Chorizos

Albacete

El chorizo es un embutido cárnico originario de la Península Ibérica. El primer chorizo documentado data de finales del siglo XVII, en la actual localidad de Hospitalet de Llobregat. Por tanto, puede decirse que el chorizo es originario de Cataluña. Algo de lo que me imagino tendrá constancia el gran Gerard Piqué Se sabe que proviene del latín vulgar “sauricio”, que a su vez surge del latín clásico “salsicium”. A mi particularmente me da ardores, así que no os voy a hacer hoy una oda, o loa, o poesía al chorizo. Por mucho que se lo merezca. Me quedaré en esta ocasión con otra acepción que se tiene sobre él. Y es aquella de Chorizo como sinónimo de ladrón que proviene del caló, chorar(robar) o chorí(ladrón). Chorí por similitud fonética pasó a chorizo y surgió el termino de choricear. Al igual que el que se hace con ajo y pimentón tiene muchas variedades que dependen del territorio en el que se desarrollen. Al español y a la española, les gusta el chorizo, algo que se comprueba por la cantidad de ellos que se hacen para consumo Nacional que se exportan para regocijo Internacional y que se exilian como única opción Real Chorizos los hay y los habrá siempre, a quien no le gusta un buen chorizo?. Eh? Quién no ha sentido ese gustillo entre dulce y amargo, al quedarse con algo que no le pertenece?. Quién no ha sentido alguna vez esa satisfacción del beneficio propio, sobre todo cuando tenemos que hacer la declaración de Hacienda?. Quién no ha rapiñado los céntimos de una compra, diciendo aquello de: “Ya te los doy otro día?”. O quién no ha estafado alguna vez a su compañía telefónica? Aunque ya se sabe que quién engaña o roba a un ladrón tiene mil años de perdón. El robo se justifica tanto que aún hay quien le guarda aprecio a “el Dioni” por su valerosa andanza. Incluso se admira a Pablo Escobar, todavía no se por que razones. Aparte de por tener la satisfacción de haber esnifado alguna raya adulterada de su tan apreciada coca. Y es que el mito del ladrón a lo Robin Hood vende y vende muy bien. Aquel que roba para repartir entre los pobres es un buen hombre. Un buen ladrón. Aunque los pobres, “pobres”, no reciban más que las historias de ladrones que roban para repartir entre los pobres. Y estos pobres, “pobres”, no vean jamás un duro de lo robado. No se si me explico. Vende tan bien que en nuestro país cala muy profundo y es así que casi todos los días nos desayunamos con alguno o alguna. El chorizo, a ver si nos entendemos, viene a joderte la vida, ya sea individual, o colectivamente. Viene a hacerte daño, como el pimentón cuando se usa en demasía El chorizo, no es un ser simpático, ni debe tener mil años de perdón, porque viene a repetirse como el ajo y pimentón que dejan acidez y mal aliento para muchos días. Al chorizo, le importan una mierda los pobres y sus problemas. Su única preocupación es tener más de un coche, al menos un yate, varias mansiones con cabezas de animales muertos en sus paredes, al menos la de algún elefante. Eso sí, en sus cuentas corrientes, ni un duro. Quieren más, necesitan más, exigen más. Y ese es el más que nos niegan a el resto de las personas que nos conformamos con llegar a final de mes. Hemos llegado a institucionalizar el robo, dotándolo de una especie de justificación soterrada pero aceptada como normal por gran parte de la sociedad. Y es por “ello” que entre ellos, valga la redundancia, ejecutan una asquerosa orgía de sumas desorbitadas que sacarían los colores a cualquier buen samaritano. Aunque se les pille, da lo mismo, todo lo tienen atado y mas que atado. Muchos de ellos tienen varios “Másteres”, en prestigiosas Universidades. Es por ello que duermen tranquilos y no les sale ni una arruga, tienen la seguridad de que se los pillan, no podrían hacer nada contra ellos y si no los pillan, con lo robado pueden hacerse tratamientos estéticos, para disimular su podredumbre. Chorizos hay y habrá siempre, con mejor o peor prensa, de toda condición, de toda educación, de toda posición, de cualquier equipo de fútbol y de todos los colores políticos que hay y pudiera llegar a haber. Contra ellos poco podemos hacer pues es un mal difícil de denunciar, sin pruebas y creedme, son especialistas en eliminarlas. Ahora, contra los que permiten que esto exista podemos hacer mucho. En nuestras manos queda la responsabilidad de permitir, consentir, justificar, todas sus acciones. Dejemos de pensar con el tribalismo inherente de nuestros genes y empecemos a tomar decisiones con la razón que es, de momento, la única cualidad lógica del ser humano.