A favor de los turistas quietos
El único turismo sostenible se compone de turistas quietos, que se apuntan a un hotel de excelente trato y comida para someterse a un descanso reparador
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"La línea roja" de Matías Vallés (27/04/22)
El sudafricano Anton Rupert era uno de los hombres más ricos del mundo, según confirma el hecho de que sea un perfecto desconocido para la mayoría de nosotros.
Con una fortuna en torno a ocho mil millones de euros, por encima del billón de pesetas, su familia posee marcas como Montblanc, Cartier o Dunhill.
Rupert era un visitante de Mallorca, y tuve la oportunidad de preguntarle por su elección.
Me respondió que “vengo a Mallorca a dormir”. Es decir, el paraíso del descanso absoluto.
Para lograr este sueño reparador que solo podía permitirse unos pocos días al año, Rupert mantenía una casa en Son Vida, un yate en el paseo marítimo y una suscripción anual a un club de golf.
Es decir, daba trabajo y no molestaba.
En cambio, hoy se promueve al turista ruidoso, que viene a Balears a derrochar energía y a recorrer miles de kilómetros en coche o, todavía peor, en bicicleta.
El único turismo sostenible se compone de turistas quietos, que se apuntan a un hotel de excelente trato y comida para someterse a un descanso reparador.
El turista ideal es el turista con libro, que elige Mallorca para dormir y leer.
Son los más rentables, y también los más escasos.
