Si no roban, ya me vale
"En el último lugar de todos, cuando ya casi no queda ni gráfico, un raquítico siete por ciento de encuestados destaca la importancia, la necesidad de las buenas formas. A mí eso -igual estoy tiquismiquis- me parece un mensaje preocupante: una especie de cheque en blanco, o una forma de validar, el estilo bronco, tabernario, faltón y crispado que se ha instalado hace tanto tiempo en el debate público", la opinión de Carles Francino
Madrid
A lo mejor estoy quisquilloso o me llaman la atención cosas que no tienen mucha importancia, pero del barómetro de mayo que hoy publican la Cadena SER y el diario ‘El País’ más allá de los grandes titulares: que si Feijoó relanza al PP, que si Vox frena su crecimiento, que si la derecha podría gobernar, el desgaste evidente del Gobierno… más allá de todo eso a mí me chocan dos cosas; me chocan, además, por contraposición. Cuando se pregunta a los españoles qué cualidades imprescindibles debería atesorar un líder político, más del setenta por ciento contesta que la honradez. Y no me extraña, ¿eh?, la honradez aparece como lo primero.
Pero en el último lugar de todos, al final, cuando ya casi no queda ni gráfico, un raquítico siete por ciento de encuestados destaca la importancia, la necesidad de las buenas formas. A mí eso -igual estoy tiquismiquis- me parece un mensaje preocupante: una especie de cheque en blanco, o una forma de validar, el estilo bronco, tabernario, faltón y crispado que se ha instalado hace tanto tiempo en el debate público. Visto lo cual, ya no puede extrañarnos que solo uno de cada cuatro encuestados crean que ese líder debe practicar la empatía y uno de cada cinco que sea buena persona. No sé, igual soy yo que tengo el día tonto, pero a mí esta encuesta me ayuda a entender muchas. Y no me gustan absolutamente nada.