Cada mañana miro cómo están las cosas en Shanghai
"Cada vida es muy importante, por supuesto. Pero un confinamiento tan salvaje, con todos los daños económicos y psicológicos que supone, tiene mucho de locura colectiva."
Cada mañana miro cómo están las cosas en Shanghai
La capital financiera de China, 25 millones de habitantes, va para la sexta semana de confinamiento estricto. No sé si el término “estricto” es lo bastante estricto como para definir ese confinamiento, porque hablamos de puertas soldadas, rejas, alarmas, deportaciones de barrios enteros. Y de miles de contagiados por covid encerrados junto a sus familias en centros de aislamiento, sin apenas servicios sanitarios y con muy poca comida. Shanghai está paralizada. Pero hay que reconocer que el gobierno chino hace muy bien su trabajo: cualquier protesta en internet es borrada de inmediato.
La idea de las autoridades chinas es erradicar por completo el covid-19. Por la vía civil o la criminal. Más bien la criminal, según se ve. Quizá haya un problemilla con las proporciones. Parece que medio millón de personas se ha infectado en esta nueva oleada de Shanghai, que se detectó a finales de marzo. Sin embargo, los muertos por Covid en la ciudad no llegan a 150, si hay que creer las cifras oficiales. Cada vida es muy importante, por supuesto. Pero un confinamiento tan salvaje, con todos los daños económicos y psicológicos que supone, tiene mucho de locura colectiva.
Por eso miro cada mañana cómo están las cosas en Shanghai.
Para ir haciéndome una idea del tipo de imperio del que disfrutaremos en el futuro.