Resistir es vencer

Barcelona

Resistir es vencer. Es decir: no se gana porque se derrote al otro, sino porque se aguantan sus embestidas. Ganamos porque estamos ahí, no porque imperemos. Esta frase ha sido pronunciada, y defendida, por algunos escritores. Y por exploradores de la Antártida, como Ernest Shackleton, cuyo lema familiar rezaba: “Fortitudine vincimus”, "resistiendo venceremos". Y en numerosas ocasiones, por don Juan Negrín, el médico que fue primer ministro de la Segunda República, cuando la atenazaban las tropas del general Franco. En el erial aplastado de Mariúpol, junto al Mar Negro, allí donde se rompe la continuidad de los territorios conquistados a sangre y fuego por el autócrata, en una vieja fábrica siderúrgica con olor a cementerio, la de Azovstal, resisten unos 2.500 soldados de la milicia ucraniana.

“Los muchachos se están defendiendo”, musita el presidente Zelenski. Aunque seguramente serán vencidos, como juncos. Porque “la ciudad ya no existe”, como describe el ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba. Serán arrasados, pronostica. Desde el domingo, pesa sobre ellos la amenaza de ser aniquilados. Deponed las armas o seréis “eliminados”, les azuzan los invasores. ¿Eliminados? Un resistente es aquel que siempre vence, aunque no eso no figure en los pronósticos. Y aunque parezca que ha sido aplastado.

Escucha todas las miradas de Xavier Vidal-Folch