Si es necesario hay que arrastrar

Toledo

Hoy he escuchado el testimonio de Beboña Adeba. Una mujer de algo más de 40 años, madre de tres hijos y que durante un tiempo desarrolló trabajos en empresas de limpieza, en supermercados o en hostelería. Pero de repente un día su vida se vio cambiada: una enfermedad le dejó privada de parte de la visa. Fue un tumor cerebral que le oprimió el nervio óptico y le dejó dañada la visión para siempre. Se hundió como cualquier persona que recibe un revés pero un día al tocar fondo y empujada por su entorno dio una patada e intentó salir a flote.

Su hijo nos la trajo a la ONCE. Para que la atendiéramos y la pusiéramos en manos de los expertos profesionales que la enseñaran a moverse en casa y en la calle. Hoy Begoña nos contaba que su vida cambió totalmente y que agradece a su hijo a que la "arrastrara" a la entidad para conocer a gente que la hizo devolver a Begoña a ser quien era pero de diferente manera.

Si conoce a alguien que está pasando por una situación parecida no lo dude: ayúdela. Una mano siempre puede ayudar a guiar a una persona que vaya a tocar fondo. Tenemos que acompañar y echar una mano entre todos a ese amigo o familiar. Hay que convencer porque todos en un momento de nuestras vidas hemos tenido a alguien que nos ha ayudado a salir del hoyo.