Se cumplen 60 años de un accidente que Córdoba no olvida

Córdoba

Córdoba no olvidará fácilmente el trágico accidente ocurrido a un autobús de Aucorsa el 26 de abril de 1964. Durante décadas, la historia de aquel día y de algunos de sus protagonistas se ha transmitido de forma oral, de generación en generación, hasta el punto de que muchos que no la vivieron, porque todavía no habían nacido, la conocen con tanto detalle como aquellos que aquel domingo se agolparon en la Ribera para comprobar la suerte la habían corrido los ocupantes del vehículo que se hallaba en el fondo del río.

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El autobús siniestrado cubría la línea que conectaba Pio XII, en el Campo de la Verdad, con Tendillas y Cañero. Ese día, sin embargo, estaba como refuerzo para el fútbol ya que el Córdoba, entonces en primera división, disputaba un partido en el Arcángel frente al Levante. "El autobús salió de las Tendillas sobre todo con profesionales de la hostelería que cerraban con la hora justa para llegar al partido", ha recordado Ladislao Rodríguez, Ladis. Eso explica que en el vehículo solo viajaran once personas más el conductor y el revisor. "De haber sido a otra hora la tragedia habría sido tremenda, porque los autobuses normalmente iban repletos", ha añadido. El veterano fotógrafo cordobés, que entonces solo tenía 16 años, estaba en el estadio para cubrir aquel encuentro cuando le avisaron del accidente, lo que le permitió ser de los primeros en llegar a la Ribera y realizar las fotografías que horas más tarde publicarían medios de comunicación nacionales e internacionales. Imágenes que Ladis ha compartido con nosotros y que podemos encontrar en su blog Lamonteradeladis

Otro de los protagonistas de aquel trágico día fue Enrique Caballero, el último barquero del Guadalquivir, que junto a su hermano Pepe y a su sobrino Manuel, fueron los primeros en acudir con su bote para tratar de socorrer a las víctimas. Fue así como este experimentado nadador, que también trabajaba como buzo del río cuando éste se abría al baño en los calurosos meses de verano, se sumergió en sus oscuras aguas y logró rescatar a los dos únicos supervivientes del accidente: Miguel Espinosa Priego, cobrador del autobús, y al viajero José Vázquez Fernández.

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"Cuando llegamos mi sobrino y yo decían 'aquí no hay nadie', pero me tiré de cabeza y ví que había dos personas moviendo las manecitas; los subí al barco y les hice la respiración artificial", recordaba Enrique a Radio Córdoba en el año 2006 cuando, tras décadas en el olvido, el Ayuntamiento de Córdoba le dedicó una placa situada junto a la rampa de acceso al Molino de Martos que ese año se restauró y reabrió al público como museo. A sus, entonces 88 años, el viejo barquero, ya fallecido, tampoco olvidaba que aquel día, en la orilla del Guadalquivir "había socorristas de más categoría que nosotros, que le daban mucho al bistec, pero que se jiñaron".

Radio Córdoba, a través del Carrusel Deportivo, fue la primera emisora en dar la noticia de que un autobús se había precipitado al río Guadalquivir. "Entonces el pánico fue tremendo porque no se sabía cuántas personas iban en aquel autobús, ni quienes eran. La gente acudió al Arcángel para buscar entre el público a sus familiares", recuerda Ladis.

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El rescate del vehículo fue muy complicado. El peso de aquel viejo autobús cargado de agua y con los cadáveres aún en su interior provocó que el cable con el que trataron de sacarlo del río se rompiera. "Fueron horas en las que la Ribera fue un hervidero de personas en busca de información de sus seres queridos. Hubo chillidos y mucha angustia", recuerda el fotógrafo.

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El historiador Manuel García Parody, que entonces también tenía 16 años, no ha olvidado "el shock" que supuso en Córdoba este terrible accidente. Y ha recordado que aquel 26 de abril de 1964 coincidió con la visita a nuestra ciudad de don Juan Carlos y doña Sofía, "antes de que fueran designados príncipes por Franco". La agenda de la joven pareja se vió alterada ya que todos los actos oficiales previstos quedaron suspendidos, y Juan Carlos y Sofía acudieron al funeral por la víctimas que al día siguiente tuvo lugar en la Catedral oficiado por el obispo Manuel Fernández Conde".

Parody ha recordado también que este accidente no es el único hecho trágico que se ha vivido en este punto de la ciudad. "La zona de la Cruz del Rastro tiene mal fario", ha dicho tras apuntar la matanza de judeo conversos que tuvo lugar allí en 1473 y la quema de la posada de la Herradura, y todos sus ocupantes, en el año 1836.