El Bazar del Libro, las historias personales cobijadas entre las páginas de sus obras

Las anotaciones de Leonardo construyen un doble relato: el propio del libro y el de su vida amorosa

El bazar del libro

Palma

Leonardo, nombre ficticio, es un hombre culto. Domina por lo menos tres idiomas: inglés, francés e italiano. Cuándo muere, deja un legado de libros de distintas temáticas. Unos libros que contienen dos historias. La que cuentan las letras de estas obras y también la historia que dejan sus anotaciones. Era homosexual. En la biblioteca que dejó había dedicatorias y cartas a todos esos amores, que tuvo en la época. La única referencia temporal de la que disponemos es que su muerte se produjo entre los últimos años de los 70 y el inicio de la década de los 80.

La historia de Leonardo ha permanecido décadas escondida entre las páginas de varios libros cobijados en 'El Bazar del Libro'. Un tesoro que ha sido devuelto a su familia, lleno de recuerdos, sensaciones, sentimientos de su puño y letra.

El Bazar del libro, 28 de abril del 2022

Al lado de la imponente iglesia de Santa Eulària en Palma. En un callejón estrecho, encontramos El Bazar del Libro. Un cartel grande con el nombre preside la puerta. Unas baldosas de cristal guían al curioso hasta el interior del establecimiento. Al lado y lado de este pasillo de entrada hay dos aparadores llenos de libros. Los mostradores datan del año 1920, de cuándo el lugar era Confecciones Segura. El sitio donde las mujeres pudieron adquirir sus primeros Levis. Una vez dentro del local, en las mesas reina un aparente desorden y caos, pero es por la cantidad de libros que hay en el interior. Es tal la cantidad que se amontonan unos sobre otros en altas columnas. La realidad es que todo está bien colocado por temáticas y por apellidos de autores. Aunque, a veces, los libros viajan por la tienda de un sitio a otro de la mano de los clientes que los sueltan por aquí y por allá. Nos reciben Juan Antonio Cantarellas, Catalina Bauzà y Hércules, el perro de la familia que nos acompaña durante el encuentro.

Cantarellas y Bauzà son los encargados de mantener el legado de Toni Llabrés, de conservar intacta esta librería de segunda mano. El destino se encargó de que fueran ellos quiénes cogieran el relevo de Llabrés, que empezó la aventura el año 1978. Cantarellas es economista, y buscaba una factura o un documento antiguo para ponerlo en su despacho. Cati, su mujer, le dijo que sabía cuál era el sitio perfecto para encontrarlo. Compraron un calendario laboral de 1960 y, la casualidad, quiso que acabaran siendo ellos los propietarios de este lugar tan característico. Llabrés se tenía que jubilar y les propuso si querían regentar ellos el local para que no se perdiera. Eso sí, con una condición debían mantener la esencia, la librería debía perdurar. No sé lo pensaron un segundo, aceptaron la propuesta. Pagaron el valor del inmueble y Llabrés les regaló todo lo que había dentro. En cuestión de semanas, cumplirán la década en el local.

Los transeúntes entran, sobre todo, por curiosidad. Cuándo llegas a la puerta te fijas en el suelo. Son baldosas de cristal y debajo piedras. Si miras al frente ves las montañas de libros. Si te animas a cruzar la puerta te adentras en una librería que bien podría aparecer en una película. Columnas de libros presiden las mesas. Hay libros encima de otros libros en los cubículos de la estantería. Tienen todo lo que debería tener una librería, escaleras de caracacol, sofás y butacas. Durante un tiempo, incluso, se trataba de un espacio dónde pasar el rato, leyendo y tomando café. Se sacaron la licencia de cafetería por si el negocio de los libros no funcionaba del todo bien.

Mientras conversamos con Juan Antonio Cantarellas. Él repara en alguien que está tanteando qué se puede llevar. Se trata del escritor y periodista Llorenç Capellà. Nos confiesa que estos libros adquiridos no van a la misma estantería que el resto de los que tiene. Les guarda un sitio especial, un sitio privilegiado. Además, nos hace una reflexión. Hoy en día, nadie enseña su biblioteca. Cuándo vas a una casa... te enseñan la cocina, el comedor... pero nunca la biblioteca. A veces, los libros nos estorban. Y para él, que existan este tipo de librería significa salvarle la vida a un libro y darle la oportunidad de tener una segunda vida, de ser apreciados otra vez.

El libro más antiguo que tienen fecha del año 1598. Es un libro de misa, está en latín. Cuándo pasas la robusta portada de color ocre, las páginas tienen agujeros y tienen unas cuántas mordidas. El óxido, a causa de la humedad de la isla, también mancha las páginas, pero está muy bien conservado. Tienen alrededor de unos 200-300 libros de ese siglo. De 1700, tienen unos 1.000. Y de 1800, unos 4.000. Acumulan una gran cantidad de obras, el almacén, nos confiesa entre risas Cantarellas, empieza a ser un problema. Paseando por la tienda mientras conversamos, llama la atención una sección de sexualidad y también maternidad. Libros, algunos, de los años 50. Libros que, a día de hoy, se siguen comprando y regalando. Aunque algunos hayan quedado anticuados.

La curiosidad es lo que hace que mucha gente se acerque a la tienda y se atreva a entrar. Otros, en cambio, se acercan. A veces, hasta en muchas ocasiones. Pero, sin conocer los motivos, no se atreven a dar el paso. No se atreven a introducirse en este local que si conjugáramos todo lo que hay en su interior, podríamos vivir en distintas épocas en el mismo momento o saltar de una otra sin necesidad de cambiar ni de momento ni de lugar.

Las horas laborales no terminan cuándo cierran la tienda. Juan Antonio y Cati se pasan horas y horas revisando todas las librerías que adquieren. En un fin de semana pueden dedicarle hasta 20 horas a esta revisión. Nos explican que a través de esta profesión han visitado palacetes, que no desvelan su nombre para guardar el anonimato, y han adquirido colecciones muy personales. Así es como han conocido historias como la que hemos contado al principio, la de Leonardo, aunque se trata de un nombre ficticio. En muchas ocasiones, por la confianza que les tienen los clientes, les entregan las llaves y ellos mismos van al sitio y rebuscan entre las obras. Obras que acabarán en esta tienda de la calle del Sant Crist.