Las reservas de las víctimas complican la investigación sobre los abusos sexuales en la Iglesia portuguesa
La comisión encargada por la Conferencia Episcopal considera insuficientes los testimonios recogidos hasta ahora y hace un llamamiento a la sociedad civil | Los expertos hablan de un efecto “iceberg” y atribuyen la discreción de las víctimas a la herencia de la dictadura y al tradicionalismo del Portugal “profundo”
Reportaje EP16 | Cómo Portugal investiga los abusos sexuales en la Iglesia
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LISBOA
Los 290 casos recogidos hasta ahora por la comisión de investigación de los abusos a menores en la Iglesia portuguesa no son suficientes. Esta fue una de las conclusiones de la rueda de prensa ofrecida este martes por los miembros del equipo, coordinado por el psiquiatra Pedro Strecht e impulsado por la Conferencia Episcopal lusa el pasado enero. “Más de la mitad de los casos [que hemos recibido] revelan un número posible o altamente probable de muchas más víctimas. El resultado es importante, pero de momento está por debajo de lo que consideramos necesario. Necesitamos un mejor empeño de la sociedad civil en los próximos meses”, alerta Strecht.
A pesar de que el principal objetivo del informe no es hacer un recuento exhaustivo de los casos, los investigadores dan por hecho que el número de víctimas de abusos en la Iglesia portuguesa es mucho mayor de lo que han podido comprobar hasta el momento. Es lo que califican como “la punta del iceberg”. Por ahora no se ha creado en el país ninguna asociación de víctimas —a diferencia de otros países, como España— y tampoco ha salido a la luz pública ningún caso que pueda llevar a otras personas a hacer lo mismo.
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Esta situación inquieta a los miembros de la comisión, que apuntan a varios motivos. “No tenemos un periodismo de investigación, como sí han tenido otros países, en los que se financió a equipos de periodistas que trabajaron este tema durante años”, asegura la socióloga Ana Nunes de Almeida, quien se encarga de hacer un seguimiento de los perfiles de los testimonios. Almeida destaca también la situación de “premodernidad” en la que se encuentra una parte de la sociedad portuguesa, que prefiere guardar silencio, frente a otra parte de la sociedad, abierta y cosmopolita, que sí tiene capacidad de organizarse y de hablar. “Es un terreno social extremadamente desigual”, explica la socióloga.
João Francisco Gomes, periodista de radio Observador y una de las personas que más ha seguido los casos de abusos en la Iglesia portuguesa, coincide en esa valoración. “Nunca hubo una apertura en Portugal para entender que esto podía ser un problema sistémico, ni por parte de la Iglesia ni tampoco por parte de la sociedad. Puede que en Portugal todavía haya una noción muy poco clara de lo que fue este problema. La idea de que los casos fueron puntuales no solo impactó en la sociedad y en la Iglesia, sino también en las víctimas”.
Investigación judicial
Los miembros de la comisión afirman además que la gran mayoría de los testimonios que han recibido son anónimos, o no dan el nombre de la persona que abusó de ellos o evitan mencionar fechas o lugares concretos. Algo que dificulta la investigación por parte de la Fiscalía de los 16 casos que todavía no han prescrito. Para hacer un seguimiento del proceso judicial, la comisión cuenta con la colaboración de la Asociación Portuguesa de Apoyo a las Víctimas (APAV), a la que las personas afectadas pueden dirigirse para obtener asesoramiento legal.
La psicóloga Filipa Tirano asegura que el trabajo de la APAV consiste en crear una relación de empatía y de confianza para que las víctimas se sientan más seguras cuando acuden al tribunal. “Cuando las personas son mayores trabajamos mucho eso, porque si nosotros presentamos una denuncia y la víctima después dice a la policía que es mentira no estamos ayudando. Intentamos trabajar esta cuestión siempre y mostrar que las cosas salen bien cuando se pide ayuda”.
Los miembros de la comisión confían en recoger una muestra más amplia de testimonios en los próximos meses, que permita hacer una radiografía más certera sobre lo ocurrido en la Iglesia portuguesa en las últimas décadas. El objetivo es publicar el informe con las conclusiones a finales de este año, aunque Strecht abre la puerta a que otras personas o instituciones abran nuevas investigaciones en el futuro.