Ensayos médicos para pagarse la carrera, unas vacaciones o un disco
“Este disco ha disco íntegramente financiado con sangre y medicamentos”. La frase aparece en el disco Tera Noir de la artista Amanda Deveil y hace referencia a la forma que encontró para conseguir el dinero necesario para sacar adelante su proyecto: participar como voluntaria en ensayos médicos. Con 3.500 pruebas en marcha, nuestro país se ha convertido en el segundo del mundo más activo en este campo, por detrás sólo de EEUU, según los datos del Registro Español de estudios clínicos (Reec) de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps).
Reportaje EP17 | Ensayos farmacéuticos, un plus a fín de mes
Madrid
“Una noche de fiesta un amigo le recordó a otro la época en la que participaba en ensayos médicos para pagarse la carrera y seguir viviendo en Madrid, y enseguida quise saber qué era eso”. Así empezó una experiencia que en el caso de Amanda Deveil duró varios años. De su primer ensayo recuerda divertida que durmió varias noches en una habitación de hospital con otros seis desconocidos que se llamaban entre ellos por el número de la cama que ocupaban, y que con alguno de ellos incluso mantiene el contacto. “Surrealista, brutal.-. nos poníamos música, era como un campamento muy raro, pero fue muy especial”, recuerda.
Participó en varios, en distintos hospitales y en ningún momento se sintió insegura. Considera que la información que le dieron desde el primer momento fue completa y detallada, y se sintió siempre controlada. Las condiciones no siempre son fáciles de cumplir (encierro, horario y régimen de comidas estricto, convivencia con desconocidos…) pero el dinero compensa el esfuerzo.
El Doctor Abad, jefe de servicio de farmacología clínica del Hospital de la Princesa y director de la Unidad de Ensayos Médicos, admite que la mayor parte de voluntarios participan por el interés económico y explica que hay que compensarles por el tiempo y la dedicación que requiere. "Se les da el equivalente a una guarida de un médico residente, unos 200 euros por 24 horas de ingreso”.
Antes de arrancar cualquier ensayo se organiza una primera reunión informativa en la que se les explica todo el proceso, que el voluntario puede abandonar en cualquier momento, y sólo después de firmar un consentimiento escrito con toda esa información, pueden incorporarse. El protocolo del ensayo cuenta con el visto bueno de un comité de ética y la supervisión de la Agencia Española del Medicamento. En los más de 20 años que lleva funcionando esta unidad no ha habido ningún incidente de importancia: “La idea es que el riesgo en un ensayo sea similar al de la vida diaria, el mismo riesgo que asumimos si conducimos por la M30 o viajamos en avión”, explica el Dr. Abad.
Los ensayos clínicos paso a paso
En la sala de ensayos médicos hay una cabina donde un médico controla en todo momento, a través de varias pantallas, cualquier movimiento de las 6 personas que participan en el ensayo que está en marcha. Son seis varones, en pijama azul de hospital, tumbados en sillas articulables, que van a pasar allí diez días con sus diez noches. No es un caso de los más habituales pero el esfuerzo tendrá recompensa. “No seamos hipócritas, aquí venimos por dinero, pero si además podemos ayudar a la ciencia, pues bien está”, nos comenta uno de ellos que piensa dedicar el dinero que saque a pagarse las vacaciones.
Si todo va bien, cuando esto termine obtendrá cerca de 2.000 euros y tal como exige la ley, no podrá volver a participar en otro ensayo hasta que transcurran tres meses. Viene tranquilo porque no es su primera vez: “Cuando ves cómo te tratan se te quitan todos los miedos y además yo nunca he tenido ni una molestia, ni un dolor de cabeza, nada… se nos explica todo muy bien, son muy meticulosos, y en cualquier momento puedes dejarlo, no le veo problema”.
La mayoría de ensayos arranca por una petición de la industria farmacéutica, y en un 80 % de los casos, el objetivo es probar antes de su lanzamiento que un medicamento genérico cumple los mismos objetivos que el original. El proceso es similar en el campo de los cosméticos. Desde 2009 las compañías están obligadas a avalar la seguridad del producto y demostrar sus efectos antes del lanzamiento; y eso exige la participación de una empresa externa. “Nosotros estamos en medio de la empresa y el equipo investigador, que siempre es ajeno a ella. Redactamos el protocolo y supervisamos todo el proceso”, explica Eva Saló, directora y fundadora de Methodex.
Arrancaron hace siete años y actualmente cuentan con unas 3.000 personas en su base de datos, la mayoría mujeres. Aquí la motivación para participar en un ensayo no es económica: “Les motiva conocer un producto nuevo que va a estar pronto en el mercado, no tener que gastarse el dinero en eso y las ganas de conocer algo nuevo que les puede ayudar a estar mejor”. Más allá de los gastos de transporte para acudir a las pruebas, en ocasiones se les ofrecen cupones regalo o pequeños obsequios de la marca que patrocina el ensayo, pero nada más, salvo el propio producto, claro. Un producto que aunque les guste no podrán elegir cuando salga al mercado porque una de las condiciones de estos ensayos es que los voluntarios nunca saben el nombre ni la marca de lo que están probando.
Rafa Panadero
Ha desarrollado casi toda su carrera profesional...