No pasan desapercibidas y este año con el buen tiempo, volverán a ser las protagonistas de las procesiones de Semana Santa. Las mujeres siguen cumpliendo con una tradición, que como otros enseres, pasa de madres a hijas: lucir la mantilla de blonda. Para llevarla hay que seguir todo un protocolo. Aunque se desconoce el origen de exacto se relaciona desde siempre con momentos de religiosidad como símbolo de respeto y de luto. En España la puso de moda la Reina Isabel II. Las hay de muchos tipos, de chantilly, la rondeña, la de pico o la madroñera de Ronda, pero la que procede en Semana Santa es la de blonda, de forma rectangular. María Rabadán forma parte de la Hermandad de la Virgen de la Soledad y desde los 18 años, acompaña a la imagen todas las Semanas de Pasión. ¿Cómo colocarla debidamente? En primer lugar hay que centrarse en la teja, hay diferentes formas, dependiendo si tenemos el pelo corto o largo; si llevamos el cabello largo, lo reglamentario es hacerse un moño, con el cabello más corto, conviene contar con la mano profesional de una peluquera, nos explica Pilar, su suegra, la que se encarga de vestirla, cada año. También hay que tener en cuenta la estatura y la edad de la persona que la lleva: a más mayor.... hay que bajar la teja. Con respecto al vestido, María nos ofrece las claves para ir debidamente vestida. Simboliza el luto, por lo que debe ser un vestido discreto, sobrio, de color negro..., de una solo pieza, evitando los brillos, los encajes y los escotes pronunciados. Se recomienda manga larga o francesa y guante de rejilla o terciopelo. Hay que acompañarlo con unas medias negras, no demasiado tupidas. Fundamental casar, además, bien el zapato: debe ser de salón y tacón medio. Y cómo tenemos la certeza de que vamos correctamente vestidas; también hay una regla, la parte delantera de la mantilla debe ir a la altura de los brazos y la trasera, debe llegar al borde del largo del vestido o por debajo. Otros detalles, la mantilla debe ir cogida a los hombros, con un alfiler, bien sujeta para que no se caiga y, a su vez, que nos permita mover la cabeza tranquilamente Y a tener muy en cuenta... nos recuerda Pilar, las manos expertas, una vez utilizada, hay que guardarla en un tubo, sin dobleces, para evitar su deterioro. El encaje artesanal se puede romper si la doblamos.