La luz debe bajar a la mitad

Barcelona

Hay pacto. Y es un pacto contante y sonante. En principio, y si nada acaba estropeándolo, muy considerable para los bolsillos de todos. Y ha costado sangre, sudor y lágrimas. Bruselas autoriza el plan de España y Portugal para rebajar el precio de la electricidad a los hogares y las empresas ibéricas. El precio del gas que se transforma en electricidad tendrá un tope durante doce meses: 50 euros, algo menos de lo que Lisboa y Madrid habían propuesto, 30, y casi exactamente lo mismo que deseaban. Como este precio condiciona hacia arriba al resto de los vatios producidos por otras energías, el conjunto bajará. Si en el mes de marzo se ha pagado una media de 283 euros por megavatio/hora, el listón máximo se deberá situar entre los 130 y los 140 euros. O sea, el consumidor final debería pagar menos de la mitad.

La noticia supone, también en principio, otro beneficio, esta vez para todos. Esta vez aún más espectacular, si funciona lo previsto. Como el aumento de precios general, o sea, la inflación, viene sobre todo provocado por el alza de precios de la luz, porque esta afecta a todo el mundo, la rebaja de su precio deberá suponer la rebaja de la inflación general. Que es, ahora mismo, el principal motivo de que se dispare el precio de la cesta de la compra, y se reduzca así la capacidad adquisitiva, sobre todo de los hogares más humildes, se encojan los salarios, aunque suban, y se contraigan los ahorros trabajosamente guardados por las familias de clase media.

Casi todo el mundo puede hoy brindar por el principio de acuerdo. Salvo dos empresas, que se han opuesto al intento a cajas destempladas, desafiando al Gobierno ante Europa. Una, Endesa, propiedad del Estado italiano. Otra, Iberdrola. Y todos los bancos y periódicos que las han acompañado. En una campaña, por tierra, mar y aire, que ha tenido tintes de cruzada agónica. Han perdido.

Escucha todas las miradas de Xavier Vidal-Folch