¿Reparto de papeles o mantener encendida la llama independentista?
Dudas Razonables, el comentario de Josep Cuní
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Barcelona
Uno de los principios no escritos de la acción política dice que no se destituirá a ningún cargo de quien la oposición pida la dimisión. No lo está haciendo el president Aragonés con su consejero de Educación, enfrentado con virulencia inusitada a los sindicatos de la enseñanza y no está previsto que lo haga el presidente Sánchez con la ministra de Defensa de quien Esquerra Republicana, precisamente, pide la cabeza por el espionaje conocido.
No se trata de comparar dos circunstancias que nada tienen que ver la una con la otra, ni siquiera en importancia y trascendencia. Solo advertir de dos casos simultáneos en los que la máxima se aplica. Uno en Barcelona, otro en Madrid. El primero, seguido por la misma formación política, Esquerra Republicana, que exige que se cumpla el segundo por parte del PSOE para reconstruir los puentes rotos y recuperar la confianza perdida.
Esto es lo que queda de la jornada de ayer en la que, al final, el ejecutivo español salvó los muebles de su decreto de ayudas económicas contra pronóstico y gracias a las ayudas de Bildu. Sí, la izquierda abertzale que actuó con el pragmatismo del PNV y separó el grano de la paja. La lógica y legítima exigencia de aclarar qué ha sucedido con el espionaje de las necesidades pecuniarias de la ciudadanía, o sea, de su electorado.
Algo que Esquerra ha vuelto a declinar, como ya hizo con la aprobación de la reforma de la reforma laboral y que ahora se lo van a tener en cuenta en los mismos barrios, pueblos y ciudades desde los cuales quiere ampliar la base independentista que puede aplaudir que anteponga la ética democrática a cualquier otra medida, pero que, a su vez, puede responderle que con la defensa de estos principios, esta misma base no llega a final de mes.
La duda razonable es si la teatralización de ayer entre las aliadas izquierdas vasca y catalana estaba pactado, si hubo reparto convenido de papeles para no perjudicar ni al gobierno ni ayudas tan emblemáticas como los 20 céntimos por litro de carburante, o si todo fue como fue. Sin más. Porque de ser la tercera opción, Esquerra habría decidido actuar de acuerdo a la corriente marcada por Junts, rivales sin piedad, para mantener la llama encendida, la llama independentista de unos partidos que ni así van a conseguir unirse. Y que también se estarán preguntando si, llegado su día de gloria y habiendo conseguido la independencia de Cataluña, desde su legítimo gobierno se va a enterrar definitivamente a Maquiavelo o tampoco. Porque fue el teórico italiano el primero que habló de la razón de estado. Y esta razón es la que, supuestamente, avala lo que el italiano explicitó: para la salvación de la patria no se debe guardar ninguna consideración a lo justo o a lo injusto, a lo piadoso o a lo cruel, a lo laudable o a lo vergonzoso”.