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Economia y negocios | Actualidad

Clinton y Granada: Un piropo muy rentable

Se cumplen 25 años de la histórica visita del presidente de los Estados Unidos y su resonado piropo que supusieron un verdadero acicate para la ciudad como destino turístico

Bill y Hillary Clinton en la Alhambra (Granada) junto a los reyes de España en 1997 y el entonces príncipe Felipe / Eric VANDEVILLE

Granada

Dicen que la belleza está en los ojos de quien mira y cuando muchos coinciden en destacarla de un mismo lugar seguramente estaremos ante un sitio único. Este verano se cumplen 25 años de una histórica visita y también de un resonado piropo que supusieron un verdadero acicate para Granada como destino turístico, como recoge el periodista de EFE Roberto Ruiz Oliva.

Algunos meses después de haber tomado posesión por segunda vez como presidente de los Estados Unidos, durante su paso por España en julio de 1997, Bill Clinton eligió la capital granadina para pasar unas horas junto a los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, con quienes visitó el mirador de San Nicolás, en el barrio del Albaicín.

Se dice que fue aconsejado por su mismísima suegra, quien había antes estado en Granada, y cumplía además con el viejo sueño de ver junto a su esposa, Hillary, la caída del sol sobre una rojiza Alhambra, un recuerdo de juventud que el entonces presidente tenía de una visita anterior a la ciudad andaluza siendo estudiante y que consideró como "el más bello atardecer del mundo".

Pese a que no está del todo claro si ese piropo fue enunciado por él de forma literal ni si Clinton en realidad había contemplado, siendo joven, el ocaso desde otro mirador -el de San Cristóbal, cuya orientación permite una puesta más completa del astro rey-, lo cierto es que esas sencillas y a la vez grandes palabras de uno de los cargos más importantes e influyentes en esos momentos acabaron por resonar en medio planeta.

Frase polémica

Fue en San Nicolás -y no en San Cristóbal- donde el Ayuntamiento de Granada colocó un monolito para recordar tan insigne visita y semejante halago presidencial, mediante la instalación de una placa que fue continuamente boicoteada por varios colectivos vecinales y que acabó siendo retirada.

Más allá de polémica, a la que se ha sumado estos días el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, al bromear sobre si el atardecer más bonito del mundo está en Granada o en su tierra, Finisterre (Galicia), lo cierto es que el eco internacional de las palabras de Clinton sirvió de gran impulso turístico como destino para Granada y su barrio más conocido, el Albaicín, que junto a la Alhambra ya lucían con orgullo la distinción de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

Pocos meses después del paso de los Clinton en una -nunca mejor dicho- no menos sonada visita de las Spice Girl, las británicas aseguraron que habían optado por visitar Granada -entre otras razones- para contemplar su puesta de sol, motivo que han repetido año tras año los millones de turistas que siguen apostando por este rincón mágico de Andalucía.

Una promoción impagable

Antonio García, que era secretario de la Federación de Empresas de Turismo y Hostelería de Granada allá por 1997, se acuerda perfectamente de la llegada de Clinton: "No todos los días viene un presidente de los Estados Unidos a visitar tu ciudad, a la que hizo una promoción absolutamente impagable".

"Han pasado 25 años y sus palabras han quedado como un cliché que siguen recordándose en la actualidad", ha destacado a EFE García, quien cree que no hace falta ser economista o experto en marketing para reconocer el poderoso impacto y la consecuente rentabilidad a todos los niveles que tal piropo tuvo para la imagen del destino.

El concejal de Turismo de Granada, Eduardo Castillo, que ha aprovechado para criticar a Feijóo por "menospreciar" la puesta de sol desde Granada, ha dicho a EFE que, en realidad, Clinton constató hace ahora 25 años lo que los lugareños ya sabían de sobra, aunque ha reconocido que sus palabras dieron a este atardecer único "una dimensión internacional".

Otros responsables políticos como el diputado de Turismo, Enrique Medina, reconoce la contribución del expresidente estadounidense, pero le otorga un "justo mérito", ya que no considera que su influencia sea superior a la que ejercieron con su obra personajes como el escritor Washington Irving o el pintor John Singer Sargent.

En un sector con tanta competencia como el turístico, el posicionamiento de una marca en un mercado no es algo que se pueda dejar "en manos de una anécdota", ha indicado a EFE Medina, que ha ensalzado al trabajo continuado durante décadas por parte del Patronato de Turismo de la Diputación, junto con Turismo Andaluz y Turespaña, para la promoción de Granada en Estados Unidos.

EEUU, mercado emisor relevante

De esta forma, se ha conseguido que ese gran país sea el segundo mercado emisor de turismo extranjero hacia la provincia granadina, solo superado por Francia, con una extraordinaria importancia teniendo en cuenta que su capacidad de gasto y su estancia media supera la del resto de visitantes internacionales.

Tras un amplio primer período desde finales de los 90 en que el número de norteamericanos alojados en hoteles de Granada se mantuvo estable, unos 100.000 anuales, -de acuerdo a los datos del INE- de 2015 a 2019 sí hubo un crecimiento "espectacular" del 50 %, a lo largo de la década posterior a la visita de Michelle Obama, que estuvo en Granada siendo primera dama de Estados Unidos en un caluroso agosto de 2010.

"Las visitas presidenciales ayudan, sin duda, pero vamos a seguir confiando más en la promoción y el trabajo diario, sobre todo si queremos recuperar esa magnífica cifra de visitantes de antes de la pandemia", ha sentenciado Medina.

Más recientemente, en este mismo año 2022, el turismo americano es el que más está creciendo en el caso del buque insignia de Granada, la Alhambra, que prevé que los visitantes de ese país puedan ser en breve los más numerosos tras los nacionales, según han indicado a EFE fuentes del patronato que gestiona el monumento.

Tuvieran más o menos "culpa" las palabras de Clinton, las decenas e incluso centenares de personas que pueden llegar a aglutinarse en el mirador de San Nicolás al caer cada tarde dan buena muestra de que el encanto de ese lugar sigue vigente cinco lustros después y que nadie quiere marcharse de la ciudad sin ver y sin inmortalizar, teléfono en mano, una estampa que vive de todo menos un ocaso turístico.