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Cuatro claves imprescindibles para conseguir dar a nuestros hijos tiempo de calidad

Las circunstancias vitales de muchos padres y madres no les permiten pasar con sus hijos todo el tiempo que quisieran y el poco que pasan no saben cómo convertirlo en tiempo de calidad. Estas 4 claves le ayudarán a disfrutar de las horas que pasan juntos

Hay quien defiende que es necesario pasar tiempo en compañía, sea este de calidad o no, mientras que otros abogan por que el tiempo invertido con hijas e hijos, aunque sea breve, sea de máxima calidad / Thanasis Zovoilis

Madrid

El día a día de la mayoría de las familias es muy acelerado: entre trabajo, colegio, extraescolares, duchas, cenas, etc., son pocos los minutos que quedan para que los padres puedan disfrutar de tiempo de calidad con sus hijas e hijos.

Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de tiempo de calidad? A cualquier tiempo dedicado a realizar actividades que sean significativas, que nos aporten algo. Ya puede ser compartir un momento de juego, leer, cocinar, escuchar música, contemplar un paisaje… Es algo totalmente subjetivo y personal que cada individuo debe elegir en base a sus intereses y necesidades.

Otra pregunta que nos puede surgir es la siguiente: ¿es necesario que el tiempo que compartimos sea de calidad o basta con compartir tiempo? Parece que no hay un consenso al respecto. Hay quien defiende que es necesario pasar tiempo en compañía, sea este de calidad o no, mientras que otros abogan por que el tiempo invertido con hijas e hijos, aunque sea breve, sea de máxima calidad.

Estilo parental democrático

Donde sí parece haber consenso con estudios que lo avalan es en la importancia de educar a los menores en base a un estilo parental democrático. Y esta forma de educar implica tiempo, ya que consiste en mantener una relación cálida y afectiva con hijas e hijos, comunicando de manera clara y consistente qué se espera de ellos, supervisando sus conductas, estableciendo normas y límites adecuados a la edad y garantizando su autonomía.

El estilo parental se ha erigido como un buen predictor del desarrollo o no de problemas psicológicos en menores, tales como ansiedad, depresión, síntomas somáticos y aislamiento social.

También se ha comprobado que el control y el afecto parental, ambos presentes en el estilo educativo democráctico, pueden ser un factor de protección que conduce a estilos de vida positivos y saludables.

Además, en un estudio realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud en plena pandemia, De puertas adentro y de pantallas afuera. Jóvenes en confinamiento (2020), se observa un tinte de esperanza como dato a futuro. Un 74,1 % de jóvenes y adolescentes de 15 a 29 años define la convivencia en familia como buena o muy buena.

¿Tenemos tiempo suficiente?

Considerando esta información, parece conveniente dedicar tiempo a la crianza y educación de los más jóvenes. Pero, volviendo a la vida actual, tenemos que ser realistas y tomar conciencia de que muchas familias no pueden disponer de este tiempo por diferentes circunstancias. ¿Qué podemos hacer en estos casos para exprimir al máximo el que tenemos disponible? Veamos algunas ideas:

  • Que durante el tiempo que estemos en familia, estemos realmente presentes: fuera móvil o cualquier otra pantalla –pongamos el teléfono en silencio o al menos desactivemos las notificaciones para que no nos distraigan– y evitemos estar haciendo otra cosa mientras. Nuestras hijas e hijos deben notar que son lo más importante.
  • Fomentemos una comunicación bidireccional donde mantengamos una escucha activa mirándonos a los ojos, poniéndonos a su altura. Contemos cosas de nuestro día a día, para que no parezca que les interrogamos a ellos, e interesémonos de manera auténtica por conocer más y mejor a nuestra hija o hijo: qué le gusta, qué no, quiénes son sus amistades, qué le ha hecho reír hoy…
  • Hablemos también sobre cómo nos sentimos. Son numerosos los estudios que mencionan los aspectos positivos del desarrollo de las habilidades emocionales en el funcionamiento personal, social y escolar. Preguntemos y contemos: ¿qué nos hace sentir tristes?, ¿hemos sentido alegría?, ¿en qué momento?, ¿nos ha enfadado algo?, ¿qué ha sido?, ¿qué hacemos cuando sentimos vergüenza?…
  • Si tenemos ocasión, planifiquemos alguna actividad de ocio, ya que se ha visto que las actividades organizadas suelen producir un impacto más positivo que las no organizadas y aportan más beneficios para el desarrollo y el crecimiento personal que las que no están estructuradas. No tiene por qué ser algo complicado. Se trata, sobre todo, de que no sea algo improvisado. Puede ser un rato de juego conjunto en casa, un paseo, ver una película, ir a ver un espectáculo… En algunas ocasiones, podemos contarles la actividad que hemos planificado unos días antes, ya que eso también les permite anticipar la ilusión de ese plan y extender en el tiempo la experiencia positiva.

A modo de conclusión, cabría decir que, si tenemos la suerte de poder elegir, elijamos tiempo en familia: cantidad y calidad. Pero si las circunstancias no nos lo permiten, recordemos que lo más importante es hacer saber a nuestras hijas e hijos que les queremos de manera incondicional, independientemente de su conducta, y que pueden contar con nosotros cuando lo necesiten.