El Real Madrid se cuela en París con otra remontada para la historia
Los de Ancelotti remontaron ante el Manchester City, firmando una de las gestas más épicas de la historia madridista
Por tercera vez consecutiva, el Real Madrid remonta en Champions League. Los de Ancelotti vencieron al Manchester City (3-1, 6-5 en el agregado) para pasar a la final de la Copa de Europa con dos goles de Rodrygo en el descuento y uno de Benzema en la prórroga.
Más información
- Entradas para la final de la Champions entre el Real Madrid y el Liverpool
- El Real Madrid se abona a la épica para pasar a la final de París
- "Surrealista, otro milagro en el Bernabéu": la prensa internacional no da crédito ante la gesta del Real Madrid frente al City
- Revive los goles del partido en As.com
El Real Madrid consigue su billete a París en una remontada para la historia
Aunque los goles se marcan con el juego y no con el ambiente, era indudable que el Santiago Bernabéu se había vestido de gala, imposibilitando que los jugadores saliesen dormidos. El clima era pesado, denso, de algo más que un día grande. Todo el madridismo sabía que era el día en el que, tras una década dorada, este podía ser el último baile como actores principales de los Benzema, Modric y compañía. Para honrar a los suyos, los de Ancelotti salieron bien, con personalidad y con la certeza de que un gol cambiaba todo.
El Real Madrid sabía que el partido estaba en su campo. Tenían que salir de la trabajada presión del City para poder poner en ventaja a Vinicius y Benzema, por lo que Modric y Kroos tenían que ejercer de antídoto. Después de varios acercamientos madridistas ante una bien plantada defensa inglesa, los jugones de Guardiola comenzaron a encontrar el espacio para brillar. Pasado el cuarto de hora, la confianza del Madrid se empezó a ver minada por el talento asociativo de Foden, De Bruyne y Bernardo Silva. Precisamente fue este último el que tuvo la ocasión más clara, habiendo subido al marcador si no fuese por un acertado Courtois.
Pasada la media hora, el partido entró en un incómodo trance. Ambos equipos sabían lo que se jugaban, destacando más los roces entre los dos bandos que el juego. Pese a ello, no se puede decir que Ancelotti no firmase este escenario al descanso. Si algo le ha funcionado bien a este Real Madrid (y un factor común en sus últimas cuatro Champions) es relativizar lo sucedido, darle la importancia justa a cada acción. Como los buenos boxeadores, eligen bien sus golpes, dejando el primer asalto de la vuelta en un combate nulo. Ellos, en sus mil noches europeas, saben que lo bueno siempre llega después y no antes. Solo había que esperar.
La salida del descanso fue apoteósica. Con una jugada ensayada excelente, Carvajal encontró a Vinicius en el segundo palo. Por desgracia, el brasileño falló a puerta vacía. El Bernabéu, que necesita poco más que un gesto de esfuerzo para venirse arriba, comenzó a creerse otra vez la remontada, dando ánimos a sus futbolistas para embotellar al City. Justo ahí, cuando la eliminatoria se empezaba a torcer, Guardiola comenzó a dormir el partido, juntando el talento de sus futbolistas y la pillería de un lesionado Walker que no quería salir del campo. Tocaba seguir subiendo los decibelios, y Ancelotti apostó por su mejor despertador: Rodrygo Goes.
En medio del éxtasis, Casemiro erró yendo a la presión, dejando libre a Bernardo Silva. El portugués, que venía dando cátedra en el Bernabéu, tenía medio campo por delante. Aguantando como hacen los muy buenos, acabó cediendo el balón a Mahrez para que pusiese un 0-1 en el marcador que dejaba muy tocada la eliminatoria. Pese a que el Bernabéu intentaba que no bajasen los brazos, el golpe era durísimo, tanto como los que venía dando el Real Madrid a sus rivales a lo largo de la competición.
Ancelotti quemó todas sus naves, sacrificando a Modric y a Casemiro. De la vieja guardia, solo quedaba Benzema en lo que era el último baile de esta generación. Ante una eliminación que parecía inevitable después de una heroica salvada de Mendy en línea de gol, el Real Madrid se activó. El último baile de toda una generación dorada no podía acabar así, y Rodrygo, uno de los que coge el testigo de la nueva generación, lo sabía. En un momento que ya es historia de la Copa de Europa, el brasileño anotó un doblete en dos minutos, quedándose a las puertas de un tercero. No se puede explicar lo que no se puede entender, y en ello vive el Real Madrid. Había prórroga en el Bernabéu.
El Bernabéu ya estaba en ese momento indescifrable, ese torbellino de incertidumbre futbolística que ha visto desfilar a todos los grandes de Europa. Había costado más de una taquicardia, pero ahí estaba. En medio de la tormenta, Rúben Dias midió mal y se llevó por delante a Benzema. Penalti. Ni tensión había en el feudo blanco, ya sabían que había marcado el gol antes de que chutase el francés. La prórroga acababa de empezar y el Madrid ya estaba por delante, provocando que algún nostálgico echase de menos la regla del gol de oro.
Con las pulsaciones por minuto rozando lo peligroso en Concha Espina, el Real Madrid sobrevivía. Era tan poético como efectivo, pero los jóvenes habían cogido el testigo de Modric. Benzema y compañía para aguantar el resultado. Incluso con jugadores vitales en esa resistencia como Militao cayendo lesionados, los de Ancelotti aguantaban. Solo los trabajadores de seguridad a pie de campo estaban sentados en la Castellana. Al final, con un City que seguía sin creerse lo que había pasado, llegó el momento de éxtasis. Nunca habían estado tan cerca del abismo, pero quizás por eso sabía mejor. Modric, Benzema, Kroos y Casemiro tendrán su último baile en París.
Víctor Diéguez
Periodista según la UCM. Pasión por el deporte...