Solo la muleta de Morante y el buen toreo de capa de la terna
La corrida de Juan Pedro Domecq, remendada con un sobrero de Virgen María, dio escasas opciones de triunfo en el Domingo de Resurrección sevillano
Sevilla
Pasado el sobresalto de la dudosa presencia de Morante en el cartel tras el percance que había sufrido el día anterior en La Línea, el Domingo de Resurrección maestrante se retomó tras los dos años de pandemia con el esplendor de siempre: lleno de no hay localidades para ver al de La Puebla, Juan Ortega y Pablo Aguado, pero, también como de costumbre, escaso juego de los toros de Juan Pedro Domecq para dar al traste con las posibilidades de triunfo. En el haber de la tarde, la muleta de Morante en su primero y el buen toreo de capara de los tres actuantes.
Ficha del festejo
Real Maestranza de Sevilla: Domingo de Resurrección, 17 de abril. Primer festejo del abono.
Ganadería: Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, el tercero como sobrero, bien presentados pero a menos en su juego; solo el primero llegó con algo de fuelle a la muleta. El cuarto fue un sobrero de Virgen María que siempre embistió con la cara por las nubes.
Toreros: Morante de la Puebla, de azul y oro, ovación y silencio.
Juan Ortega, de Purísima y oro, leve ovación y silencio.
Pablo Aguado, de verde seco y oro, silencio en ambos.
Cuadrillas: Abraham Neiro y Perico saludaron montera en mano tras banderillear al segundo.
Incidencias: Lleno hasta la bandera en tarde calurosa e incluso con cierto bochorno.
La crónica
El primero de Morante, que actuó infiltrado tras la voltereta linense, salió desentendido de los capotes y quizás por eso llegó con alguna opción a la muleta. Comenzó el de La Puebla con ayudados, sublimes los por bajo por el pitón izquierdo. Ya en redondo, el de Juan Pedro perdió cierto celo sobre la mano derecha, pero al natural hubo algunos muletazos al ralentí que arrancaron las notas del pasodoble. La faena estaba hecha y solo el pinchazo previo a la estocada definitiva privó al cigarrero de tocar pelo. Su segundo fue un sobrero con el hierro de Virgen María que, ya de inició, mostró poca clase embistiendo siempre con la cara por las nubes. Pese a todo, Morante comenzó por lato al hilo de las tablas, intercalando un molinete sobre los pies de enorme sabor. El toro, al que despachó de media tendida, no dio para más.
Juan Ortega volvió a mostrar su capacidad capotera en el primero de su lote, al que le enjaretó un ramillete de templas verónicas para después quitar por chicuelinas como hizo también Aguado en su turno. El animal mantuvo buen son en banderillas, pero hasta ahí, pues dijo muy poco en el tercio final obligando al sevillano, lo mejor la estocada, a abreviar. El quinto, como el primero, salió suelto y pensamos que lo que no se empleó en las capas lo guardaría para la muleta, pero este ejemplar se gastó empujando en el caballo y en la buena brega de Abraham Neiro. No hubo toro en la muleta, tampoco a Ortega se le vio convencido y además dos desarmas que acabaron por impacientar al respetable. Pinchazo y estocada para terminar.
Al sobrero lidiado en tercer lugar lo recibió Pablo Aguado con templadas verónicas rematadas con media en la mismísima boca de riego. Apretó el animal en el primer encuentro con el caballo y, como el toro anterior, ahí perdió sus escaso fuelle, abreviando Aguado con dos pinchazos y estocada traserilla. En el sexto se repetiría la historia: verónicas a pies juntos rematadas en los medios, más de capa para llevar al caballo, un quite de Morante también por verónicas y la respuestas de Aguado por delantales. Ya después de todo eso, el de Juan Pedro no tuvo más para la muleta, despachándolo el sevillano de pinchazo y estocada.