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Paul B Preciado: "Hemos aprendido el lenguaje soez de la extrema derecha y ahora tenemos que aprender el lenguaje de la revolución"

El filósofo y activista, uno de los más brillantes de su generación, estrena en Conde Duque el monólogo colectivo 'Yo soy el monstruo que os habla', donde lo trans y lo binario toman la palabra a través del cuerpo y contra los discursos de odio

Paul B Preciado / cedida

Paul B Preciado

El mundo parece interesarse en el monólogo como expresión. El monólogo político, el monólogo periodistíco, el monólogo de cineastas y escritores y pensadores que usan la autoficción para sacar sus demonios y experiencias en un mundo globalizado. Paul B. Preciado va a la contra de eso en su nueva creación. No reniega del monólogo, pero el filósofo, lo rompe, lo deconstruye y lo hace cuerpo. En realidad, es lo que ha hecho en cada uno de sus textos periodísticos, artísitcos o filosóficos, como activista queer. Yo soy el monstruo que os habla (Anagrama) es una adaptación de su propio texto que ha convertivo en un monólogo colectivo donde toman la palabra cuerpos tachados como monstruos por su condición no binaria o trans. Por ello, h adecidido subirse a los escenarios del Conde Duque, en Madrid, junto a un grupo de actrices y actores.

Es su primera incursión teatral: "Estoy intentando que la filosofía desborde el marco académico más tradicional. Me dí cuenta de que algunos somos filósofos, pero en el contexto de lo que está ocurriendo hoy, de un contexto neofascista y conservador, es importante hablar de una revolución en curso. Lo más triste en el contexto contemporáneo es que alguien no se dé cuenta de que estamos atravesando una de las revoluciones políticas más importantes de los últmos siglos". Con esa premisa se lanzó a coger un texto suyo que tiene una larga historia.

En diciembre de 2019 pronunció un discurso ante 3.500 psicoanalistas reunidos para las jornadas internacionales de l’École de la Cause Freudienne en París. Le pidieron dar un discurso como persona trans en un congreso con psicólogos y psicoterapeuras lacanianos conservadores, es decir, seguidores de las teorías de Lacan, que reactualizó el piscoanlálisis de Freud. Y lo hizo, cogió un texto de Kafka con el que el escritor cuestionó la colonización. "Tienen un enorme poder clínico y comunicativo, casi en la Asamblea Francesa se jura sobre Lacan. En nuestro conexto ser Lacaniano no es muy significativo, pero en Francia es un gremio que tiene una importancia brutal, son prescriptores éticos y morales sobre cualquier cuestión social y política, el matrimonio homosexual, la adopción, etc". Esos lacanianos son psicólogos y psicoanalistas que históricamente han catalogado a las personas trans y no binarias. De ahí la inteligencia de Preciado de lanzarse a hablar en un auditorio desde el punto de vista del "monstruo".

"Se convirtió ya en un proceso teatral y teatralizado, donde mi cuerpo trans era observado casi como especimen. Eso suscitó reacciones muy violentas de la sala, pero también había una serie de piscólogos y psicoanalistas más jóvenes que empezaron a aplaudir. En ese contexto, me dí cuenta de que el texto había adquirido un carácter no solo político, como yo lo había pensado, también teatral". Y así, lo académico saltó a lo político y después al teatro madrileño.

Para un filósofo que entienda la filosofía como ficción y como teatro, tenía todo el sentido que ese discurso pasará a ser un monólogo. Preciado es uno de los activistas e intelectuales más brillantes de su generación. "Como filosófo intento elaborar un texto pensando en cuál es el público. Texto Yonki es un protocolo de intoxicación voluntaria y así lo escribo. En este caso, lo que me preguntaba es cómo voy a hablar a ese grupo de piscólogos y psicoanalistas que siempre han tenido el poder de producir discursos sobre mí y los que son como yo y ahora soy yo quien escribe de ellos", explica el autor.

Es un texto de Kafta que escribió para cuestionar el colonialismo europeo, donde habla desde un mono que se ha traído el hombre de África. "De algún modo mi posición era esa", indica. "Es un texto que abre la posibilidad de diálogo, intenta comunicar a la profesión psquiátrica que el paradigma de la definición sexual está en un proceso de mutación totalmente comparable al que surgió en física en el siglo XX. Se trata de cómo interpretamos el cuerpo, de cómo pensamos la subjetividad. En ese ámbito de representación del cuerpo, está sucediendo un cambio de paradigma, que tiene que ver con la contestación de los movimientos sociales, pero también con un conjunto de cambios científicos que se han operado con la posibilidad de observar otras variables, las hormonales, genéticas, etc. Lo que quería comunicar es que ese paradigma de la diferencia sexual, de que si alguien sale de ahí debe ser tratado como un enfermo, es un paradigma histórico que está cuestionado por los movimeintos sociales, pero también por la ciencia. Si no son capaces de tomar una posición distinta, tendrán que hacerse cargo de una serie de violencias que ese paradigma trae".

Y ahí entraba el que no fuera una autoficción o un monólogo centrado únicamente en él, sino que debía tomar una dimensión colectiva. "Me parecía absolutamente necesario que las personas que iban a encarnar ese texto tuvieran la experiencia de la transición y de haber sido marcados como cuerpos trans o de la experiencia no binaria. Yo ya soy un abuelo en esto, tengo 50 años e hice mi transición cuando tenía 30 años. Mi situación es muy distinta a las personas que hacen una transición cuando tienen 18 años. Tenía que estar también la posición colonial presente".

El sociólogo Erving Goffman realizó una excelente analogía entre la vida cotidiana y el teatro. En cómo interpretamos constantemente un papel, en cada una de las situaciones, una tienda, un bar, en casa. Preciado sube la vida cotidiana, la historia corporal de cada uno al escenario. "Las minorías sexuales hemos tenido como una cierta posibilidad de ejercer nuestra diferencia en ámbitos teatrales, en el cabaret podíamos ver a la travesti, sin embargo en la calle era tratada como prostituta. Ese ámbito teatral como ámbito de imaginación de ideas políticas es fantástico, porque ahí se pueden decir un montón de cosas que no se pueden decir en el ámbito público porque acabas en el calabozo".

De modo que en esta puesta en escena el público va a ver a cinco "monstruos" que les hablan. "A ver qué encuentran de raro en estos cuerpos. Todavía hay esa especie de intriga de 'ah mira es un transexual, pues no lo había notado'. ¿Qué es exactamente lo que vas a notar? Esa monstruosidad puede ser modulada en el teatro. La idea es cómo utilizar ese espacio teatral, si para ser consumido eróticamente por el otro o para decir 'mira, lo que vale un peine". Está claro que Preciado se decanta por esta última.

El activismo a través de la filosofía, el periodismo o el arte en medio de esta contrarrevolución conservadora que vivimos, mientras la extrema derecha está a punto de ganar en Francia y entra en las instituciones españolas. "El problema que tenemos ahora es que no cesamos de dar visibilidad y fomentar los lenguajes conservadores y de extrema derecha. La situación que tenemos en Francia viene de ahí. Me da igual que digamos 'no hay que votar a Marine Le Pen', porque estamos citando todo el rato el nombre, es como 'no piense en un elefante blanco'. Y ese es el único lenguaje que domina los debates políticos. Como filósofo y activista una de las tareas es desplazar ese discurso y poner los límites del debate nosotros".

"Se trata de inventar otro lenguaje. No digo que estos sean los términos ideales, porque me da la impresión que siguen siendo términos puritanos y controladores y necesitamos un lenguaje de placer y libertad que le estamos dejando a la extrema derecha. Hemos cogido el lenguaje de la derecha y ahora la derecha coge nuestro lenguaje, el de la libertad. En el texto la libertad es una tarea, algo que se trabaja. Cuando la derecha habla de libertad se refiere al privilegio masculino blanco, nosotros no. Son prácticas críticas, pero también gozosas y sexuales. Me parece fundamental mover ese eje y salir de esos lenguajes de la extrema derecha. ¿Cómo es posible que estéis hablando todos el lenguaje de Vox? Es como si estuviéramos a punto de salir con las carabelas a América".

El teatro, dice Preciado, tiene la fuerza para cambiar ese lenguaje. "Una de las cosas por las que me interesa el teatro es generar un foro público, porque oyes otra manera de hablar, otras definiciones. Hemos aprendido el lenguaje soez de la extrema derecha, pero la cuestión es cómo vamos a aprender a hablar el lenguaje de la revolución. Que cuerpos que históricamente no han tenido la palabra considerarlos como sujetos políticos y que participen del debate social y político. Este lenguaje neoconservador de la extrema derecha está alimentado de odio y miedo. Lo nuestro es una dosis pequeña, pero los efectos pueden ser importantes".

Los lacanianos tuvieron su dosis de Paul B Preciado y próximamente la tendrá otro colectivo que ha patologizado y señalado lo trans y lo no binario en estos últimos años, el feminismo TERF. Su próximo texto es un una carta a ellas. "Estoy escribiendo un texto que es una carta directa a las Terf", cuenta a un grupo de periodistas antes de los ensayos de su debut escénico.

"Son mujeres blancas que nunca han salido de su casa, que nunca han militado. Las conocí en el Instituto de la Mujer y ellas se dedicaban a analizar Hegel y Kant y no salieron de ahí. Nosotros pasamos 20 años haciendo una revolución. Ellas no la han hecho ni están dispuestas a hacerla. En el fondo serían excelentes ministras de Vox y la Conferencia Episcopal. Este sería otro debate de por qué los grandes debates de ese feminismo transfobo son el trabajo sexual y la transexualidad, no la opresión patriarcal o la violencia contra las mujeres", incide Preciado.

"Al final, la piedra fundamental del discurso de Vox, la Conferencia Episcopal y las Terf es la misma, la reproducción sexual. Y eso debería interesar a todas las feministas. Lo que me parece interesante es aproximar toda la lucha histórica de las mujeres heterosexuales por el derecho a decidir sobre su propio cuerpo y la nuestra, que es también una batalla a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestros órganos".

Yo soy el monstruo que os habla rompe con esa idea que explicaba Edward Said de que hay colectivos que nunca han podido contarse ellos mismos, sino que han sido contados. La visibilidad trans en el cine y la televisión es cada vez mayor, sin embargo, los actores y actrices del monólogo, Bambi, Jessica Velarde, Victor Viruta y Andy Díaz defendían que suele ser estereotipada y contada por los otros. Pose, Titane o La Veneno son ficciones que han ahondado en las distintas realidades trans.

"Para nosotros La Veneno es en muchos sentidos maravillosa y es maravilloso que existan series así. Yo que tengo 50 años pienso si hubiera existido una serie así cuando era niño en Burgos, pero es verdad que no salimos de esos estereotipos que son la erotización del cuerpo femenino de la mujer trans y lo trans como una psicosis que lleva a la violencia. Por eso Titane es una decepción tremenda, para confrontar la mentalidad hetero cis y también fetichizando la homosexualidad y mezclándolo todo", explicaba Paul B Preciado, que reconoce que ahora le llaman para consultarle cómo poner un personaje trans en la película. "De alguna manera, el personaje trans en este momento se ha convertido en un objeto de deseo de la mentalidad CIS, pero en realidad no hay ninguna voluntad de contar nada. El trans sigue siendo el simio que habla en las películas. Y si hay un cuerpo masculino tiene que quedarse embarazado, para decir que ahí está la maternidad".

El cambio de representación y de mirada fue la clave para que el filósofo dijera que sí, hace un par de años, a un proyecto de Gucci con Gus van Sant. Era una especie de película con personas trans que pagaba la marca. "Acepté porque pensé que si ese proyecto no viniera de Gucci yo lo haría sin pensar. La condición era tener libertad total. También hay una cosa, ha habido una precarización de la cultura pública, parte de esa contrarevolución de la que hablamos. En Francia se ha notado mucho. Ahora hay un recorte neoliberal de la cultura. En ese ámbito las marcas de moda, concretamente Gucci, tiene una posición de ayuda total al colectivo trans. Incluso por el propio Alessandro Michele. Al final la estética Gucci es una estética trans, de mezclar los códigos y los géneros".

El cine será su nuevo proyecto. Tiene a punto una película, una adaptación del Orlando de Virginia Woolf, que adapta él mismo con actores y actrices trans. "Tilda Swinton es maravillosa, pero no tiene una experiencia trans y cambia la película totalmente", dice refiriéndose a la adaptación de Sally Potter. Surgió de una propuesta del Canal Arte que quería hacer una película sobre su vida, algo que aterrorizó a Preciado, pero acabó firmando este proyecto. "Les dije lo más parecido a mi biografía es filmar el Orlando de Virginia Woolf que ya contó mi biografía. Y al final salí de allí con un contrato para hacer una película sin ninguna idea de cómo se hace cine. Escribo y dirijo y hago todo. Parte de la revolución tiene que ver en esto, lo binario está también en darnos cuenta que las divisiones entre las artes, la política o el teatro son concepciones binarias. El pensamiento es corporal, el teatro es una forma de inteligencia política y era una forma de romper, siguiendo la idea de la nouvelle vaque,pero menos blanco patriarcal, de que cualquiera puede hacer una película".

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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