¿Por qué 'Las meninas' no le gustan a todo el mundo?
Marina Fernández entrevista a Miguel Ángel Cajigal, historiador del arte y divulgador cultural
Madrid
¿Ha ido alguna vez a un museo, se ha plantado delante de una obra maestra del arte y no ha sentido nada especial? ¿Ha pensado que podría haberlo hecho cualquiera? El historiador del arte y divulgador cultural Miguel Ángel Cajigal, conocido en redes sociales como El Barroquista, tiene una tesis sobre esto: dice que no pasa nada si no te gustan Las meninas de Velázquez, que es algo normal. Cajigal ha estado hoy en Hora 25, con Marina Fernández.
Las 21 de Hora 25 | Miguel Ángel Cajigal, 'El Barroquista'
26:50
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La comprensión del arte
"Debería sonarnos natural que a alguien puedan no gustarle Las meninas. Tenemos que asumir que al resto de la gente no le gusta lo mismo que a nosotros y también que no a todo el mundo le tiene que gustar lo que es consenso universal, como Las meninas, que generan un gran consenso, pero no por eso nos tienen que gustar".
Mitificación del artista
"Todo el mundo tiene días malos. Yo digo muchas veces que me imagino a Bernini o Velázquez cuando se les habían pegado las sábanas y no querían ir al estudio a trabajar ese día, porque seguro que les pasaba. También habría encargos que no les gustarían mucho. Viendo el retrato de Fernando VII de Goya podemos pensar que no lo hizo con muchas ganas o que, por lo menos, mucha simpatía y cariño no le tenía. Los hombres y mujeres que se dedican al arte son personas normales, tienen una serie de talentos y habilidades, pero esa mitificación del nombre del artista, de hombres, de genios masculinos alrededor de arte tiene algo de irreal, proyectamos en esa ideal del genio lo que nos gustaría que fuera la humanidad".
Obras maestras
"Si usamos de manera estricta el concepto de obra maestra se refiere a esas obras que realmente han sido magisterio de otras, que han servido como referente absoluto. En el Museo del Prado hay, por ejemplo, muchas obras de Velázquez, pero obras maestras suyas no hay tantas. Igual un par solamente. El caballero de la mano en el pecho, de El Greco, es un magnífico retrato de el Greco, y no es muy diferente de la mayoría de sus retratos, pero no es para que nos desmayemos. Nos desmayamos o nos parece mejor que los demás porque lo hemos visto más veces, lo hemos visto hasta en la sopa, incluso se llegó a pensar que ese caballero al que le faltaba una mano en plano era Cervantes. Por oda esa historia que está alrededor del cuadro conocemos más ese retrato que otros que lo merecen igual".
Antigüedad y prestigio
Sin duda, la antigüedad aporta mucho prestigio, y ese criterio de antigüedad y excelencia son los dos medios que utilizamos intuitivamente. Cuando alguien llega a un museo por primera vez, una de las primeras preguntas que surgen en su cabeza es "¿Qué antigüedad tiene esto?" Vemos las pirámides y nos fascinan por antiguas, no por pirámides. Podemos hacer esa forma geométrica con papiroflexia. Nos fascina su antigüedad, lo mismo que nos ocurre cuando visitamos Roma. No tiene nada de malo, pero a veces nos distorsiona un poco esa perspectiva. En la actualidad nos perdemos cosas que son igual de interesantes que las que sucedieron hace siglos, pero como pasan en el presente, nos falta ese criterio para valorarlo, no lo tratamos con la misma generosidad que a las obras del pasado".
Rechazo a lo desconocido
Hay un rechazo hacia lo que no entendemos y eso es normal, pero si le damos una oportunidad a muchas de esas obras, por experiencia propia, hay un disfrute posible y creo que es el arte por excelencia que más nos puede sorprender y desafiar.
¿Rompe la vanguardia nuestra concepción del arte?
Quizás la conexión se rompió retrospectivamente. Cuando vemos un cuadro de El Bosco creemos que lo entendemos, pero no siempre lo hacemos. Lo que pasa es que está en un museo y lleva mucho tiempo allí, entonces hemos aprendido como relacionarnos con obras de arte del Barroco, del Neoclasicismo, hasta el Romanticismo va todo bien. Desde el Realismo hacia delante la cosa empieza a complicarse, quizá porque son obras generadas recientemente, porque no están en los museos de arte clásico. Me llama mucho la atención cuando alguien me habla de Picasso y me lo pone como ejemplo de arte contemporáneo, porque no lo es, es un clásico. El problema es de frontera, quizá hemos fracasado en la educación sobre arte en el último siglo.
Lydia Ramón Espinosa de los Monteros
Graduada en Periodismo por la Universidad de Valencia y Máster en Periodismo por la Escuela UAM - EL...