Del capitán Khan a San Chin Choon
"Años y años de manga y dibujos animados japoneses nos han servido para estimular la imaginación onomástica. Del capitán Khan, tan elemental, a San Chin Choon, el choriceo ha mejorado. Al menos suena mejor"
Del capitán Khan a San Chin Choon
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Madrid
En cuanto aparece un nombre oriental en un asunto raro conviene sospechar.
¿Se acuerdan de la detención de Luis Roldán? Hace tiempo, fue en 1995. El ex director de la Guardia Civil que trincó incluso el dinero de los huérfanos fue detenido supuestamente en Laos por un capitán laosiano supuestamente llamado Khan. Resulta que el capitán Khan no existía, y que todo era un montaje de un espía, Francisco Paesa, que le sacó una millonada a un gobierno socialista que se tragó el anzuelo, el sedal y hasta el carrete.
Yo creo que, teniendo la edad que tenían los implicados, el nombre de capitán Khan lo sacaron del capitán Tan, un chiripitifláutico que a los millenials no les sonará de nada.
Ahora asistimos a un nuevo pufo, el de las mascarillas con las que se hicieron ricos dos niños bien, Alberto Luceño y Luis Medina, gracias a la credulidad (seamos buenos mientras no haya sentencias) del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida. Las mascarillas las vendió bastante baratas, y bastante deficientes, un supuesto empresario malasio. Luceño y Medina se encargaron de encarecen el material con comisiones salvajes.
La cuestión aquí es que el malasio se llama supuestamente San Chin Choon y no aparece. San Chin Choon. Si el nombre es inventado, hay que felicitar a los creadores. Años y años de manga y dibujos animados japoneses nos han servido para estimular la imaginación onomástica. Del capitán Khan, tan elemental, a San Chin Choon, el choriceo ha mejorado. Al menos suena mejor.