¿Cómo trabaja un mediador internacional? Todas las claves, contadas por uno de los más prestigiosos del mundo en Hora 25

Cuando un conflicto estalla y después se enquista, lo mejor que puede pasar -llegados a un punto sin avances- es que las partes hablen, se entiendan y lleguen a un acuerdo. Para que eso ocurra hace falta mucho diálogo, mucho tacto y mucha paciencia. Y por lo general las partes no pueden hacerlo solas. Ahí aparece la figura del mediador. Uno de los mediadores más respetados en el mundo es Dag Nylander, director del Centro Noruego de Resolución de Conflictos y hablamos con él en Hora 25. «Hay que diferenciar entre la fase de negociación y la implementación de un acuerdo de paz. Lo primero es difícil, lo segundo aún más difícil. También qué tipo de acuerdo. Si es un acuerdo final político o un alto al fuego. Todo ello requiere diferentes insumos, pero lo primero es que ambas partes hayan llegado a un punto de estancamiento perjudicial para ambas partes», explica Nylander desde Noruega. ¿Es posible emprender una negociación cuando una parte sigue agrediendo a otra o se agreden mutuamente? «Es compatible. Hay ejemplos de que se puede negociar mientras se está combatiendo y se están cometiendo delitos y crímenes de unos contra otros, pero hay límites», responde el mediador y pone el ejemplo de Colombia, donde no se firmó un alto el fuego mientras se negociaba. «Uno necesita emplear el tiempo necesario para llegar a un acuerdo. Si uno busca el acuerdo perfecto, probablemente no va a llegar a buen puerto, por eso siempre hay que encontrar el balance entre rapidez y eficacia; y que sea suficientemente profundo es difícil», señala. «Muchas veces las negociaciones internas son más difíciles que las externas», sentencia. ¿Se puede romper un proceso de negociación por hacer demasiado públicos los contenidos de un acuerdo? «Sí, hay en casi todas las mesas de negociación un balance entre la publicidad y tener un espacio de confidencialidad. Sin esto, muchas veces sería imposible llegar a un acuerdo», dice Nylander. Por su experiencia, el mediador internacional conoce perfectamente el momento en el que un acuerdo está cerca de alcanzarse. «Por ejemplo, en Colombia, fue cuando comenzaron a viajar delegaciones de víctimas para entrevistarse con las partes y contar sus historias. Cuando vi las historias que contaron y que las víctimas sí estaban preparadas para perdonar y vi las reacciones de cada parte, entendí que estábamos acercándonos a un punto de no retorno», señala. ¿Y qué papel juegan las víctimas? «Cualquier solución tendrá su parte de crítica, incluidas las víctimas. Es esencial incluirlas», apunta. «Uno siente un alivio muy grande cuando se firma el acuerdo, pero uno es consciente de que lo más difícil está por llegar», explica. El papel exacto de un mediador, como relata Nylander, es poner las condiciones de seguridad para que las partes se encuentren. Después, crear un espacio psicológico donde las partes puedan poner en común sus demandas. «Hay que asegurarse de que hay una silla para todos, café para todos y entrar en la discusión entre las partes cuando no consiguen avanzar y se bloquea», argumenta. Sobre la agresión de Rusia a Ucrania, afirma el mediador que «puede ser que no esté maduro para resolver el conflicto en su totalidad, pero siempre hay que hablar. Lo que ha demostrado este conflicto es que hay que buscar soluciones temporales, aunque el conflicto en su profundidad no esté maduro» y añade, «hay varias personalidades y candidatos que están ya en ello. Turquía es uno, que parece tener la confianza de las partes».

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Víctor M. Olazábal

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