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Tren Maya: entre la destrucción ambiental y el impulso económico

La Justicia mexicana ha suspendido temporalmente las obras del tramo cinco del Tren Maya por falta de permisos ambientales, ya que pone en peligro las cuevas y cenotes de la zona

Cenotes en peligro

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Las obras del Tren Maya, el megaproyecto del presidente de México Andrés Manuel López Obrador en la península de Yucatán, en el Estado de Quintana Roo, han quedado suspendidas por la Justicia. El tramo cinco Sur va de Playa del Carmen a Tulum, atravesando un entorno natural de cavernas y cuevas conectadas por ríos subterráneos de miles de kilómetros de agua dulce.

En ese ecosistema privilegiado trabaja como buzo e instructor de buceo Pepe Urbina. Nos cuenta que ya se nota en la zona el impacto de otras construcciones como hoteles y campos de golf, que han “arrasado con el manglar”. Con esta experiencia previa, calculan que el impacto de las obras del Tren Maya “puede ser terrible al contaminar las aguas, al interrumpir el paso de las aguas hacia el manglar y afectar al arrecife”.

Para Urbina la zona es un “lugar privilegiado en el mundo” que describe abrumado por su historia e importancia ecológica, con especies únicas, algunas en peligro de extinción. Pero ese entorno puede estar en riesgo por el proyecto del Tren Maya, contra el que luchan voluntarios como Fabiola Sánchez, del colectivo Sociedad Civil Organizada de Quintana Roo.

Denuncian que el tren, además de partir la selva en dos, fragmentaría el ecosistema en el que viven los jaguares, tucanes, loros y demás animales, además de los seres humanos. Y reclaman un plan de viabilidad del proyecto en el ámbito social, económico y ecológico, para que sea sustentable. “Queremos el desarrollo, sí, pero que ante todo sea sostenible”, dice. “Para eso nosotros apelamos a nuestro derecho a un medioambiente sano y las autoridades tienen la obligación de garantizarlo con estudios técnicos y manifestaciones de impacto ambiental”.

Los ambientalistas reconocen que el proyecto del Tren Maya, que afecta a cuatro Estados mexicanos: Yucatán, Campeche y Chiapas Quintana Roo, activaría la conectividad entre ellos dando alas al turismo y el comercio. Sin embargo, exigen que se tenga en cuenta la particularidad medioambiental de la península de Yucatán.

El megaproyecto contaba en un principio con los permisos legales tras varios estudios de la zona. El problema, cuenta Pepe Urbina, es que luego “cambiaron de decisión sin preguntar a nadie” y no realizaron ningún estudio en los seis kilómetros que atraviesan un área “sumamente frágil”. “Lo que hicieron fue trazar una línea en el mapa y empezaron a descubrir lo que había conforme iban talando árboles”, denuncia. Urbina está convencido de que, de seguir con las obras planteadas, acabarán topándose con un gran cenote que les obligue a invertir mucho más de lo previsto en el proyecto inicial.

La sociedad civil de Quintana Roo se ha movilizado contra el megaproyecto y, según Sánchez, está muy concienciada con un modelo de equilibrio ecológico desde la conciencia y no solo el aprovechamiento extractivo. Están satisfechos con la paralización temporal de las obras del tramo más polémico del Tren Maya y esperan una respuesta judicial a favor de la ciudadanía y un consenso con las administraciones públicas.

 
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