Asturias, cauta con el adiós a la mascarilla: "Aún no podemos olvidarla del todo"

Gijón

Las excepciones que recoge el texto aprobado en Consejo de Ministros son múltiples. Las mascarillas deberán llevarse, para empezar, en los lugares en que tanto los trabajadores como los usuarios del servicio se encuentren muy expuestos al virus y a otros contagios y a donde acuden con frecuencia grupos de riesgo.

• Es el caso de los ambulatorios o centros de salud y los hospitales, donde salvo para los ingresados, la mascarilla seguirá siendo obligatoria para los sanitarios y los visitantes. También en farmacias, centros de transfusión de sangre, las residencias de mayores, centros de día y de atención a personas con discapacidad, donde no deben portarla los usuarios, pero sí los trabajadores y las familias.
• En los medios de transporte: avión, tren, transporte público (incluidos los taxis y los VTC) y en los espacios cerrados de buques y embarcaciones, cuando no se pueda mantener la distancia de seguridad, también será obligatoria la mascarilla, que ya no es obligatoria en andenes y estaciones de viajeros o en la terminal del aeropuerto.

En el apartado de mascarilla no obligatoria, pero sí recomendable se encuentra la asistencia a eventos multitudinarios tanto en espacios abiertos como cerrados. En las peluquerías no es obligatoria, pero ante la escasa distancia entre profesional y cliente la ministra de Sanidad Carolina Darias, apelaba al sentido común en caso de que una de las partes se sienta más cómoda portándola. En los centros de trabajo el uso de la mascarilla depende de la decisión de los coordinadores y coordinadoras de cada empresa. Tras las vacaciones los alumnos y profesores pueden estar en clase sin ella, ya no son obligatorias. Tampoco deben llevarla los usuarios de la bibliotecas públicas o salas de estudio. Practicar deporte de forma individual y en grupo está permitido sin usar la mascarilla, aunque los monitores y socorristas sí deberán llevarla. En los cines y teatros tampoco será obligatorio llevar el tapabocas.

Hay que remontarse a un 20 de mayo de 2020, en los peores días de la pandemia, para rastrear el momento en que el gobierno decretaba la obligatoriedad del uso de la mascarilla. Ahora, 700 días después, España avanza hacia el fin de la emergencia sanitaria con la eliminación casi total del elemento más simbólico en la lucha contra la covid-19. Los ciudadanos gijoneses se muestran muy informados sobre las excepciones. Muchos confiesan estar deseando dejarla atrás del todo, para otros este no es el final de las mascarillas: "Esto no terminó y cada vez tenemos más casos, habrá que ver los que trae la Semana Santa", reflexiona una ciudadana que la porta por la calle para protegerse del frío. Hay quien considera un lío el tener que quitarla o ponerla según a dónde se vaya a acceder. Ahora queda apelar al autocuidado y a la responsabilidad individual es la recomendación Maite, trabajadora en el HUCA, afirma que "nos tenemos que cuidar nosotros. No están las condiciones del principio, pero la gente sigue contagiándose y se pasa mal. Yo no me arriesgo a quitar la mascarilla ya, en la calle sí, pero no en sitios pequeños y cerrados".