Y de postre, inflación
Santa Cruz de Tenerife
Padre y madre, o en su caso responsable de los menores, se sentaron a la añeja mesa del humilde hogar, y les dijeron a los niños: "Chicos hoy comeremos menos, pero de postre tendremos inflación".
Este penoso intento introductorio de relato viene al caso porque en esta época en la que los precios de los productos de primera necesidad andan tan altos que casi son visibles a las lentes de los telescopios de Izaña y del Roque de los Muchachos, me repatea el hígado que la reticencia al incremento de los salarios se fundamente en el hecho de que la subida de las nóminas de los trabajadores solo propiciará que la inflación vaya en aumento.
No poseo conocimientos para discutir tal afirmación económica, pero sí tengo conocimiento de lo canutas que las está pasando la mayoría de las familias para comer y poder llegar a los días previos al final de mes.
En otras palabras, milito hace tiempo en el grupo de los que sienten náuseas al presenciar cómo la gente está más acogotada mientras que las élites económicas engordan sin tregua alguna sus cuentas corrientes.
Y es que ya está bien de que sigan pagando el pato los de siempre, mientras también los otros de siempre siguen llenándose los bolsillos con el argumento de que la revisión de los convenios propiciará la subida de la inflación.
Pues nada, a aguantarse los trabajadores mientras los del papel cuché, o pretendientes a estar en él, o sucedáneos de ricos, siguen viviendo a todo tren, porque estos lo arreglan todo pegando tiros con la máquina de etiquetar precios, mientras los asalariados son acribillados con esos disparos que agujerean sus carteras.
Advertidos quedan los hogares más humildes: cuando sus niños y niñas les pidan más comida, solo tienen que darles unas cucharadas de inflación.
Eso sucede mientras los borjamaris, siguen comiendo igual o más y es que sus papás y mamás sufren lo indecible exigiendo más subvenciones y reducciones fiscales generalizadas.




