo. No es una película optimista, es muy realista. Si estás solo y estás mal, probablemente acabes peor y más solo aún, si no acabas haciendo daño a alguien de tu entorno o a ti mismo. Es desolador, pero me imagino a muchísima gente hoy en día de esta manera y sin poder pedir ayuda, sin optar a ayudas en la salud pública, y sin ni siquiera identificar lo que le está pasando. Es terrible.

Tiene algo de Joker

Sí, es verdad

De Joker de Malasaña, es la cara b

Totalmente, yo he vivido en Madrid en muchas casas y me imaginaba perfectamente un edificio así, con una portera así como Consuelo Trujillo. Aunque parezca un disparate de película, de historia y de personajes, descafeinándolos solo un poco nos podemos imaginar o poner nombre a todos los personajes. Me parece terrible ir paseando por Malasaña y tener esta cara b, estos barrios tan gentrificados, cada vez más impersonales, que guardan este tipo de historias con gente que son verdaderamente víctimas, es la parte más hiriente de esta sombra tan asquerosa.

Y además de enfrentarte a ese edificio, te enfrentas a tres ovejas que están en un prado que simboliza tu mente. Representan el ego, el intelecto y el miedo y su lucha interna, ¿eso es también casi el psicoanálisis de un actor?

Totalmente, es una escuela de interpretación. Jose Corral quería proyecta todas esas voces, todos esos puntos de vista que habitan al ser humano. En este caso, pues como tenemos al clásico demonio y ángel en la espalda, tenemos a tres ovejas de papel maché que simbolizan eso. Hay una parte que te dice, mátalos, destrúyelo todo. Luego está la razón, que es la parte más sana o esperanzada, la que te dice cuidado, puedes con esto, olvídanos. Y también está la tercera oveja, que es el miedo absoluto, el miedo estando bien y estando fatal. Eso es divertido porque el espectador cada vez se acerca más a una oveja según el momento, es algo muy arquetípico, pero todos nos podemos ver en las decisiones del día acercándonos a una de esas ovejas.

La película también rompe esa dicotomía de buenos y malos, incluso tu personaje que es el desvalido con el que empatizas al principio, acaba haciendo de todo…

Claro, es terrible

Así es Eneko Sagardoy, no nos engañas, ¿esos son los papeles más interesantes para un actor?

Sí, está siempre esa cosa de que en una película siempre tienes que empatizar con el protagonista. Pero decíamos, en una escena concreta con Natalia de Molina, es un ser absolutamente machista, misógino, abusador y manipulador ¿Cómo es posible que dé pena? Eso genera incomodidad en el púbico, que dirán al principio, qué pobre, pero luego verán que no. Esto se acerca a la complejidad del día a día y de cómo somos realmente. Jugar a hace estereotipos llanísimos creo que no es interesante, y sobre todo no es real. En este caso, para mí es divertidísimo hacerme el pobre y fingir que no me entero de nada, que estoy solo y el agua caliente no va, pero al mismo tiempo hacer las cosas que hace. Sí tiene algo de Joker, adelgacé hasta los 61 kilos con mi dietista Susana y todos los análisis pertinentes. Hay algo de abandono, la sociedad lo hace con él y él lo hace consigo mismo. Los que no lo hacen son las ovejas.

¿Cómo es rodar en un espacio tan pequeño, siempre interior? Y lo principal, ¿esa ovejas te hablaban realmente o te lo tenías que imaginar?

Yo ya pensaba que habiendo hecho de diablo, de gigante, ya estaba, no podía hacer cosas más friki. Y de repente yo me acuerdo de ver las cabezas de las ovejas de papel maché y decir, esto no puede ser, no lo voy a tomar en serio. Estaban los tres actores, son Luis Sacristán, Sergio Dorado y Juan Serrato, que hacen un trabajazo y estuvieron dentro de esas máscaras y esos cuerpos una semana después de salir del confinamiento. Fue una semana después en un edificio de la Plaza de Santa Ana de Madrid, y parecía un alargamiento de confinamiento. Me ayudó esta cosa terrible de ‘utilízalo’, que me da mucha rabia que nos dicen a los actores. Pero es cierto que era algo así claustrofóbico que a mí me ayudó. No rodamos nada en exteriores, lo único las imágenes de animación que mezclan imagen real y 3D, y sí hay algo de paisaje. Fue otro confinamiento, estábamos realmente aterrorizados y con una incógnita muy grande de cómo íbamos a hacer un rodaje en pandemia.

Pero, ¿las ovejas te daban réplica o no?

Esto es increíble. Tenían una máscara increíble y yo escuchaba distorsionado lo que decían. Tú estás en plano, muchas veces veía cuando acaban y me iba a la acción. Era muy incómodo, se chocaban con las paredes, se caían, le metían ventiladores por debajo de la máscara… Fue terrible, y yo ahí en calzoncillos diciendo, sois mi invención. El resultado es muy particular, muy analógico, muy artesano. No estamos acostumbrados a ver este tipo de personajes. En el momento era un poco loco, pero ahora viéndolo, hemos hecho una cosa muy personal del mundo del director.

Has hecho, como decías, de gigante, de diablo, de periodista, hasta de chico normal en ‘Mia y Moi’, ¿qué hay en todos los personajes o decisiones que has hecho? ¿Crees que ven en ti cierto atrevimiento o versatilidad?

Para empezar, creo que soy fácil como trabajador -Risas- De ir con el texto bien aprendido, con muchas propuestas, de estar en tiempo siempre. Son cosas básicas pero que tienen que estar. Es cierto que he hecho propuestas muy extremas o muy arriesgadas, y lo doy todo. Desde que empecé, tengo muy poco miedo a meter la pata. Cada vez tengo algo más de presión o me juzgo un poco más, pero me digo, a tope con esto. Yo me comprometo mucho, pero yo no firmo la película. Eso de alguna manera me da tranquilidad. No sé si realmente he escogido yo o me han llegado estas cosas pero son personajes que yo no hubiera soñado nunca. Entonces, es muy divertido, me siento muy afortunado con estas cosas que me ofrecen.

Sigues haciendo muy teatro, ¿qué te aporta como actor? Mucha gente de tu generación no tiene esa experiencia sobre el escenario

Ahora estamos acabando la temporada en Matadero de ‘Kingdom’, de Calixto Bieito. Es un laboratorio, el teatro te deja fallar muchísimo tanto en los ensayos como en las funciones, es una repetición. En el cine repetimos un par de minutos una y otra vez pero aquí en una hora y media de repeticiones hay algo de que se abren puertas, te cuestionas, pruebas, no pasa nada, no es tan punitivo si sientes que no llegas o aciertas. Te puedes decir, mañana lo hago de nuevo. En esa repetición, en esa libertad, en esa adrenalina, yo siento que hago músculo. Descubro nuevos territorios, me veo haciendo cosas que a lo mejor en la primera o segunda función no salían. Me genera mucha confianza en mí mismo, mucha diversión y luego me conecta mucho con el trabajo oculto. El cine tiene algo de muchísima más exposición y el teatro no, eso me hace estar atento, con mucha motivación y curiosidad, que es lo que me mueve, para ver qué puedo hacer y con qué puedo sorprender al público y a mí también. El teatro me da todo eso desde la relajación. Probar, probar y probar.

Nos encanta actores con esa curiosidad, que ven cine, teatro, leen, y están interesados en lo que se está haciendo. El año pasado te llamamos para comentar ‘Minari’, ¿este año qué te ha gustado y en qué te hubiera gustado estar?

Sin ninguna duda en ‘El poder del perro’

Eres un poco Kodi Smit-McPhee

Sí, sí, sabes quien me lo dijo, os vais a mear con esto. Me escribió Tina Sainz, yo hice teatro con ella y le tengo mucha estima, y me dijo: tú eres este actor, me he acordado todos el rato de ti. Tanto su personaje como el de Benedict Cumberbatch los hubiera hecho muy a gusto. Evidentemente por la dirección, los paisajes, la historia que cuenta, las masculinidades que pone sobre escena, pero también por el cuidado del código de interpretación en la relación de los personajes, con intenciones tan claras, con unos diálogos tan sutiles… Me hubiera encantado muchísimo

¿En qué momento te sientes de tu carrera? ¿Llegan muchas cosas y dices que no, mides bastante a qué dices sí? Porque siempre depende del otro, del que llama

Por un lado, estoy en el momento más tranquilo, con muy poca ansiedad de lo que llega, de lo que tengo que hacer, nada de esta cosa tan de actor del ahora, de estar presente. Creo que es una cosa muy sana, nos cuesta a todos tengamos el oficio que tengamos. Ahora estoy muy centrado con esta obra, tengo dos películas para después de verano, el estreno de ‘Irati’ que creo que es una película que va a impresionar muchísimo, estoy muy contento… Tengo menos ambición en el peor sentido de la ambición. Cuando estaba rodando ‘Irati’, que era una locura en el mejor sentido, con caballos y espadas, estaba los fines de semana con ‘La clausura del amor’, de Pascal Rambert, en euskera. Imagínate, me sentía muy afortunado, pero me gusta estar con los dos pies en cada proyecto. Llevo diez años y ya me siento un señor aunque acabe de empezar. Ojalá ir poco a poco en proyectos en los que crea mucho, de los que luego esté orgulloso, en los que me pueda arriesgar independientemente del resultado, e ir aprendiendo. Ahora mismo estoy feliz en el teatro, tenemos gira hasta finales de junio, viendo a Josep María Pou. Yo me tiro detrás de un sofá y estoy ahí tumbado 20 minutos ensangrentado y veo a Pou largando un monólogo impresionante de Shakespeare y estoy intentar captar cada movimiento. Con esto se resume todo, tengo todos los días a Josep Maria Pou haciendo esto, luego ya vendrán lo que tenga que venir.

¿Y qué tal trabajar con un enfant terrible como Calixto Bieito?

Él dijo una frase que me encantó. Lo de enfant terrible se lo inventaron los franceses para vender más entradas. Es una maravilla, es el director también del Teatro Arriaga, es la segunda vez que trabajo con él y me lo pasó muy bien. Él tiene mucha confianza hacia los actores, que se pueden convertir también en un pequeño desamparo, te da muy pocas notas de interpretación, te da mucho material plástico e imágenes pero luego te lo tienes que trabajar tú y él simplemente está observando. Se fía mucho de la confianza del actor consigo mismo y se fía mucho de su intuición propia. Eso dice mucho en una época donde la producción parece que tiene que ser rápida, eficaz y a la primera, se agradece mucho. Es esto que decía de tener un espacio de libertad, de fallar, confiar y conectarte contigo mismo. Si te apetece proponer esto, propónlo. No sé si enfant terrible, pero Calixto Bieito es una persona muy buena que te deja probar sin ninguna bronca.

 

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