Frente a la inmediatez, vida slow
La firma de Rosa Alcubilla para esta semana en la SER de Aranda
Frente a la inmediatez, vida slow
Aranda de Duero
Más de una vez he escuchado al compañero Valentín García despedirse aconsejando “que encontréis muchos motivos para sonreír y ser felices”.
Siempre esbozo una sonrisa al escucharlo, paro en seco unos segundos y busco argumentos para ser feliz ese día. Por supuesto que tengo muchas razones para estar decaída con la situación actual: la guerra provocada por Rusia continúa, cedemos al chantaje de Marruecos y olvidamos a los saharauis, la ultraderecha tiñe el mapa europeo, y en Castilla y León se quiere retroceder en la lucha contra la violencia machista y la memoria histórica. Pero, a pesar de todo, me esfuerzo en encontrar alegría y dirigir mi energía hacia ahí.
Mi motivo ayer para sonreír fue contemplar la naturaleza despertando del letargo invernal. Me di cuenta de que todo lleva su ritmo, tiene su cadencia, aunque nos empeñemos en acelerarnos y apresurarnos. Vivimos en la cultura dela inmediatez, aun sabiendo que la prisa no siempre resuelve ni soluciona. Todo lo queremos ya, como adolescentes, necesitamos tenerlo ahora, sin esperar. Esa velocidad que se ha apoderado de nuestra voluntad nos lleva, por ejemplo, a comprar libros desde casa, no podemos esperar a que el librero los encargue, o a solicitar desde la comodidad de nuestro hogar comida al restaurante o al supermercado. O a mandar mensajes de WhatsApp y reclamar que nos respondan al toque.
La cultura twitter nos acelera, tendiendo a la brevedad, y haciéndonos adictos a la gratificación instantánea, sin profundizar. ¿A dónde nos lleva tanta inmediatez y tanta rapidez? ¿A frustrarnos, a enfadarnos cuando no encontramos algún producto en las estanterías del supermercado? ¿A sentirnos con baja autoestima cuando imaginamos que nos leen, nos dejan en visto y no nos responden? Esa prisa y falta de paciencia hace, por ejemplo, que Ucrania vaya quedando en el olvido y el soniquete de la contienda se vuelva tan cotidiano que no nos mueve del sofá escuchar tanta barbarie.
El filósofo chino Lao Tze hablaba de que la naturaleza no se apresura, pero siempre llega. Por eso, frente a esa tiranía de la inmediatez que nos consume está la opción de la vida slow, el estilo de vida lento, que no significa parar, sino ralentizar, priorizar calidad frente a cantidad. Por cierto, también sería aconsejable regresar a ese periodismo reposado, hoy casi olvidado, ese con más reflexión, más investigación y contextualización, frente a las noticias inmediatas, virales, sesgadas y fugaces que nos confunden.
Avanzar lentamente, reposando y asimilando, pero siempre avanzar.