"Aquí me han dado el cariño que nunca he tenido, se merecen ser felices y a mí me toca empezar a serlo"
Luis Moro espera un trasplante de córneas en el recurso sociosanitario Hogar Sí de Córdoba, después de haber vivido en la calle durante meses
Reportaje Hogar Sí y las viviendas para la recuperación de la salud de personas sin hogar
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Córdoba
Luis Moro baja las escaleras despacio, sujetándose a la barandilla con cierta inseguridad. Apenas mantiene un 10 % de la visión. Por haber cometido varios robos, ha pasado 24 de sus 48 años en prisión, donde ha intentado quitarse la vida en diferentes ocasiones. En una de ellas, recuerda, "llené un cubo con cuatro litros de lejía y metí la cabeza dentro". Su acción le abrasó las córneas.
Criado en la periferia de Cuenca, su madre padecía síndrome de Diógenes y, desde muy joven, empezó a consumir drogas. "He probado casi todo", admite, pero la heroína blanca — la más pura —, fue la que le llevó a perder el control definitivamente. Con una jeringuilla compartida contrajo el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), aunque gracias al tratamiento médico, cuenta, "lo tengo bajo control, con carga viral indetectable y las defensas remontando".
Cuando salió de la cárcel, nadie lo esperaba fuera. Su padre murió cuando él era adolescente y su madre y hermano han fallecido mientras cumplía condena. "Sentía que toda la gente que me quería ya se había ido, lo cual agravó profundamente mi depresión, que empezó cuando mi madre dejó de estar, porque yo fui quien se quedó con ella y, al mismo tiempo, sé que sufrió mucho por mi", explica Moro emocionado.
Durante nueve meses, Luis vagó por las calles de la ciudad castellanomanchega. "Me pegaron para quitarme el dinero y me desmayé tres veces porque apenas comía", relata. En la última ocasión requirió de un ingreso hospitalario donde abordaron sus problemas de desnutrición y también su abatimiento psicológico. Con algo de fuerzas, ingresó en una lista de espera para conseguir una solución habitacional temporal donde poder prepararse para un trasplante de córneas. Y así llegó, hace algo más de una semana, hasta Córdoba.
LAS VIVIENDAS PARA LA RECUPERACIÓN DE LA SALUD
La ONG Hogar Sí puso en marcha en 2018 en Córdoba su solución habitacional provisional para personas en situación de sinhogarismo, que antes se había implantado en Madrid. Desde entonces, en un edifico situado en la Calle Claudio Marcelo, han apostado por el proyecto de 'Viviendas para la recuperación de la Salud', para hacer frente a la realidad de que las personas en estas circunstancias tienen, de media, 30 años menos de esperanza de vida que aquellas con sus necesidades básicas cubiertas, según los datos de la Estrategia Nacional Integral para las Personas Sin Hogar.
Beatriz Arce coordina en este centro a un equipo multidisciplinar de nueve personas, que dan atención 24 horas, los 365 días del año, a las personas que, como Luis Moro, son derivadas a este servicio. "Tenemos un perfil muy diverso porque atendemos a pacientes que van desde los 18 hasta los 65 años", explica detallando que en la casa cuentan con once plazas disponibles "de estancia indefinida, aunque con una permanencia media de nueve meses".
Se estima que en España hay 33.000 personas en situación de sinhogarismo. Y Arce vive la crecida de los números como algo personal, "ya que tenemos unas treinta en lista de espera". En la vivienda habilitada por la ONG hay once camas en total, que ocupan personas en situación de convalecencia, enfermos crónicos y otros que requieren cuidados paliativos. Todos han dormido sobre el asfalto o en las aceras, algunos quieren empezar de cero y otros terminar sus días bajo el techo que no han tenido durante años.
La trabajadora social Ana Carbonero lleva casi tres años trabajando aquí. Entre otras funciones, se encarga de la acogida de los posibles residentes. "Normalmente vienen de un proceso hospitalario previo, a nosotros nos llega un informe médico y otro social para evaluar cada caso de forma individualizada y si todo está correcto asumimos la derivación", detalla.
Después de esto, narra Carbonero, "establecemos contacto con la persona y le explicamos que se trata de un recurso sociosanitario al que puede entrar voluntariamente, además de las normas de convivencia de la casa". Cuando llegan, "hay personas en las que notas más desconfianza por lo que han vivido en la calle", matiza recordado que el 47 % de las personas sin hogar han sufrido algún tipo de delito de odio, "pero por lo general el trato es muy agradable, dentro de que llegan con estados de ánimo y salud muy frágiles".
La enfermera encargada de coordinarse con los centros médicos y de diseñar un plan de cuidados para cada patología es Lidia Montoya. Durante el último año, ha asistido en Hogar Sí patologías diferentes, "que en muchas ocasiones dependen de cuánto tiempo ha pasado la persona en la calle". Eso sí, diferencia entre aquellos perfiles que arrastran algún tipo de adicción, como el alcoholismo o el consumo de estupefacientes; y aquellas cuya necesidad pasa por "retomar el contacto con el sistema sanitario y la atención primaria, como pueden ser personas con diabetes o con alguna enfermedad crónica".
En este sentido, su labor sobrepasa lo asistencial y se concentra también en inculcar hábitos de vida saludable, rutinas de higiene y la educación sanitaria. Pero también abarca el acompañamiento de aquellos pacientes en cuidados paliativos y la atención a aquellas personas que se preparan para una intervención quirúrgica o han pasado por ella. "He redescubierto mi vocación", dice Montoya, "porque con el paso de las semanas vas viendo una evolución en las personas hacia la recuperación del control sobre su vida".
Es el proceso que ha empezado Luis Moro. "Ya me tocaba, necesito cambiar y aquí tengo las condiciones porque me cuidan y, al mismo tiempo, me vigilan", asegura. El primer paso será una intervención oftalmológica para recuperar parte de la visión y, a partir de ahí, "quiero empezar a hacer algo de ejercicio y cuidarme, hacer todo lo que no he hecho de joven", sonríe cabizbajo.
LOS PRESUPUESTOS INSTITUCIONALES Y EL CROWDFUNDING:
Los medios de financiación de este recurso dependen, principalmente, de los fondos públicos, tanto estatales como autonómicos. La organización se presenta a convocatorias de subvenciones y cuenta con un departamento de lobbying al que denominan 'de incidencia política'. El objetivo: concienciar a formaciones de los distintos arcos parlamentarios de la importancia de mantener estas viviendas.
No obstante, también aceptan aportaciones de empresas e instituciones privadas, además de donaciones de particulares. Las mismas, explican desde la Fundación RAIS, se destinan a sostener estos espacios, además de dotar de cobertura económica a sus residentes para productos de alimentación o vestimenta, que también les son facilitados.
Desde el Hospital Universitario Reina Sofía consideran este tipo de iniciativas como "fundamentales". A través de la Unidad de Trabajo Social, el centro hospitalario colabora con diferentes asociaciones y fundaciones que ofrecen, entre otros programas, alojamiento a pacientes y familiares durante el proceso de hospitalización o tras el alta para el apoyo al tratamiento.
Fuentes del Reina Sofía destacan también la relación bidireccional en este sentido con la Asociación Española Contra el Cáncer, que ofrece recursos habitacionales para pacientes en radioterapia, quimioterapia o trasplante de médula autólogo domiciliario, entre otras. También con la Fundación FEPAMIC, que cuenta con recursos de alojamiento para pacientes que no disponen de vivienda en la capital y que necesitan ser tratados en el hospital, por ejemplo, en un proceso de cáncer de mama.
En el ámbito pediátrico, el centro de referencia cordobés también trabaja con Menudos Corazones o la Fundación Tierra de Hombres, que sirven como familia de acogida para niños y niñas de otros países mientras reciben su tratamiento en Andalucía.
Álvaro Guerrero Jiménez
Redactor y editor en los servicios informativos de la Cadena SER en Córdoba. Previamente ha trabajado...