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El perfecto cínico

Se cumplen 50 años del suicido en España de George Sanders, el actor de Eva al desnudo y Rebeca

George Sanders en una escena de Eva al desnudo

Ocurrió hace medio siglo, el 25 de abril de 1972. George Sanders llegó hasta Castelldefels y se alojó en el Gran Hotel Rey don Jaime. Estaba solo, cansado, hastiado de la vida. Acababa de vender su casa de Mallorca. Su última etapa en este mundo la hizo acompañado de cinco tubos de Nembutal. Su cadáver fue descubierto dos días después. George Sanders era un hombre tímido, complejo, lleno de problemas, que fue tratado a lo largo de su vida por hasta siete psiquiatras. La idea del suicidio apareció y desapareció de su mente a lo largo de los años. En 1937, por ejemplo le dijo a su amigo, el también actor David Nieven: “sabes una cosa, cuando sea viejo tengo la firme intención de suicidarme”.

Sus biógrafos coinciden en que, a pesar de sus defectos, fue una buena persona que desarrolló una especie de máscara de cinismo que le protegía del mundo. En su autobiografía Sanders escribió que se había convertido en actor por la debilidad de su carácter, pero llegó a ser uno de los grandes secundarios del cine, un intérprete que se adueñaban de la pantalla cada vez que aparecía en ella. En muchos papeles representaba a hombres cínicos y crueles, sobre todo con las mujeres. Una máscara que escondía, según sus palabras, a un hombre tremendamente sentimental.

George Sanders interpretando a Jack Favell en Rebeca, de Alfred Hitchcock

George Sanders interpretando a Jack Favell en Rebeca, de Alfred Hitchcock

George Henry Sanders nació el 3 de Julio de 1906 en Rusia, en San Petersburgo. Sus padres, de nacionalidad británica, tenían ascendencia escocesa y eran artistas. Su padre era, por ejemplo, un gran intérprete de balalaica. Cuando en 1917 triunfó la revolución bolchevique la familia huyó de Rusia y se instaló en Inglaterra. George Sanders estudió en un buen colegio y comenzó a trabajar en la industria textil en Birmingham, luego en una empresa de tabaco en Argentina y más tarde como escritor de anuncios en una agencia de publicidad. La secretaria de esa compañía, que quería ser actriz, le animó a que se dedicara al mundo de la interpretación.

Comenzó en Londres formando parte de un coro. De allí pasó al cabaret, a la radio y al teatro. En el cine debutó en 1934 y dos años después dio el salto a Hollywood. Su educado acento británico y su aspecto de caballero, combinado con su aire altivo, le hacían el actor ideal para interpretar a personajes cínicos, sinuosos y retorcidos. Le vimos, por ejemplo, en Rebeca, de Alfred Hitchcock. También interpretó el papel de Simon Templar, el Santo y trabajó al lado de Gene Tierney y Rex Harrison en El Fantasma y la señora Muir. Otras películas suyas son El retrato de Dorian Grey; Amores de un impostor o Conspiración en Berlín. En 1951 ganó el Oscar al mejor actor secundario por uno de sus mejores papeles de su carrera: el crítico teatral Addison DeWitt en la película Eva al desnudo. También prestó su modulada voz para un famoso personaje animado: el tigre Shere Khan en la versión Disney de El libro de la selva.

Las mujeres tuvieron una importancia capital en su vida. Estuvo casado 4 veces. Su segunda boda fue con la actriz Zsa Zsa Gabor con la que vivió una relación tremendamente peculiar. En su autobiografía la actriz escribió: “George Sanders fue para mí un hermano, un hijo, un amante e incluso un abuelo. Era irritante y encantador; inteligente y educado; un canalla y un caballero. Un hombre que sabía tratar a las mujeres y cómo torturarlas. Un príncipe desdeñoso, indiferente, remoto y elegantemente despectivo”. También añade que George Sanders era muy celoso, pero que se calentaba imaginando o viendo a los amantes de su esposa.

Su voz era otra de sus grandes bazas. Llegó a participar en el musical Al Sur del Pacífico y grabó un disco: The George Sanders Touch. Songs For The Lovely Lady. En televisión también tuvo su propia serie titulada The George Sanders Mistery Theatre y escribió su propia autobiografía: Memorias de un sinvergüenza profesional.

George Sanders y Gene Tierney en una escena de El fantasma y la señora Muir.

George Sanders y Gene Tierney en una escena de El fantasma y la señora Muir.

No se retiró nunca del cine, aunque sus últimas películas fueron de poca calidad. Según uno de sus amigos por aquellos años, a Sanders le interesaban otras cosas mucho más que el cine: “se dedicaba a perseguir a mujeres por su dinero para abandonarlas cuando descubría que no eran lo bastante ricas”.

Su muerte tuvo el sello de esa negra ironía con la que había revestido toda su vida, pero no hubo mucho que investigar. Su suicidio acabó ocultando definitivamente cuál era su verdadero rostro, la verdadera personalidad de ese hombre, ese actor, llamado George Sanders. O quizá, todo lo contrario. Su muerte en un hotel cerca de Barcelona fue el lógico punto final a una existencia vivida con un profundo desdén.