Los buenos amigos
Ana María García, profesora y escritora

La Columna Ana María García (06/05/2022)
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Alcoy
Un buen día dos buenos amigos decidieron hacer un viaje a través del desierto. Ambos confían ciegamente el uno en el otro.
El cansancio hizo mella en ellos y empezaron a aparecer los desacuerdos. Los desacuerdos se convirtieron en acaloradas discusiones y en un momento dado uno de los amigos golpeó al otro. No tardó ni un segundo en darse cuenta de su error y pedir perdón a su amigo. El amigo golpeado escribió en la arena: “Mi mejor amigo me golpeó”.
Continuaron con su viaje y llegaron a un oasis. Nada más entrar en él, el amigo que había sido golpeado empezó a hundirse en unas arenas movedizas. Su amigo no se lo pensó dos veces y, aún a riesgo de su vida, se lanzó a rescatarlo. No resultó sencillo, pero ambos salieron ilesos de la situación.
El amigo que había sido golpeado y rescatado busco una gran roca y escribió: “Mi mejor amigo me salvó la vida”.
Al ver que su amigo lo miraba extrañado, le explicó: “Entre amigos, los favores han de escribirse para ser recordados y que nada los pueda borrar; en cambio, los enfados y las ofensas han de ser escritos para que el viento las pueda borrar.”
Si queremos ser felices, aprendamos a escribir sobre roca los buenos recuerdos, los favores recibidos, las buenas enseñanzas… y sobre arena o agua, todo aquello que nos hace infelices, las peleas absurdas, los malentendidos…
La tendencia general es hacerlo al revés, grabamos en piedra las ofensas, por pequeñas que sean, y dejamos en un rincón lo que nos hace feliz.




