Cruel derrota del Sporting, que no levanta cabeza
Un tanto de Curro en el minuto 90, en uno de los pocos errores defensivos del equipo, da al traste con un empate que los rojiblancos ya acariciaban

Babin, que se lesionó en la primera mitad, despeja un balón. / La Liga

Gijón
El Sporting se merece casi todo lo malo que le está pasando. Está abajo por sus errores, por su bajo rendimiento, por sus carencias futbolísticas... Por un montón de cosas. Se lo merece casi todo, pero no todo. En Almería el fútbol fue verdaderamente cruel con él. Cuando ya acariciaba un meritorio empate frente a uno de los grandes de la categoría, dejando una imagen bastante decorosa, el Sporting se quedó con cara de tonto. Gafado como está, encajar un gol sobrepasado el minuto noventa es una muesca más en la trayectoria de desgracias. Aunque no todo es mala suerte: en la antología de despropósitos también entra la acción del gol por los deméritos del propio Sporting, ya que es Kravets quien con un error infantil habilitó a Curro Sánchez para que, libre de marca, anotara el gol de la victoria. Una vez más, el equipo gijonés ve a un rival celebrando su gran fiesta en su cara.
El disgusto de una derrota que mantiene al Sporting a siete puntos del descenso deja en un segundo plano la mejora del equipo gijonés, que sin hacer ninguna maravilla sí que logró, sobre todo en la primera parte, competir de tú a tú con uno de los mejores rivales de la categoría. Salvo los primeros cinco minutos, en los que el Almería le sometió, el Sporting supo ser inteligente, frenando el ritmo del partido y adecuándolo más a sus intereses. Tuvo momentos de dominio del balón, apenas sufrió en defensa y generó ocasiones, aunque le faltó mordiente. Aitor y El Puma no eran capaces de finalizar con éxito ninguno de los diferentes contrataques que condujeron. Ni chutando ni asociándose con sus compañeros. Solo acertó a definir impecablemente Djuka en una contra, ya en el tiempo añadido, pero estaba en fuera de juego cuando recibió un buen pase de Pedro Díaz. El Almería también tuvo las suyas, como una doble ocasión en la que se lució Cuéllar, primero a disparo de Sadiq y posteriormente repeliendo un peligroso chut de Portillo. El partido era, en todo caso, equilibrado.
El Sporting se iba al descanso dejando una imagen aceptable, sin que se notara la enorme diferencia clasificatoria entre uno y otro equipo. Gragera manejaba bien al equipo en su retorno a la titularidad tres meses después y aunque la lesión de Babin (encargado de pegarse como una lapa a Sadiq) trastocaba los planes mediado el primer tiempo, el cuadro de Martí sabía contener el tremendo potencial ofensivo que tenía delante. Berrocal seguía dando muestras de desconfianza (absurda la amarilla que vio en la segunda parte por agarrar a Sadiq a muchos metros de la portería), pero Borja López se mostró inspirado y atento, saliendo por ejemplo al cruce para tapar una peligrosa internada de Akieme nada más comenzar la segunda parte.
El Sporting volvió a aguantar en el inicio de la segunda mitad la salida ambiciosa del Almería. Martí refrescó el equipo: retiró a un muy desacertado Aitor García para dar entrada a Gaspar y volvió a dar minutos a un recuperado Guille Rosas, que entró por Bogdan.
Tras muchos minutos defendiendo pero sin apenas sufrir, el partido se rompió con la primera ocasión clara del Almería: una pérdida de Pedro Díaz en campo contrario derivó en un mano a mano de Sadiq con Cuéllar, que afortunadamente el nigeriano picó fuera.
La estrategia, la dichosa estrategia, estuvo a punto de salirle cara al Sporting. Un córner peinado en el primer palo por Rodrigo Ely lo transformó en gol Curro Sánchez, pero el VAR determinó que el rematador estaba adelantado cuando su compañero prolongó. Ya en la primera mitad el Sporting había permitido que, en su área, dos jugadores locales tocaran el balón de cabeza. En la jugada del gol anulado tampoco hubo contundencia para despejar.
El partido se volvió loco en el tramo final. El Almería no podía permitirse que se le escapara la victoria que le metía de nuevo en ascenso directo y se lanzó al ataque. El Sporting encontró aún más espacios, aunque no supo aprovecharse. En el duelo de ocasiones, Djuka y Sadiq se picaron por fallar la más flagrante. El ariete del Sporting, por indeciso, dejó que Babic le rebañara la pelota cuando se había plantado en el área y tenía toda la portería para él. A renglón seguido, Sadiq le superó: envió por encima de la portería un centro raso de Ramazoni que parecía fácil de empujar.
Todo apuntaba a un empate sin goles que, aunque no hubiera servido para mejorar la terrible estadística del equipo, al Sporting le hubiera sabido a oro. Pero como el gafe no se va (y los errores infantiles tampoco), el equipo se volvió de vacío y continuará penando en una temporada para el olvido.

David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...




