Libertad de conciencia
La Firma de Charo Bueno
"Libertad de conciencia", la Firma de Charo Bueno
Palencia
Libertad de conciencia. Ese era el título de una Ley que se propuso durante el gobierno de Rodríguez Zapatero, que no salió del cajón y por lo que estamos viendo tampoco va a ser posible en esta legislatura del gobierno de Pedro Sánchez.
Ahora en nuestro país hay una Ley Orgánica de Libertad Religiosa que es de 1980 y que sirvió para garantizar que no era obligatorio ser “católicos” como sí lo era en la dictadura y también para marcar el artículo de la Constitución que define el estado Español, como estado laico, bueno para ser exactos dice “aconfesional”, pero ya hay sentencias del Tribunal Constitucional de que los términos aconfesional y laico son lo mismo.
Cuando llegan estas fechas es cuando yo creo que es más necesario hacer un esfuerzo por separar las instituciones de los actos de la iglesia. Es decir, la presencia “casi obligatoria” de las autoridades en las procesiones, la participación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado - como la Guardia Civil - en los desfiles procesionales, que el eje principal de los acontecimientos sea la Plaza Mayor y el Ayuntamiento para colgar los estandartes en lugar de que el protagonismo lo tenga la Plaza de la Inmaculada y la Catedral.
Pues parece que tendremos que esperar a que en nuestro país exista de verdad una Ley de Libertad de conciencia y es una pena porque nuestro país, ahora en el año 2022 es una realidad plural y diversa en creencias y conciencias y no podemos seguir anclados en el poder absoluto de la iglesia y el nacional catolicismo.
Es urgente retirar los símbolos religiosos en los centros públicos donde participan niños y niñas de diversas creencias, es urgente también retirar los símbolos de los hospitales donde se atiende a personas diversas como es hoy en día nuestra sociedad. Es más urgente retirar los símbolos en Ayuntamientos, Diputaciones y todas las Instituciones- en estos casos es obligatorio para que cumplan de verdad con la Constitución.
También es necesario regular los aspectos económicos de todos estos eventos que cuestan una pasta y que se sufragan con el dinero de todas las personas, pero que están destinadas solo a la religión católica, por no hablar de que la Iglesia no paga el IBI de ninguna de sus propiedades, ni siquiera las que se dedican a actividad mercantil.
Cuando la Ley no regula de forma clara el ejercicio de los derechos del estado laico, se generan desigualdades y privilegios solo a una parte de la ciudadanía.
Nos queda mucho camino por recorrer como sociedad para separar la Iglesia de los actos públicos y también de muchos actos de nuestra vida.