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Aviones de 7.000 kilos, nieve y 300 personas: un día en el rodaje de la nueva película de J.A. Bayona

El director ha rodado durante 100 días en Sierra Nevada gran parte de la que será su próxima superproducción, 'La sociedad de la nieve'. Un proyecto hermanado con 'Lo imposible' sobre el Milagro de los Andes que distribuirá Netflix y que cuenta con un despliegue impresionante. Visitamos el rodaje para conocer todos los detalles

J.A. Bayona en el rodaje de 'La sociedad de la nieve' ©Quim Vives. / QUIM VIVES

J.A. Bayona en el rodaje de 'La sociedad de la nieve' ©Quim Vives.

Sierra Nevada

“Es súper fácil, como todo lo de Bayona, desde ‘Lo imposible’ imagínate”, resume con sorna un miembro del equipo sobre la dimensión del nuevo proyecto del director catalán. En Sierra Nevada lleva cuatro meses rodando ‘La sociedad de la nieve, una superproducción para Netflix con la que vuelve a trabajar en español tras 15 años en los que se han convertido en uno de los directores más taquilleros y ha trabajado en sagas como ‘Jurassic World’ o la serie de ‘El señor de los anillos’ que estrenará próximamente.

Bayona vuelve a reunir a todo su equipo habitual para narrar la historia del accidente de avión que tuvo lugar en Los Andes en 1972. Un vuelo de la Fuerza Aérea Uruguaya chocó contra una de las montañas y las autoridades dieron por muertos a todos los ocupantes. Más de 70 días después, fueron rescatadas 16 personas que lograron sobrevivir en condiciones extremas. Un milagro que ya fue llevado al cine en ‘¡Viven!’, la visión americana de la tragedia, y que Bayona aborda desde otra mirada, la de los testimonios recogidos por el escritor Pablo Vierci, amigo y compañero de colegio de muchos de los pasajeros de ese avión, en ‘La sociedad de la nieve’.

Precisamente ese libro llegó a manos de Bayona mientras preparaba ‘Lo imposible’. “Empezamos a trabajar esta película haciendo la documentación de la historia del tsunami, ese vínculo está ahí e incluso algunos de los supervivientes de Los Andes conocen a María Belón”, desvela Belén Atienza, productora del realizador desde su debut con ‘El orfanato’. “Hay algo en el trauma de la gente que tiene que convivir muy cerca con la muerte después de un desastre, pero esta transcurre durante mucho más tiempo y la comunión entre los personajes y el proceso es diferente. En ‘Lo imposible’ era el shock, aquí pasamos por casi todos los estados de ánimo”, cuenta durante la visita al rodaje al que ha asistido la Cadena SER.

"A nivel de producción son proyectos internamente relacionados, a mí en su momento me parecía más compleja ‘Lo imposible’, fue una película muy valiente en cuanto a producción fuera de España, ahora visto con la perspectiva actual, no lo sé, la nieve es muy indomable”, añade entre risas Sandra Hermida, la otra productora, también vinculada a Bayona desde hace años. Ambas coinciden en que ‘La sociedad de la nieve’ es un proyecto muy ambicioso y, sin entrar en cifras concretas de presupuesto que pueden resultar “engañosas”, admiten que el coste de esta producción “es un poco mayor”.

El rodaje empezó en Sierra Nevada el pasado 10 de enero pero el trabajo de preproducción lleva años. “Yo empecé localizando en 2008”, explica Margarita Huguet, ‘Marga’, directora de producción. Durante todo ese tiempo valoraron todas las opciones para encarar un rodaje tan complejo y tan condicionado por la metereología. "Estuvimos buscando localizaciones por todo el mundo, en los Alpes, lo queríamos hacer en España, fuimos a ver los Pirineos y al final acabamos en Sierra Nevada. Una de las razones era el tiempo pero sobre todo porque está a 2.200 metros y tiene hoteles que están al lado de las pistas”, interviene Llura Juvé, jefa de localizaciones. Eso les permitía alojar a las 300 personas aproximadamente que trabajan en esta película, más todas las empleadas de forma puntual de la zona (seguridad, limpieza, transporte…) Un despliegue impresionante en tres unidades y tres sets que han ‘ocupado’ Sierra Nevada en colaboración con la estación. “Cuando queremos subir, tenemos todo cerca, es una logística muy rápida, el rodaje en la nieve ya es muy duro, si luego la gente tiene que coger coche y bajar a Granada, todo sería más difícil”. Tanto que también tenían que tener el cuenta el mal de altura, impredecible si tienes que movilizar a un equipo continuamente.

Una de las instrucciones de Bayona fue que quería que todo fuera lo más real posible. Los actores, la mayoría uruguayos y debutantes, tenían que sentir el frío de la nieve para afrontar las condiciones propias que exige esta historia de supervivencia. “Había que encajar lo exterior y lo íntimo, queremos que sea una experiencia, que tengas la sensación permanente de estar en la montaña. Todo lo que se pueda queremos que sea real. Hoy hemos tenido suerte porque hemos hecho una escena ahí con nieve de verdad y ha sido increíble. Realmente es importante tener planos de montaña, por eso hemos ido a Los Andes, hemos rodado aquí, la nieve es real en la medida lo posible”, puntualiza Atienza, que junto a Sandra Hermida, ejercen de anfitrionas en la visita de prensa a los diferentes sets mientras Bayona aprovecha que está nevando para movilizar al equipo y rodar una escena en exteriores cuando uno de los supervivientes se queda rezagado en la montaña.

Set 1. Cómo subir un avión de 7.000 kilos a 3.000 metros

En la búsqueda de una localización que fuera lo más parecida al Valle de las Lágrimas, y convencidos de que no querían hacer toda la montaña en digital, los equipos de producción decidieron subir a un pico a 3.000 metros de altura uno de los tres aviones diseñados ad hoc para el rodaje. "En agosto del 2021 nos dieron luz verde y empezamos a correr. Había que montar los campamentos base a 3.000 metros antes de que nevara”, comienza a explicar Llura Juvé, responsable de localizaciones y nueva mejor ‘amiga’ de Cetursa, la empresa encargada de la gestión de Sierra Nevada con la que se coordina todos los días.

Los restos del fuselaje pesan 7.000 kilos y en octubre no había mucha nieve. "Lo teníamos que subir con la máquina pisa-pistas arrastrando pero no teníamos mucho centímetros de nieve y tenía que estar muy dura., movimos cielo y tierra, buscamos helicópteros militares que pudieran llevar el avión, pero tenía demasiado peso”, continúa Hermida. Finalmente tuvieron que limpiar la mitad del la carrretera y una máquina lo arrastraba y otra lo empujaba. “Además tenía que ser sobre las 6 de la tarde que ya cae el sol y endurece la nieve, para que no se hundiera en la nieve”, recuerda Lluvé de uno de las operaciones más complicadas del rodaje.

Esa parte del cuerpo del avión está ahora en mitad de la nieve (como se ve en la foto inferior) y varias máquinas y cabinas se organizan para subir y bajar al equipo y los actores cuando Bayona rueda ahí escenas de la vida exterior de los personajes o de las expediciones de montaña. Según relataron los supervivientes, esa cola debió de dar vueltas y cayó en una zona del valle de difícil visión y acceso. Eso, sumado a que fue la época que más nevó en Los Andes en 50 años. En busca de esa realidad, el fuselaje se encuentra en dominio esquiable fuera de las pistas y los responsables bromean con que algún día han visto pasar a esquiadores mientras rodaban. “Aquí habitualmente estamos tranquilos, la sorpresa se la habrán llevado los esquiadores”. Alain Bainée, diseñador de producción con amplia trayectoria, lleva un dossier con todos los detalles de la construcción de esos tres aviones idénticos, uno para cada set, que no solo tuvieron que transportar y mover, sino que ahora tienen que ir envejeciendo. “Es un avión roto lleno de cables, los vamos envejeciendo al mismo tiempo para tener ese raccord constante, pero hay tres unidades rodando, a veces cosas anteriores, por eso tenemos un calendario muy complejo de envejecer y rejuvenecer los aviones”, cuenta.

El avión a 3.000 metros en Sierra Nevada. Los personajes/actores que salen en la foto de la derecha son de izquierda a derecha: Coche Inciarte (Simón Hempe), Álvaro Mangino (Juan Caruso), Javier Methol (Esteban Bigliardi), Carlitos Páez (Felipe González Otaño), Pancho Delgado (Valentino Alonso), Bobby Françoise (Agustín Berruti), Roberto Canessa (Matías Recalt) / ©Quim Vives.

El avión a 3.000 metros en Sierra Nevada. Los personajes/actores que salen en la foto de la derecha son de izquierda a derecha: Coche Inciarte (Simón Hempe), Álvaro Mangino (Juan Caruso), Javier Methol (Esteban Bigliardi), Carlitos Páez (Felipe González Otaño), Pancho Delgado (Valentino Alonso), Bobby Françoise (Agustín Berruti), Roberto Canessa (Matías Recalt) / ©Quim Vives.

El avión a 3.000 metros en Sierra Nevada. Los personajes/actores que salen en la foto de la derecha son de izquierda a derecha: Coche Inciarte (Simón Hempe), Álvaro Mangino (Juan Caruso), Javier Methol (Esteban Bigliardi), Carlitos Páez (Felipe González Otaño), Pancho Delgado (Valentino Alonso), Bobby Françoise (Agustín Berruti), Roberto Canessa (Matías Recalt) / ©Quim Vives.

El avión a 3.000 metros en Sierra Nevada. Los personajes/actores que salen en la foto de la derecha son de izquierda a derecha: Coche Inciarte (Simón Hempe), Álvaro Mangino (Juan Caruso), Javier Methol (Esteban Bigliardi), Carlitos Páez (Felipe González Otaño), Pancho Delgado (Valentino Alonso), Bobby Françoise (Agustín Berruti), Roberto Canessa (Matías Recalt) / ©Quim Vives.

Set 2. El campamento base y 'una nave de Los Andes'

Si bajamos unos metros, a 2.000 aproximadamente, el equipo de producción tiene uno de sus centros de operaciones en un parking. Un inmenso aparcamiento de Sierra Nevada donde han construido una carpa-plató y donde numerosos contenedores -como los de las obras- alojan al equipo de arte, a la segunda y tercera unidad, a los encargados de las pruebas PCR o al servicio de catering. “Toda esta nave es efímera, temporal, no es un plató al uso, se ha traído y se ha montado específicamente para la película”, detalla la productora. En esa gigantesca carpa está el segundo avión para rodar especialmente planos de interior o por si algún día las condiciones meteorológicas no permiten salir al exterior.

Una empresa belga se ha encargado de construir esa nave, como las de las ferias de coches, con unas necesidades muy específicas. No es un decorado con cromas, sino un espacio con pantallas a los lados y en la parte superior que miden 32x6 metros. Esas pantallas y la combinación de nieve ficticia y real crean el efecto de estar casi en la montaña. “En las pantallas hay una visión real con diferentes luces y horas de lo que se veía en el Valle de las Lágrimas desde la posición en la que estaba el fuselaje. Un equipo fue a rodar los fondos, los retocamos con ordenador y los mezclamos con lo que estamos rodando en Sierra Nevada. La película en el plano más cercano va a ser Sierra Nevada y a lo lejos va a ser Los Andes. Una de las cosas importantes parra el director es que en todo momento, en cada plano, tengas la sensación de estar allí”, interviene Félix Bergés, supervisor de efectos visuales y fundador de ‘El Ranchito’, empresa que trabajo en anteriores películas de Bayona y en la serie de ‘Juego de Tronos’.

Le acompaña Laura Pedro, también supervisora y primera mujer en ganar un Goya por su trabajo en VFX. “No queríamos hacer la montaña digital, por eso cuando fuimos a Los Andes, teníamos una unidad solo destinada a VFX para nosotros para fotografiar desde el fuselaje a todas las horas posibles de luz lo que se ve en las pantallas para luego no inventar digitalmente nada, siempre partimos de ahí”. Esos fondos de la nave se van generando y modificando en función de las necesidades, por ejemplo desde un iPad pueden cambiar la temperatura de la luz y también iluminar el fuselaje desde arriba”, continúa. “Es diferente a una película americana que optaría por un decorado con croma y un 3D maravilloso. Aquí buscamos que de forma orgánica cada plano sea distinto. Vamos a tener miles de planos con retoque visual y tenemos centenares de personas trabajando en muchas empresas todas en España”. La postproducción durará unos cinco meses y emplea a otros 300 personas. “Nos suena bastante eso de que lo arreglen en ‘pospo”, bromea el equipo de VFX.

En esa nave, unas horas martes, la segunda unidad rueda una de las escenas de la película con varios actores, que salen por unas de las pequeñas ventanas del fuselaje. A cargo de esa unidad está el argentino Alejandro Fadel, autor de títulos como ‘Muere, monstruo, muere’ y cuyas producciones se han presentado en el Festival de Cannes. El director, vinculado a la montaña y a esta historia, tiene un estilo completamente diferente al de Bayona. “Estoy aprendiendo a mirar de otra manera para emularlo y serle fiel y aportar a la vez la sensibilidad que uno trae. Este diálogo enriquece que haya una segunda unidad fuerte, y no solo venir a hacer cosas técnicas, sino que ruede escenas con actores en un orden más narrativo”. Y entre debates y discusiones, también hay un trasvase cinéfilo. “A mí me gusta mucho Bresson, y a él mucho Spielberg, así que en algún punto nos vamos a encontrar”, dice antes de retomar la grabación de esa escena.

Fuera de esa nave, en otra cabina, está instalada la tercera unidad, donde trabaja el director noruego Eivind Holmboe, experto en rodar y contar la montaña. Rodeado de dibujos de planos y la composición de imágenes, todo calculado con Bayona, para encontrar el idioma de la película. “Estamos intentando seguir las normativas de documentales de montañeros y cambiar la lucha entre el uso de drones y GoPro. Aquí también que cuidar cuando la cámara está cerca y tiene más energía. El rodaje en montaña es muy lento y a Jota le gusta mucho el detalle. Para planos, por ejemplo, de botas, es importante tener esta unidad de refuerzo, o para planos generales con dobles”, valoran Belén Atienza y el tercer director.

A unos metros de ahí se encuentra el equipo de maquillaje de efectos espaciales comandado por Montse Ribé, junto a su socio David Martí, ganadores de un Oscar por su trabajo en ‘El laberinto del fauno’. Sobre la mesa hay dos muñecos de los pasajeros que sobrevivieron al accidente pero después murieron. “La parte más bestia es hacer los ficticios de muertos. Hay unos con más calidad y otros menos, según si se van a ver de cerca o de lejos. La primera parte del proceso es hacerle en taller un molde al actor y luego nosotros sacamos una copia para hacer retoques, de la expresión o texturas, y finalmente una copia de silicona. Los actores se han visto y le ha dado mucho ‘yuyu”, explica rodeada de prótesis de orejas, restos de cuerpos y maquillaje de las heridas infectadas que tienen que ponerle a algunos personajes. También tienen preparadas unas prótesis de apoyo si los intérpretes no logran adelgazar lo suficiente -algunos han perdido ya más de 10 kilos- para que parezcan más demacrados. El trabajo es todo artesanal y muy largo. “Un mes y medio tardamos más o menos en cada cuerpo, solo picar pelo natural son dos semanas, están articulados para que pueden ser más flexibles o parecer más congelados según las tomas. No pueden parecer muñecos, tiene que ser una mezcla de ver a la persona y que la reconozcas con lo que tenemos en nuestro imaginario de un muerto. Bayona pidió expresamente también que pesarán, unos 30 kilos, para que el movimiento fuera real”, concluye el recorrido por este segundo set Ribé.

Set 3. Backlot o que el rodaje nunca pare

Fuera ya de Sierra Nevada, a las afueras de Granada, se llega a una finca de un hotel rural cerrado por la pandemia. El equipo de la película alquiló todo ese campo donde pueden utilizar el edificio para el catering y para que descansen los actores y donde, lo más importante, cuentan con un solar rodeado de olivos. En ese amplio terreno han ideado una fórmula para que el rodaje nunca pare si las condiciones del tiempo son adversas. Una fórmula a lo grande, como todo con Bayona. En esta sede de emergencia han construido una especie de búnker de hormigón con una grúa hidráulica, como el de los mecánicos de los coches, que permite bajar y subir el tercer avión. “Hay un momento en que el avión está casi cubierto y para esto utilizamos este set. Lo tapamos con nieve y parece que está más hundido, y así es más fácil bajar el avión. Aquí no podemos traer nieve natural, porque se derretiría porque la temperatura es mayor, utilizamos celulosa, como un papel, es nieve biodegradable”, explica Pau Costa, jefe de efectos especiales que ha trabajado con Bayona en tres de sus anteriores películas. “Aquí venimos a rodar solo unos planos. A Jota no le gusta, a él le gusta la realidad, que pasen frío los actores y que sufran un poco. Vale para planos con drones también y permite rodar cuando quieras”.

Estos tres sets con tres unidades conforman todo el engranaje del rodaje de ‘La sociedad de la nieve’, que además, cerca del teleférico de la estación, cuenta con unas instalaciones deportivas donde trabaja el equipo de producción, de rodaje, maquillaje o vestuario, pendientes también de envejecer la ropa y controlar el raccord de las escenas. 100 días de rodaje en Sierra Nevada que se suman a todo el proceso de preproducción en Los Andes, adonde volverán en verano -invierno allí- para terminar las grabaciones. Está previsto que para finales de agosto concluya este maratoniano rodaje y que en 2023 veamos en pantalla la nueva aventura de J.A. Bayona, una de las películas más esperadas que distribuirá Netflix.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 

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