El dúo Fetén Fetén lleva su música a Ucrania: “Cualquier sitio era bueno para ver cómo la gente se olvidaba un rato de esta cruda realidad”
El dúo ha visitado La Ventana para contar cómo está siendo su viaje por campos de refugiados ucranianos y refugios del propio país, a donde han llevado su música para aliviar el sufrimiento de sus habitantes
El dúo Fetén Fetén lleva su música a Ucrania: “Cualquier sitio era bueno para ver cómo la gente se olvidaba un rato de esta cruda realidad”
Madrid
La música no entiende de fronteras, y por eso el dúo Fetén Fetén, que forman Jorge Arribas y Diego Galaz, han decidido llevar su violín y acordeón a los refugiados ucranianos que huyen de guerra y a aquellos que siguen dentro de su país.
La idea, han contado en La Ventana: “Gracias a nuestro amigo Chiqui, que es una de esas personas que mueven el mundo, que ha estado dos meses con su propia furgoneta y de manera muy organizada trayendo gente a España y ayudando a gente allí a pie de batalla, nos propuso el ir allí a tocar”.
El miedo, dicen, no puede impedirles hacer algo que creen correcto y necesario: “No lo pensamos mucho, porque supongo que si lo piensas más de una vez el miedo se apodera de ti, pero al final nos dimos cuenta de algo muy importante”.
Primero viajaron a la frontera en Polonia, donde tocaron en dos campamentos de refugiados, pero allí los voluntarios “nos propusieron cruzar la frontera y no nos lo pensamos dos veces”.
Tocar en cualquier sitio
Ya dentro de territorio ucraniano, el dúo han tocado en “desde en un hospital a un centro de desintoxicación que se ha convertido en una mezcla entre gente que se rehabilita y gente que ha salido de su casa, escuelas, una guardería una iglesia”.
Cualquier sitio, dicen, “era bueno para ver cómo la gente se emocionaba y sonreía y se olvidaba un rato de esta cruda realidad”, lo que era su objetivo con este viaje.
Además de ver a la gente sonreír, recalcan, hacerles llorar es también reconfortante: “La música tiene algo que es capaz ya no de hacer sonreír o de hacer que la gente sea más feliz, también nos hemos alegrado de ver a gente llorar con nuestra música, porque en una guerra el gran peligro es que la gente bloquee sus sentimientos”.
Hospitales infantiles bajo las bombas
Una de las experiencias más impactantes la vivieron en un hospital infantil. “Todos hemos ido alguna vez a un hospital y hemos visto allí a niños que nos han dejado mal”, cuentan, pero “tuvimos que ver eso en unas condiciones paupérrimas y muy simples”.
“Pero encima”, relatan, “añadiendo el tener que bajar como tuvimos que bajar a un refugio por una alarma de posible ataque”. “Ceo que no nos hacemos una idea de lo que es eso”.
“Seguimos pensando que esto es una guerra ajena a nosotros, y esta gente podría ser gente de Valladolid, gente de Córdoba o gente de Burgos, que de repente tiene que estar cuidando de sus hijos con sus maridos en el frente, como en el caso de las mujeres, y en un sótano de un hospital porque puede caer una bomba y pueden morir”, lamentan.